La
sensación que yo tenía desde que me enteré que mi esposa me había sido
infiel en varias ocasiones con uno de nuestros mejores amigos, era el
intentarle "devolver la pelota". Pero en mi afán descubrí que no había
sido tan malo el hecho de ser un cornudo, porque me permitió descubrir
placeres que hasta entonces solo habían estado en mis fantasías.
Mi nombre es Fran, soy una persona normal, 37 años, 1,80 m. y de
complexión atlética, ya que a mi esposa como a mi nos gusta el ejercicio
físico el cual practicamos siempre que tenemos ocasión. Ella se llama
Eva, tiene 36 años, 1,70 m., con cara bonita, pechos redondos y
preciosos, unas piernas torneadas y un trasero redondo durito y muy bien
formado, de esos de los que uno no puede dejar de mirar cuando te lo
encuentras.
Una vez realizadas las oportunas descripciones personales, pasaré a contar
la historia que comenzó en el mes de mayo del año pasado, cuando Marta la
esposa de Juan, que son nuestros mejores amigos, me comentó que tenía una
cinta de video en la que están Eva y Juan montándoselo en su casa.
Me comentaba Marta que desde hacía un
tiempo tenía sospechas de que allí estaba pasando algo raro, y antes de
decirme nada, quería cerciorarse de lo que sospechaba. Fue cuando instaló
una cámara de video en su habitación para grabar lo que allí sucediera, y
efectivamente sus sospechas se hicieron realidad. Fue cuando urdimos un
plan
En esa misma semana, Eva y yo decidimos invitar a nuestros amigos a pasar
el fin de semana en nuestra casa, a lo que accedieron gustosos. Marta y
yo fuimos primero (ya que ella y yo salíamos de trabajar al medio día y
Eva y Juan salían a las nueve de la noche) entonces Juan recogería a Eva
en el trabajo e irían los dos junto para casa y allí nos encontraríamos.
Una vez Marta y yo llegamos a la
casa, y después de comer, salió la inevitable conversación de el lío de
nuestras respectivas parejas, el cual en un principio nos pareció fatal,
les criticamos, les insultamos..., pero después de un rato, ya no nos
parecía tan mal. El motivo fue que éramos unas parejas más o menos
modernas, con las miras del sexo muy abiertas, pero que nunca nos
habíamos planteado nada fuera del matrimonio y menos entre nosotros.
Después de largo rato de conversación, Marta me propuso que viéramos los
dos juntos la cinta de video que había grabado el día anterior en su
dormitorio entre Eva y Juan, accedí con impaciencia y algo de temor de
ver lo que allí había sucedido.
Empezaron la película (sin saber que
estaban siendo grabados, claro), entrando en la habitación, y diciéndole
mi mujer a su amante que llevaba todo el día pensando en él y que deseaba
que le hiciera el amor como nunca se lo hubiera hecho antes, porque
estaba muy cachonda y ya no aguantaba más. Entonces, comenzó a quitarle
la ropa a Juan hasta dejarlo completamente desnudo. El hombre ya estaba
con su herramienta totalmente dura y mostraba su buena polla (todo hay
que decirlo).
Agachándose le empezó a pasar la
lengua primero por la punta resbalando hasta sus huevos a los que les
brindó un buen rato de lametones, acto seguido comenzó a mamársela como
una gran maestra en la materia, propinándole una descomunal mamada que le
arrancaba gemidos de placer a nuestro amigo.
Era tal la calentura que tenía mi mujer, que se desnudó a la velocidad del
rayo y le ordenó a su amante que se la metiera en su recalentado coño,
cosa que el hizo sin demora alguna follándola con un ritmo endiablado,
mientras que solo se oían palabras obscenas saliendo de sus bocas,
motivadas por la excitación que tenían ambos.
Sacándose la polla de Juan de su
coño, le dice que se la meta en el culo, que a ella le encanta que la den
por ahí, y que está muerta de ganas de sentirla dentro; poniéndose a
cuatro patas y separándose las nalgas para mostrar mejor su ojete, él
comienza a lamérselo introduciendo primero la lengua seguida de un dedo y
después dos, hasta que estaba suficientemente dilatado. Fue entonces
cuando se la empezó a meter despacio hasta la mitad y ella dio una fuerte
culada y se la clavó entera, comenzando a follarla por el culo.
Eva se corrió dos veces con la polla
de su amante en el culo, y cuando él anunció su inminente corrida, ella
se la sacó del culo y se la metió en la boca, donde recibió toda la
descarga de leche que tragó sin dejar derramar casi nada.
Al ver todo esto, pasé de la rabia a la excitación, la cual se me notaba
en el pantalón deportivo que llevaba puesto. Al notar Marta que estaba
empalmado, sutilmente me comenta que a ella también le ha subido la
temperatura, ya que su marido y mi mujer habían echado un gran polvo.
Como los dos ya estábamos bastante
cachondos, decidimos que nosotros también podíamos echar un polvo. Así
fue como empezamos a besarnos ardientemente, jugando con nuestras
lenguas. Poco a poco comencé a tocar las tetas de Marta, primero por
encima de la blusa y después de sacársela junto con el sujetador, comencé
a acariciarlas al natural chupándole sus marrones y durísimos pezones.
Mientras me entretenía con aquellas maravillas de la naturaleza, ella me
había desabrochado los pantalones y me los había bajado junto con los
slips hasta las rodillas, meneándomela al ritmo que yo le chupaba los
pezones.
Nos desnudamos completamente,
sentándose ella en el sillón yo me arrodillé entre sus piernas,
procediendo a comerle aquel ardiente, chorreante y delicioso coño, al
poco rato de que le empecé a chupar el clítoris me regaló un gran orgasmo
en mi boca.
Tumbándome en el suelo, Marta me dijo
que me iba a cabalgar, subiéndose encima se clavó mi polla de un solo
golpe en su coño moviéndose como una yegua desbocada, me estaba llevando
al mismísimo cielo con aquella manera de follar, cuando aparecieron de
repente Eva y Juan, no dando crédito a lo que estaban viendo. Se quedaron
como atónitos mientras Marta no dejaba de cabalgarme mirando hacia ellos
hasta que ya no pude más y me corrí llenando sus entrañas de mi espesa y
caliente leche.
Sin darles tiempo de reacción, les
dice Marta :
- "¿Os ha gustado ver el polvo que
hemos echado Fran y yo?".
Eva y Juan nos llamaron adúlteros,
sinvergüenzas y demás lindezas que se les pasaron por la cabeza. Una vez
terminaron de insultarnos, les dijimos que les teníamos que mostrar una
cosa.
Sentándonos delante de la televisión,
les pusimos su propia película pornográfica. Se pusieron muy colorados,
intentaban darnos explicaciones, pero no podían, ya que era muy evidente
que no era un desliz. Solo pudieron decir que lo sentían, que no volvería
a suceder más, que había sido un error y todo ese tipo de cosas que se
suelen decir en estos casos.
Marta y yo después de escuchar todas sus disculpas, les dijimos que
estuvieran tranquilos, que afortunadamente había sido un gran paso para
los cuatro y que deberíamos disfrutar mucho más de nuestras relaciones
sexuales los cuatro juntos y que deberíamos de comenzar en ese preciso
momento.
Les dijimos que el motivo de que
Marta y Juan fueran a pasar el fin de semana, había sido una disculpa
para desenmascarar la infidelidad de nuestras respectivas parejas y para
poder empezar a gozar sin tabúes ni engaños.
Los cuatro decidimos que así debería
ser y que mantendríamos relaciones sexuales con quien quisiéramos de
nosotros, con la única condición que los demás lo deberían saber. Nos
dimos un gran abrazo los cuatro juntos a modo de sellar el acuerdo y
tanto Eva como yo y Marta con Juan nos dijimos en voz alta y casi al
unísono que nos amábamos más que nunca.
Sin más tregua, mi esposa me empezó a besar ardientemente, al igual que
nuestros amigos lo hacían por su parte. Me metió la mano por dentro de
mis pantalones deportivos acariciando mi polla y yo hacía lo propio por
debajo de su falda metiéndole un dedo en su ya calentito coño.
Fuimos desnudándonos poco a poco
hasta quedar desnudos. Eva me dice :
- "Quiero chupártela hasta que me
llenes la boca de tu corrida".
Me sorprendió la decisión con que me
lo dijo, pero como es normal no puse ningún impedimento a tan agradable
proposición. Y así lo hizo, después de un rato de excelente mamada me
corrí en su boca, y sin derramar ni una gota, la mantuvo dentro y
cogiendo a Marta por la cintura le dio un morreo compartiendo mi semen
entre las dos, tragándoselo todo, no dejando derramar ni una sola gota.
Marta hizo lo mismo con Juan, mientras nosotros los mirábamos, y cuando le
llenó la boca de leche la compartieron nuevamente. Esto hizo que me
volviera a empalmar otra vez, ya que la escena era súper morbosa.
Le dije a Eva que sacara el
consolador con arneses que le había comprado en una ocasión (ya que me
gustaba que de vez en cuando ella me diera por el culo con el) y mientras
se lo colocaba comencé a follarme a Marta delante de su marido, el cual
sonreía mientras se recuperaba de su corrida.
Mientras se la estaba clavando a
nuestra amiga, sentí como mi mujer me empezaba a lamer el culo,
metiéndome la lengua y después uno y otro dedo hasta abrírmelo bien. Me
quedé un rato inmóvil y sentí como mi esposa me empezaba a dar por el
culo mientras yo se la tenía metida a Marta en su coño.
Era una situación realmente muy
morbosa y Juan empezó a empalmarse de nuevo viéndonos follar a los tres.
Fue cuando Eva le dijo que si quería él probar también por el culo, a lo
que dijo que sí. Me la sacó del mío y comenzó a pasarle la lengua por el
suyo, mientras él confesaba delante de todos, que cuando se masturbaba en
su casa se metía uno de los vibradores de Marta en el culo y que le
gustaba mucho, entonces Eva comenzó a follarle el culo sin piedad, ya que
no era virgen por ahí y no había problemas de dolor, mientras Marta y yo
hacíamos un sesenta y nueve de infarto.
En aquel salón solo se oían gemidos y
jadeos de placer, respirándose en el ambiente un intenso olor a sexo, el
cual contribuía más si cabe a nuestra excitación. Eva se quitó el
consolador de arneses y empezó a morrearse con Marta a cuatro patas sobe
la alfombra, momento en el que Juan y yo aprovechamos para follarnos cada
uno a la mujer del otro viéndonos la cara y disfrutando del momento.
Cuando nos íbamos a correr, colocamos a nuestras cachondas esposas de
rodillas delante de nosotros y les regamos las caras con nuestra
respectiva leche. Juan y yo caímos rendidos sobre la alfombra, mientras
ellas continuaban la fiesta por su cuenta, comiéndose los restos de
nuestras corridas, morreándose, se chupaban las tetas mientras se metían
los dedos cada una en el coño de la otra. Así estuvieron un rato
masturbándose mutuamente, hasta que se fundieron en un lésbico sesenta y
nueve durante el cual se corrieron varias veces hasta que cayeron
agotadas.
Desde ese día, hacemos intercambio y sexo en grupo en todas sus
modalidades entre los cuatro. El amor entre nosotros ha aumentado, al
igual que la relación de amistad que nos unía también salió muy pero que
muy favorecida.
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