.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Iniciándonos en el BDSM (2)".

 

 El hecho de que Lluna aceptara ser la sumisa de su nuevo amo sabía que me traería un cambio de rol en nuestra relación. No poder controlar las posibles
nuevas experiencias era una cosa que me ponía nervioso, por mi manera de ser, siempre he necesitado llevar el control. El amo anteriormente ya me había anticipado que al aceptar Lluna su dominio, yo dejaba de tener los privilegios de marido sobre ella, me había hecho entender que ya no me pertenecía sexualmente.

 Pronto el amo me citó para explicarme lo que esperaba de mí, mis sospechas enseguida se hicieron realidad, desde ese momento yo sería su asistente, mi nuevo papel sería el de cuidarla y protegerla pero también tenía que vigilarla y controlarla, al no vivir en la misma ciudad, él me necesitaba para tenerla en todo momento bajo control.

 Me advirtió de la prohibición de tener sexo sin su consentimiento, y en todo caso a partir de ese momento siempre tenía que ser con preservativo, dejándose para él el placer de llenarle las entrañas con su leche. Si no cumplíamos sus órdenes a rajatabla, seriamos castigados. Acepté ser su ayudante, la humillación de todo lo que me acababa de explicar me provocó excitación y morbo, el amo se dio cuenta de todo esto, me dijo que sería un buen asistente, que si me portaba bien, sabría corresponderme...

 Acto seguido me dio las primeras órdenes, quería presentar a Lluna a su sumisa, quería juntar a sus dos niñas para que se conocieran, él me explicó que tenía una sumisa desde hacía varios años a la que llamaba Laura. Laura era su sumisa, entregada a él en cuerpo y alma, y como parte de su educación, quería que tuviera una hermana... que aprendiera a compartir, de la misma manera que ella ayudaría en la educación de Lluna.

 El amo ordenó que el encuentro sería en casa de Laura al día siguiente, sería por la tarde, y como Laura no vive en la misma provincia que nosotros, iríamos en dos coches..., él con ella y yo detrás en mi coche. Primeros temores, primeros nervios, quería humillarme, sabía que yo estaría permanentemente mirando todo lo que harían, pendiente de sus movimientos... mi mente rebotaba, realmente no tendría yo el control.

 También me dio instrucciones de cómo quería que ella fuera vestida y todo lo que tenía que hacer para prepararla para el encuentro: Tendría que llevar un
vestido que se pudiera desabrochar por delante del mismo color, tendría que llevar la ropa interior, obligatorio tanga y yo tendría que cortar de las medias
el trozo de las ligas adornadas de encaje para que las llevara puestas, sabía que Lluna aún guardaba las medias que llevaba del día de su primer matrimonio así que pensé que esas serían las apropiadas.

 Ya que era en verano le compré una camisa un poco larga de color blanco. Tenía también que llevarle toda la ropa interior de Lluna porque él escogería lo que a partir de entonces quería que se pusiera, así como todos los juguetes eróticos que ella usaba y me recalcó que llevara un antifaz. Otra cosa de las que me tenía que ocupar era de preparar sus partes íntimas, tenía que rasurar su sexo, ducharla, ponerle crema y vestirla... Cumplí gustosamente todas estas órdenes, la preparé para la ocasión, Lluna estaba realmente excitante, eso sí... muy nerviosa, como yo. El hecho de no saber lo que iba a ocurrir nos ponía de los nervios...

 Y... llegó la hora, puntuales como siempre, llegamos a la gasolinera donde habíamos quedado, él todavía no estaba, los minutos costaban de pasar, por
nuestras mentes pasaba la idea...(si no viene... casi que mejor, no podemos con estos nervios, ¿y si nos vamos?), pero el morbo nos hacía estar quietos allí aparcados, vigilando yo por el retrovisor su posible llegada. Y llegó, nos saludó, y ordenó que Lluna montara en su coche, ella bajo del mío y se fue con él, la observé, se le veían unas piernas interminables, parecía una turista, estaba sexy...

 Cogimos la autopista, dirección sur, yo iba detrás suyo, veía sus movimientos, charlaban animadamente, al salir de la ciudad y pasar un peaje, vi que Lluna se movía más de lo normal... él le había mandado que se sacara el sujetador... y le ordenó que me lo enseñara, lo vi perfectamente desde mi coche. Al rato le hizo hacer lo mismo con su tanga, me lo enseñó y vi como él se lo quedaba... A la hora de estar viajando salimos en una área de servicio, aparcamos uno al lado del otro y él bajó a saludarme, abrió la puerta de ella y le pregunté si ya estaba más tranquila, si no tenía tantos nervios, ella me miró, vi su mirada morbosa, me dijo que estaba bien, vi que le había hecho desabrochar varios botones de su camisa, desde mi perspectiva vi a Lluna medio desnuda, con sus pechos y piernas casi al aire... ¡Qué excitación! Valía la pena.

 Antes de partir de nuevo por la autopista, el amo le mandó a Lluna que fuera al restaurante de la área a comprar bebida, ella obedeció, se le intuía todo...
el bar lleno de camioneros y turistas... Realmente el amo tenía unas ideas muy morbosas. Lluna era el centro de las miradas lascivas de todos los hombres de ese bar, ¡qué placer ver cómo se giraban para mirarla!

Estábamos a la mitad del viaje, ya más tranquilo después de la experiencia en el restaurante, todo se hacía más llevadero. Al llegar a la salida de la
autopista, vi que Lluna reclinaba el asiento, no podía ser que después de todo lo ocurrido le entrara sueño... Al pasar el peaje, lo entendí todo... ¡él le
había ordenado que se subiera la camisa y se hiciera la dormida enseñando todo su sexo! Recuerdo los comentarios de los dos chicos de la cabina al pasar yo después... (¿has visto? qué buena que estaba, se le veía todo el coño a esa que estaba durmiendo). Cabrones, ¡si supieran que era mi mujer!

 Llegamos al piso de Laura, abrimos la puerta del ascensor, entramos los tres, el amo me ordenó que le pusiera el antifaz y le quitara la camisa, recuerdo la
situación allí los tres muy juntos, ella desnuda, temblaba de los nervios, humillada y sin saber lo que le esperaba, él la miraba con seguridad, se notaba que disfrutaba de la situación. Antes de llegar y de que se abriera la puerta del ascensor, el amo se sacó del bolsillo del pantalón el tanga que ella le había entregado en el coche y se lo introdujo en la boca de Lluna. El amo tocó el timbre, la espera se hizo larga.

 Laura nos abrió la puerta de su casa, también estaba completamente desnuda. Sin mirarnos cogió la mano de Lluna y la acompañó hasta el centro del comedor, allí le pidió que se arrodillara, le quitó los zapatos para que estuviera más cómoda y Laura se arrodilló delante de ella. Le explicó que había un código de palabras con el cual Lluna podría parar en cualquier momento si se sentía incómoda.

 Las palabras claves serían: Cuidado, para advertir que estaba incómoda o se le hacía daño, y la otra palabra sería Basta, que en caso de pronunciarla
automáticamente el juego se pararía. También le explicó que a partir de ese momento, en la presencia del amo tendría que bajar siempre la cabeza y no podría mirarle a la cara, aceptar las órdenes con un "sí amo", así como pedir permiso siempre para poder correrse, cosa que ella también debía hacer.

 Laura se levantó y se me acercó, y sin mirarme me quitó la ropa lentamente. Una vez desnudo, cogió una cuerda y me ató los testículos, advirtiendo que con el nudo de la cuerda anulaba mi masculinidad. A partir de entonces, allí solo había un hombre que pudiera disponer y usar a aquellas dos hembras... y ese solo sería el amo.

 El amo ordenó a Laura que se volviera a arrodillar delante de Lluna y él le quitó el antifaz a su nueva sumisa, y les dejó que jugaran y se amaran. Enseguida se revolcaron las dos sobre la alfombra, se besaron, se tocaron y se lamieron hasta estar muy excitadas, los dos cuerpos unidos hicieron subir mucho más la temperatura de esa tarde de verano.

 Mientras tanto, el amo iba escogiendo la ropa interior que a partir de entonces Lluna tendría que llevar, el resto se las quedo él. Me hizo poner todos los juguetes sexuales de Lluna encima de la mesa, volvimos a contemplar como sus dos sumisas seguían gozando en el comedor, las dos casi al unísono le pidieron permiso para correrse a el amo, él accedió... Puso otra vez de rodillas a sus pupilas una delante de la otra y él cogió una caja llena de pinzas de la ropa, y se las fue colocando a las dos en sus pechos. Fue jugando con ellas hasta tener la caja vacía. Sin duda, Laura estaba acostumbrada a las pinzas y a Lluna enseguida le empezaron a doler los pezones. El amo empezó a retirar las pinzas, que es cuando realmente hacen daño, pero el arte del maestro ayudaba a Lluna a superar el dolor acariciando sus tetas, cosa que me excitó muchísimo, ver lo agradecida que estaba ella por ese hecho, también me sorprendió que Laura en ningún momento se llegó a quejar, realmente era una sumisa ejemplar...

 Seguidamente el amo me pidió que fuera a la nevera a buscar unas cervezas. Cuando regresé al comedor él había puesto dos bebederos de perro en el suelo, al lado de ellas. Me hizo llenarlos de cerveza y les dio permiso a sus dos sumisas para que bebieran en ellos. Era morboso verlas a cuatro patas, con el culo al aire, bebiendo como perritas sedientas. Cuando se lo terminaron, el amo cogió a Lluna y la llevó hasta la mesa del comedor, la hizo abrir de piernas y se las ató a las patas de esa mesa, tumbándola sobre ella, quedando con el culo bien accesible. Él volvió a coger las pinzas y aprovechando que llevaba las ligas puestas se las fue colocando en los labios vaginales de Lluna, de manera que le quedó el coño bien abierto y visible, se podía observar el interior de la vagina perfectamente. El amo me lo fue enseñando. Era morboso ver el color rojo del interior del sexo de su nueva putita.

 El amo le dijo a Laura que escogiera uno de los juguetes de Lluna de encima la mesa. Laura escogió un huevo vibrador, se lo entregó a su amo y este lo puso en marcha y se lo fue pasando por el sexo de Lluna, esta empezó a gemir de placer, y él casi sin decir palabra se lo introdujo casi con brusquedad por el orificio del culo. Lluna gritó, a ella no le gustaba nunca que jugaran con su culito, pues había tenido una mala experiencia con un ex amante. Conociéndola me extrañó su reacción, no se quejó mucho, aunque noté que le dolía, y el amo también lo notó, diciéndole que tenia una palabra clave que siempre podía utilizar, entonces Lluna le susurró la palabra "cuidado". El respetuoso amo enseguida se lo sacó, así como también le saco todas las pinzas, le introdujo los dedos en su coño y la empezó a masturbar hasta que Lluna le volvió a pedir permiso para correrse y así lo hizo.

La desató de la mesa y él cogió una cuerda más larga, hizo que Laura la cogiera de una punta y yo de la otra, e hizo poner a Lluna la cuerda entre las
piernas, nos mandó que la subiéramos un poco para que la cuerda entrara perfectamente entre el sexo de ella, acto seguido le dijo que andara hacia delante, la cuerda se iba metiendo entre sus piernas y rozándole el clítoris, cosa que al principio daba placer pero luego fue siendo una tortura. Una vez llegó hacia a mí le ordenó que retrocediera hasta que llegara a Laura. Ya la había castigado bastante...

 Acto seguido el amo nos llevó a la habitación, allí en la cama de Laura me dio permiso para que lamiera el coño de su sumisa Laura, mientras ordenó a Lluna que le chupara su polla. La situación enseguida se fue calentando, mientras yo comía a Laura, Laura comía a Lluna y Luna comía a el amo, las dos volvieron a pedir permiso para correrse, pero él en esta ocasión no las dejó que lo hicieran, tenían que aguantar más, tenían que aprender a dominarse. Finalmente el amo accedió y las dos se volvieron a correr.

 Encendió unas velas y ordenó que sus dos sumisas se tumbaran encima de la cama, al derretirse la cera se la fue repartiendo por encima de sus cuerpos, Lluna se excito, sentía placer al caer la cera por encima de sus pechos. El amo ordenó a Lluna ponerse a cuatro patas, había llegado la hora de montar a su nueva sumisa, hacerla suya, enseñarme quién era el nuevo macho de mi mujer, humillarme.

 Lluna estaba deseosa de sentir que su amo la penetrara, estaba excitada, él la penetró, la cogió del culo y la empujaba fuerte, las tetas de Lluna se movían
en un vaivén demoledor, realmente era un morbazo ese espectáculo... Ordenó que miráramos y estuviéramos atentos... Lluna gemía de placer, él la cogía fuertemente del pelo y la cabalgaba con todas sus fuerzas, era como a ella le gustaba que la follaran los hombres, lo había visto muchas veces, pero esta vez era más morboso, no era mía, era de su amo y ahora él la estaba haciendo gozar y sabía que el final se acercaba, ese final que yo no podía hacer, sabía que llenaría de leche todo su coño... eso que tanto me excitaba y torturaba... ¡Esos excitantes celos morbosos!

 Y ese momento llegó, ella le pidió de nuevo permiso para correrse y él la dejó, ella se aceleró y llegó al orgasmo, nunca la había visto tan acalorada,
excitada y entregada. Agotada bajó la cabeza, esperando el regalo de su amo, él la seguía embistiendo, ya era suya, ya había ganado, dijo "preparaos" y se corrió dentro de ella, la llenó toda de leche. Sacó su polla del coño de Lluna y salía todo su semen, entonces mandó a Laura que lamiera y limpiara el sexo de Lluna, esta volvió a gemir de gusto al sentir la lengua de Laura y Laura de saborear la leche de su amo en el coño de su nueva hermana sumisa. Email.

 

 

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