El
hecho de que Lluna aceptara ser la sumisa de su nuevo amo sabía que me
traería un cambio de rol en nuestra relación. No poder controlar las
posibles
nuevas experiencias era una cosa que me ponía nervioso, por mi manera
de ser, siempre he necesitado llevar el control. El amo anteriormente
ya me había anticipado que al aceptar Lluna su dominio, yo dejaba de
tener los privilegios de marido sobre ella, me había hecho entender que
ya no me pertenecía sexualmente.
Pronto el amo me citó para explicarme lo que esperaba de mí, mis sospechas
enseguida se hicieron realidad, desde ese momento yo sería su
asistente, mi nuevo papel sería el de cuidarla y protegerla pero
también tenía que vigilarla y controlarla, al no vivir en la misma
ciudad, él me necesitaba para tenerla en todo momento bajo control.
Me advirtió de la prohibición de tener sexo sin su consentimiento, y en
todo caso a partir de ese momento siempre tenía que ser con
preservativo, dejándose para él el placer de llenarle las entrañas con
su leche. Si no cumplíamos sus órdenes a rajatabla, seriamos
castigados. Acepté ser su ayudante, la humillación de todo lo que me
acababa de explicar me provocó excitación y morbo, el amo se dio cuenta
de todo esto, me dijo que sería un buen asistente, que si me portaba
bien, sabría corresponderme...
Acto seguido me dio las primeras órdenes, quería presentar a Lluna a su
sumisa, quería juntar a sus dos niñas para que se conocieran, él me
explicó que tenía una sumisa desde hacía varios años a la que llamaba
Laura. Laura era su sumisa, entregada a él en cuerpo y alma, y como
parte de su educación, quería que tuviera una hermana... que aprendiera
a compartir, de la misma manera que ella ayudaría en la educación de
Lluna.
El amo ordenó que el encuentro sería en casa de Laura al día siguiente,
sería por la tarde, y como Laura no vive en la misma provincia que
nosotros, iríamos en dos coches..., él con ella y yo detrás en mi
coche. Primeros temores, primeros nervios, quería humillarme, sabía que
yo estaría permanentemente mirando todo lo que harían, pendiente de sus
movimientos... mi mente rebotaba, realmente no tendría yo el control.
También me dio instrucciones de cómo quería que ella fuera vestida y todo
lo que tenía que hacer para prepararla para el encuentro: Tendría que
llevar un
vestido que se pudiera desabrochar por delante del mismo color, tendría
que llevar la ropa interior, obligatorio tanga y yo tendría que cortar
de las medias
el trozo de las ligas adornadas de encaje para que las llevara puestas,
sabía que Lluna aún guardaba las medias que llevaba del día de su
primer matrimonio así que pensé que esas serían las apropiadas.
Ya que era en verano le compré una camisa un poco larga de color blanco.
Tenía también que llevarle toda la ropa interior de Lluna porque él
escogería lo que a partir de entonces quería que se pusiera, así como
todos los juguetes eróticos que ella usaba y me recalcó que llevara un
antifaz. Otra cosa de las que me tenía que ocupar era de preparar sus
partes íntimas, tenía que rasurar su sexo, ducharla, ponerle crema y
vestirla... Cumplí gustosamente todas estas órdenes, la preparé para la
ocasión, Lluna estaba realmente excitante, eso sí... muy nerviosa, como
yo. El hecho de no saber lo que iba a ocurrir nos ponía de los
nervios...
Y... llegó la hora, puntuales como siempre, llegamos a la gasolinera donde
habíamos quedado, él todavía no estaba, los minutos costaban de pasar,
por
nuestras mentes pasaba la idea...(si no viene... casi que mejor, no
podemos con estos nervios, ¿y si nos vamos?), pero el morbo nos hacía
estar quietos allí aparcados, vigilando yo por el retrovisor su posible
llegada. Y llegó, nos saludó, y ordenó que Lluna montara en su coche,
ella bajo del mío y se fue con él, la observé, se le veían unas piernas
interminables, parecía una turista, estaba sexy...
Cogimos la autopista, dirección sur, yo iba detrás suyo, veía sus
movimientos, charlaban animadamente, al salir de la ciudad y pasar un
peaje, vi que Lluna se movía más de lo normal... él le había mandado
que se sacara el sujetador... y le ordenó que me lo enseñara, lo vi
perfectamente desde mi coche. Al rato le hizo hacer lo mismo con su
tanga, me lo enseñó y vi como él se lo quedaba... A la hora de estar
viajando salimos en una área de servicio, aparcamos uno al lado del
otro y él bajó a saludarme, abrió la puerta de ella y le pregunté si ya
estaba más tranquila, si no tenía tantos nervios, ella me miró, vi su
mirada morbosa, me dijo que estaba bien, vi que le había hecho
desabrochar varios botones de su camisa, desde mi perspectiva vi a
Lluna medio desnuda, con sus pechos y piernas casi al aire... ¡Qué
excitación! Valía la pena.
Antes de partir de nuevo por la autopista, el amo le mandó a Lluna que
fuera al restaurante de la área a comprar bebida, ella obedeció, se le
intuía todo...
el bar lleno de camioneros y turistas... Realmente el amo tenía unas
ideas muy morbosas. Lluna era el centro de las miradas lascivas de
todos los hombres de ese bar, ¡qué placer ver cómo se giraban para
mirarla!
Estábamos a la mitad del viaje, ya más tranquilo después de la
experiencia en el restaurante, todo se hacía más llevadero. Al llegar a
la salida de la
autopista, vi que Lluna reclinaba el asiento, no podía ser que después
de todo lo ocurrido le entrara sueño... Al pasar el peaje, lo entendí
todo... ¡él le
había ordenado que se subiera la camisa y se hiciera la dormida
enseñando todo su sexo! Recuerdo los comentarios de los dos chicos de
la cabina al pasar yo después... (¿has visto? qué buena que estaba, se
le veía todo el coño a esa que estaba durmiendo). Cabrones, ¡si
supieran que era mi mujer!
Llegamos al piso de Laura, abrimos la puerta del ascensor, entramos los
tres, el amo me ordenó que le pusiera el antifaz y le quitara la
camisa, recuerdo la
situación allí los tres muy juntos, ella desnuda, temblaba de los
nervios, humillada y sin saber lo que le esperaba, él la miraba con
seguridad, se notaba que disfrutaba de la situación. Antes de llegar y
de que se abriera la puerta del ascensor, el amo se sacó del bolsillo
del pantalón el tanga que ella le había entregado en el coche y se lo
introdujo en la boca de Lluna. El amo tocó el timbre, la espera se hizo
larga.
Laura nos abrió la puerta de su casa, también estaba completamente
desnuda. Sin mirarnos cogió la mano de Lluna y la acompañó hasta el
centro del comedor, allí le pidió que se arrodillara, le quitó los
zapatos para que estuviera más cómoda y Laura se arrodilló delante de
ella. Le explicó que había un código de palabras con el cual Lluna
podría parar en cualquier momento si se sentía incómoda.
Las palabras claves serían: Cuidado, para advertir que estaba incómoda o
se le hacía daño, y la otra palabra sería Basta, que en caso de
pronunciarla
automáticamente el juego se pararía. También le explicó que a partir de
ese momento, en la presencia del amo tendría que bajar siempre la
cabeza y no podría mirarle a la cara, aceptar las órdenes con un "sí
amo", así como pedir permiso siempre para poder correrse, cosa que ella
también debía hacer.
Laura se levantó y se me acercó, y sin mirarme me quitó la ropa
lentamente. Una vez desnudo, cogió una cuerda y me ató los testículos,
advirtiendo que con el nudo de la cuerda anulaba mi masculinidad. A
partir de entonces, allí solo había un hombre que pudiera disponer y
usar a aquellas dos hembras... y ese solo sería el amo.
El amo ordenó a Laura que se volviera a arrodillar delante de Lluna y él
le quitó el antifaz a su nueva sumisa, y les dejó que jugaran y se
amaran. Enseguida se revolcaron las dos sobre la alfombra, se besaron,
se tocaron y se lamieron hasta estar muy excitadas, los dos cuerpos
unidos hicieron subir mucho más la temperatura de esa tarde de verano.
Mientras tanto, el amo iba escogiendo la ropa interior que a partir de
entonces Lluna tendría que llevar, el resto se las quedo él. Me hizo
poner todos los juguetes sexuales de Lluna encima de la mesa, volvimos
a contemplar como sus dos sumisas seguían gozando en el comedor, las
dos casi al unísono le pidieron permiso para correrse a el amo, él
accedió... Puso otra vez de rodillas a sus pupilas una delante de la
otra y él cogió una caja llena de pinzas de la ropa, y se las fue
colocando a las dos en sus pechos. Fue jugando con ellas hasta tener la
caja vacía. Sin duda, Laura estaba acostumbrada a las pinzas y a Lluna
enseguida le empezaron a doler los pezones. El amo empezó a retirar las
pinzas, que es cuando realmente hacen daño, pero el arte del maestro
ayudaba a Lluna a superar el dolor acariciando sus tetas, cosa que me
excitó muchísimo, ver lo agradecida que estaba ella por ese hecho,
también me sorprendió que Laura en ningún momento se llegó a quejar,
realmente era una sumisa ejemplar...
Seguidamente el amo me pidió que fuera a la nevera a buscar unas cervezas.
Cuando regresé al comedor él había puesto dos bebederos de perro en el
suelo, al lado de ellas. Me hizo llenarlos de cerveza y les dio permiso
a sus dos sumisas para que bebieran en ellos. Era morboso verlas a
cuatro patas, con el culo al aire, bebiendo como perritas sedientas.
Cuando se lo terminaron, el amo cogió a Lluna y la llevó hasta la mesa
del comedor, la hizo abrir de piernas y se las ató a las patas de esa
mesa, tumbándola sobre ella, quedando con el culo bien accesible. Él
volvió a coger las pinzas y aprovechando que llevaba las ligas puestas
se las fue colocando en los labios vaginales de Lluna, de manera que le
quedó el coño bien abierto y visible, se podía observar el interior de
la vagina perfectamente. El amo me lo fue enseñando. Era morboso ver el
color rojo del interior del sexo de su nueva putita.
El amo le dijo a Laura que escogiera uno de los juguetes de Lluna de
encima la mesa. Laura escogió un huevo vibrador, se lo entregó a su amo
y este lo puso en marcha y se lo fue pasando por el sexo de Lluna, esta
empezó a gemir de placer, y él casi sin decir palabra se lo introdujo
casi con brusquedad por el orificio del culo. Lluna gritó, a ella no le
gustaba nunca que jugaran con su culito, pues había tenido una mala
experiencia con un ex amante. Conociéndola me extrañó su reacción, no
se quejó mucho, aunque noté que le dolía, y el amo también lo notó,
diciéndole que tenia una palabra clave que siempre podía utilizar,
entonces Lluna le susurró la palabra "cuidado". El respetuoso amo
enseguida se lo sacó, así como también le saco todas las pinzas, le
introdujo los dedos en su coño y la empezó a masturbar hasta que Lluna
le volvió a pedir permiso para correrse y así lo hizo.
La desató de la mesa y él cogió una cuerda más larga, hizo que Laura la
cogiera de una punta y yo de la otra, e hizo poner a Lluna la cuerda
entre las
piernas, nos mandó que la subiéramos un poco para que la cuerda entrara
perfectamente entre el sexo de ella, acto seguido le dijo que andara
hacia delante, la cuerda se iba metiendo entre sus piernas y rozándole
el clítoris, cosa que al principio daba placer pero luego fue siendo
una tortura. Una vez llegó hacia a mí le ordenó que retrocediera hasta
que llegara a Laura. Ya la había castigado bastante...
Acto seguido el amo nos llevó a la habitación, allí en la cama de Laura me
dio permiso para que lamiera el coño de su sumisa Laura, mientras
ordenó a Lluna que le chupara su polla. La situación enseguida se fue
calentando, mientras yo comía a Laura, Laura comía a Lluna y Luna comía
a el amo, las dos volvieron a pedir permiso para correrse, pero él en
esta ocasión no las dejó que lo hicieran, tenían que aguantar más,
tenían que aprender a dominarse. Finalmente el amo accedió y las dos se
volvieron a correr.
Encendió unas velas y ordenó que sus dos sumisas se tumbaran encima de la
cama, al derretirse la cera se la fue repartiendo por encima de sus
cuerpos, Lluna se excito, sentía placer al caer la cera por encima de
sus pechos. El amo ordenó a Lluna ponerse a cuatro patas, había llegado
la hora de montar a su nueva sumisa, hacerla suya, enseñarme quién era
el nuevo macho de mi mujer, humillarme.
Lluna estaba deseosa de sentir que su amo la penetrara, estaba excitada,
él la penetró, la cogió del culo y la empujaba fuerte, las tetas de
Lluna se movían
en un vaivén demoledor, realmente era un morbazo ese espectáculo...
Ordenó que miráramos y estuviéramos atentos... Lluna gemía de placer,
él la cogía fuertemente del pelo y la cabalgaba con todas sus fuerzas,
era como a ella le gustaba que la follaran los hombres, lo había visto
muchas veces, pero esta vez era más morboso, no era mía, era de su amo
y ahora él la estaba haciendo gozar y sabía que el final se acercaba,
ese final que yo no podía hacer, sabía que llenaría de leche todo su
coño... eso que tanto me excitaba y torturaba... ¡Esos excitantes celos
morbosos!
Y ese momento llegó, ella le pidió de nuevo permiso para correrse y él la
dejó, ella se aceleró y llegó al orgasmo, nunca la había visto tan
acalorada,
excitada y entregada. Agotada bajó la cabeza, esperando el regalo de su
amo, él la seguía embistiendo, ya era suya, ya había ganado, dijo
"preparaos" y se corrió dentro de ella, la llenó toda de leche. Sacó su
polla del coño de Lluna y salía todo su semen, entonces mandó a Laura
que lamiera y limpiara el sexo de Lluna, esta volvió a gemir de gusto
al sentir la lengua de Laura y Laura de saborear la leche de su amo en
el coño de su nueva hermana sumisa.
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