Yo
llevaba mucho tiempo con la fantasía de ser cornudo pero mi novia
Carmen no quería, porque decía que con mi polla tiene suficiente y no
necesita otra. Por desgracia a las fantasías no les da mucha
importancia y no le causa excitación ninguna de las fantasías que le
propongo, o al menos eso dice. Por fortuna, nuestras relaciones
sexuales son satisfactorias porque es bastante guarrilla en la cama e
incluso fue ella quien me pidió que le rompiera el culo, pero follar
con otras personas o con varias a la vez nunca le ha parecido
interesante. Tiene 19 años, es rubia, 1,74 de altura, delgada, tetas
medianas y duras y culito respingón.
Una
noche le conté mi fantasía en un chat a un hombre de 45 años y él me
dijo que era especialista en hipnosis y que podía ayudarme a ser
cornudo. No le hice demasiado caso porque no creía en esas cosas
y me parecía imposible anular la voluntad de una persona mediante la
hipnosis, pero seguí en contacto con él y chateábamos de vez en cuando
y siempre me insistía en que lo de la hipnosis es algo completamente
real y que ha hecho cornudos a muchos hombres hipnotizando a sus novias
y esposas. Como me caía bastante bien y parecía serio, acepté a quedar
con él en persona para conocernos y trazar un plan. No tenía nada que
perder y mucho que ganar, así que, ¿por qué no intentarlo?
Este
hombre se llama Diego y es naturópata. Quedamos en su consulta a última
hora de la tarde y en cuando se marchó su último paciente comenzamos a
hablar sobre la forma de que él se follara a mi novia. Me propuso un
plan bastante interesante y al que di el visto bueno. Resulta que
Carmen tiene problemas de espalda y de cuello y los médicos no se lo
resuelven. No es nada grave, sólo de duele de vez en cuando. El plan
consistía en que yo la llevara allí para que Diego le curara sus
problemas de espalda mediante un tratamiento de hipnosis y medicinas
naturales.
Convencer
a Carmen no me resultó nada complicado, ya que ella alguna vez me había
hablado de probar un tratamiento natural para sus dolores. Diego nos
dio cita un viernes por la tarde y allí nos presentamos, yo muy
nervioso como podéis suponer. Si todo salía bien, Carmen saldría de
allí bien follada y yo hecho un cornudo.
Entramos
a la consulta de Diego y tras contarle Carmen lo que le pasaba, puso
una música muy relajante, encendió una varita de incienso aromático y
le pidió que se sentara en una silla. Él se puso detrás de ella, de
pie, y con las manos sobre sus hombros comenzó a repetir constantemente
una serie de frases relajantes y extrañas, a través de las que incitaba
a mi novia a relajarse. Después se puso frente a ella con una especie
de péndulo que le dijo que mirara fijamente, a la vez que seguía
diciendo palabras raras. Después de unos minutos Carmen cerró los ojos,
aunque seguía despierta.
Diego
se volvió a colocar detrás de ella, con una mano suavemente posada
sobre su cuello y otra en su cabeza, transmitiendole "energía".
Cuando Carmen estaba aparentemente dormida, me pidió que le
desabrochara la camisa poco a poco. Llevaba una camisa blanca muy sexy
y una minifalda.
Con
mucho cuidado le desabroché todos los botones y se la quité, quedándose
en sujetador. Yo estaba bastante nervioso, con miedo a que se
despertara, cosa que notó Diego y me dijo que me tranquilizara, que no
se iba a despertar.
Con
voz muy cálida y armoniosa le ordenó que se levantara de la silla y se
pusiera de pie, y acto seguido le desabrochó el sujetador. Del morbo de
la situación la polla se me endureció, pues mi novia estaba con las
tetas libres, sin sujetador y a disposición de un extraño que la tenía
realmente hipnotizada.
Diego
la llevó de la mano a la camilla y le ordenó que se tumbara bocabajo.
Después me pidió a mí que le quitara las botas, la minifalda y el
tanga, mientras él estaba a la altura de su cabeza masajeando sus
hombros y narrando unas hechizantes frases. Me empalmé por completo
cuando la vi allí totalmente desnuda. Después me senté en una silla y
Diego cogió unos botes de aceites. Carmen seguía con los ojos cerrados,
sin abrirlos en ningún momento.
Diego
le echó el aceite sobre sus hombros, cuello y espalda y comenzó a darle
un masaje, lentamente, con mucho mimo y delicadeza. Poco a poco fue
bajando y le masajeó el culo, así como las piernas. Después le ordenó
que se diera la vuelta, a lo que él la ayudó, y Carmen quedó con su
coño a la vista, cosa que me provocó una enorme erección.
Comenzó
a echarle aceite por las tetas y el vientre y a masajearla. Dedicó
mucho tiempo a masajearle las tetas y observé que los pezones se le
pusieron durísimos. Con voz muy baja me pidió que le comiera el coño
muy despacito, cosa que hice, mientras él seguía sobando sus tetas.
Empecé
a darle lametones muy lentamente, primero por la parte de fuera del
coño y las ingles, y poco a poco le metí la lengua cada vez más
adentro. Estaba tan concentrado en mi tarea que no me había percatado
de que Diego se había desnudado. ¡Estaba completamente desnudo
tocándose la polla mientras observaba el cuerpo de Carmen y me miraba a
mí cómo le comía el coño!
Cogió
una toallita, la frotó sobre sus tetas (creo que para quitar el aceite)
y mediante gestos me hizo entender que dejara de chuparle el coño y
procediese a lamérselas, cosa que hice de inmediato. Yo tenía la polla
tan dura que la presión en los pantalones me provocaba molestias, pero
Diego no me decía en ningún momento que me los quitara, así que tuve
que aguantarme.
Muy
suavemente Diego separó las piernas de Carmen, colocó su polla en la
entrada del coño y poco a poco fue apretando. Yo quería verlo bien así
que levanté mi cara de las tetas y dejé de chupar, y fijé mi atención
en cómo Diego iba introduciendo cada vez más su polla en el coño. Su
polla era más pequeña que la mía de longitud, pero más gorda. Aceleró
el ritmo y me ordenó que le chupara los pezones. Mientras le chupaba
uno de los pezones, con una mano le acariciaba el otro.
Entonces
Diego llevó sus manos a sus pechos, yo me aparté, y se los empezó a
masajear mientras la follaba. Su polla entraba por completo en el coño
de mi novia y ella de vez en cuando soltaba algún gemido. Yo no podía
entender que siguiera hipnotizada. ¡Era increíble!
Se
la follaba rápido pero suavemente a la vez, sin brusquedad. La polla
cada vez me dolía más, pero él no me decía en ningún momento que me
quitara los pantalones y yo no me atrevía a quitármelos sin su permiso.
¡Necesitaba hacerme una pajote con urgencia! Y por fin, cuando ya daba
por hecho que no sucedería, Diego con gestos me pidió que me quitara
los pantalones y los calzoncillos, y también me pidió que ocupara su
lugar, cosa que en realidad no me apetecía, pues prefería mirar.
Le
metí la polla a Carmen en el coño con cuidado y la follé poco a poco,
con mucha tranquilidad, pues no quería correrme. Diego colocó su polla
a la altura de su cara, le rozó los labios, apretó la punta de la polla
sobre su boca, ella la abrió y Diego le metió la mitad aproximadamente,
no se la metió entera. Metía y sacaba, metía y sacaba, y ella con su
lengua parecía saborearle la polla. Había momentos en los que él la
tenía fuera y ella sacaba la lengua, como pidiendo más. A veces en vez
de la polla le acercaba los huevos, los cuales ella lamía suavemente.
Estuvimos
un buen rato así, hasta que Diego ocupó mi lugar y le folló el coño de
nuevo. Como no me dio ninguna orden, me quedé de pie masturbándome, que
era lo que llevaba deseando hacer desde el principio.
Ver
a un barrigón, con el pecho, la polla y los huevos llenos de pelos
follando a mi amada novia me provocaba una excitación brutal y estaba a
punto de correrme. Entonces, él me indicó en voz baja que me esperara a
que se corriera él, cosa que no tardó en hacer. Aumentó el ritmo de las
embestidas y cuando no pudo más, sacó la polla y depositó sobre su coño
una abundante y espesa corrida.
Se
apartó y yo me masturbé en su coño, rozando la entrada con la punta de
mi polla. Verle el coño cubierto de la leche de Diego era un morbazo
total, y al cabo de unos segundos le eché yo la leche encima, en el
mismo sitio donde se había corrido Diego.
Me
dio una toallita para que yo limpiara el semen y él mientras tanto se
vistió. Después me vestí yo y me indicó que le pusiera el tanga, la
minifalda y las botas a ella. La ordenó sentarse en la silla, a la que
la acompañó cogida de la mano, y me dijo que le pusiera el sujetador y
la camisa.
Posó
sus manos sobre sus hombros y comenzó el ritual para despertarla. Tardó
unos cinco minutos. Ella no recordaba nada, pero eso sí, afirmaba
encontrarse muy relajada y con mucha paz interior. Diego le entregó
unas pastillas naturales y abandonamos la consulta.
A
día de hoy sus dolores han desaparecido. Carmen está muy contenta y
hemos decidido hacerle una visita a Diego cada dos meses para que la
revise y porque no sólo le quitó los dolores sino que le proporcionó
una agradable sensación de tranquilidad y paz interior, además de una
buena follada.
Saludos.
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