Os
voy a relatar lo que mi más íntima amiga, Carmen, me ha contado durante
una noche en la que se nos soltó la lengua por unas copas y decidimos
confesarnos, nuestro mayor secreto en lo tocante a temas sexuales.
Pensé que me iba a relatar la típica historia de lo que hizo una vez
con su marido Álex o alguna tontería con algún noviete suyo de antes de
casarse, porque es más bien tímida en lo que respecta a confesiones,
pero me dejó de piedra, como espero os deje a vosotros el relato que,
con su consentimiento y ayuda voy a pasar a contaros para vuestro
deleite. Según iban apareciendo en su boca, entre sorbito y sorbito de
cava, los hechos de aquella famosa mañana, me iba desarmando y porque
no admitirlo, excitando cada vez más. Un punto de envidia apareció en
mis ojos. Por mi parte, mi experiencia la tuve que adornar un poquito
para que no se quedase tan sosa al lado de la suya, pero ya me
contareis lo que os parece.
Entre risas y vapores etílicos empezó
por quejarse de su marido, como hacen la mayoría de las mujeres con la
boca pequeña claro, ¿no?, y de que no practicaba sus conocimientos
digitales en casa; y
..
Cuantas veces le había dicho a Álex que el Canal
Digital no funcionaba, que ya le valía siendo técnico en electrónica y,
lo mejor, trabajando en una contrata para Canal+, ya se sabe En casa
del herrero.... Soy de las mujeres que reconozco que me entretienen
las películas de los viernes por la noche, las de sexo vamos. Y desde
hacía varias semanas, ná de ná, y él sin atender mis peticiones.
Esa mañana me encontraba cociendo un poco de pasta, en
ese momento en el que el agua empieza a ebullir y hay que echarle la
sal, después ya es tarde. En ese momento sonó el timbre y me di cuenta
que tal y como estaba vestida no era oportuno abrir, ¿o sí?. Siempre me
ha sentido un poco putilla, sobre todo cuando estoy sola en casa, y me
viene a la mente mi más deseada fantasía, la que incluso le he llegado
a confesar a Álex inmersos en una noche de pasión y lujuria. Él se
sorprendió mucho cuando se la confesé pero a la vez noté un brillo de
curiosidad y deseo en sus ojos, como si no le molestase demasiado, es
más, incluso creo que se excitó cuando le fui detallando lo que me
gustaría que me hicieran unos desconocidos que viniesen a casa por
algún asunto doméstico. Estoy segura que mucha parte de la erección se
debía a mis descripciones que, confieso, aquella noche eran de lo más
fuerte. Me explayé todo lo que quise, todo lo que me brotó de dentro,
todo lo que hizo sentir al día siguiente como una verdadera puta que
quiere convertir a su chico en un cornudo pero a sabiendas. Esos
hombres estaban en casa, con Álex, mientras yo había salido con unas
amigas al cines y después a tomar algo, sin desparramar demasiado, por
lo que llegué demasiado pronto, a medias de la partida de póker que, de
forma rotatoria, se organizaban algún que otro sábado. Estaban algo
bebidos, como yo, y todos fueron muy educados conmigo cuando hice
aparición en el comedor con un top de tirantes y una falda vaquera,
corta y ajustada. Me saludaron con un par de besos que en el caso de
Marcos fue demasiado cerca de las comisuras de mis labios. Álex había
bebido más que los otros tres, se le notaba a una legua y empezó a
alabarme delante de los demás de forma que me empecé a sentir como en
una subasta.
El timbre volvió a sonar, ahora con más decisión. Quién
será tan insistente a estas horas, pensé pero volví a ese día, el de la
partida. Mi chico seguía eufórico, estaba tocando asuntos íntimos con
un desparpajo que me dejaba de piedra. Sus amigos estaban muy animados
con su exposición y le solicitaban algún que otro detalle sobre mi: qué
si lo hacia tan poco contigo como sus mujeres con ellos; qué si seguía
utilizando ropa sexy para ciertas ocasiones; etc. etc. hasta que alguno
sacó a relucir el tema de las fantasías sexuales. En ese momento Álex
se desparramó, y les soltó en sus caras
- Pues no os podéis ni imaginar cuál es la de Carmen.
A ella lo que más le gusta es que su maridito consienta en que sus
amigos hagan con ella todo lo que les apeteciera, conmigo delante, y
que le humillen hasta que dijera lo puta que es, que me le gusta
sentirse esclava de los que la estén follando sin piedad y que se
correría sólo con la sensación de que le dijeran guarradas al oído y le
insultaran por ser tan zorra.
Ellos me miraron con los ojos como platos, no lo podían
creer y yo me quedé petrificada, pero en lo más hondo de mis entrañas y
ascendiendo hasta mi cabeza sentí un hormigueo tan agradable y sensual
que me empezaron a temblar las piernas y a sudar las manos, a lo que
ayudaba mucho las copas que llevaba dentro. A partir de ahí todo se
aceleraba y empezaba la fiesta. Primero Álex que sin cortarse comenzó a
besarme, allí mismo, delante de sus amigos que seguían sentados en la
mesa. Mi marido me llevaba al sillón y comenzó a desnudarme
alocadamente, comenzó a trabajar en mi con especial dedicación, y en
unos momentos yo estaba más húmeda que en el trópico. Ya nada me
importaba, ellos habían empezado a acariciarse sus braguetas ante el
panorama, que a estas alturas ya andaba porque me estaba tragando
completamente la polla de Álex mientras, como una verdadera puta que
hubiese sido contratada para alegrar la partida a los chicos, les
ofrecía una panorámica de mi culo y, gracias a mis piernas abiertas, de
mi coño por detrás. Era superior para ellos, estaban a punto de unirse
a nosotros pero no hizo falta, mi marido les invitó, es más, medio me
forzó a que fuese yo la que les invitase, además con unas palabras
concretas que él iba dictando:
- Vamos, cabrones, ¿os vais a quedar todo el rato ahí,
agarrados a vuestras pollas, y no vais a aprovechar la oportunidad que
os da una puta y la invitación que os hace su marido, el muy cabrón?,
dije automáticamente, como si fuese otra persona.
No hizo falta más. A partir de ahí, mi fantasía se
volvía sublime y explosiva, pero curiosamente, los momentos que más me
excitaban eran en los que todos, incluso Álex, me humillaban, me
trataban como a una guarra, con la que podían hacer todas las
ocurrencias que su sexo les dictase. Sobre mí vaciaron varias veces sus
pollas, sobre mis discretos pechos, sobre mi cara, en mi boca, en mi
nariz, en mi pelo, dentro de mi coño y, sobre todo, dentro de mi
enrojecido culo, porque fue allí por donde todos querían pasar y para
el último, mi marido, fue demasiado fácil.
Esta era mi fantasía más brutal y en ella participaba
Álex, era pieza imprescindible. Ahora, estos eran mis deseos pero en
ese juego siempre faltaba la decisión por mi parte de dejarme llevar,
porque pretendientes que me mirasen mis esbeltas piernas y altivo culo
había muchos, sin duda.
Esa mañana me
había dejado el pelo suelto, en plan melena ondulada, lo que unido al
color oscuro del pelo y al movimiento que sabía imprimirla me daba un
toque muy sensual. Eso atraía a los hombres que sabían reconocer en
esos gestos un deseo contenido, pero no me atrevía a dar ningún paso
dado que siempre iba acompañada por el mismo hombre, Álex, pero se me
escapaban miradas hacia los machos que sabían reconocer en mi a una
mujer deseosa de las más íntimas sensaciones. Sabía que si me lo
proponía podía llegar a ser toda una guarra pero la ocasión nunca se
presentaba y no me sentía a gusto dando el primer paso. El timbre
seguía insistiendo y yo no tenía que ir al trabajo. Mi jefe se había
casado y nos había regalado a todos los empleados un día de fiesta. Me
encontraba sola y con la mente muy ágil e inquieta. Me había sentido un
poco acalorada por lo que iba muy escuetamente vestida, de ahí que no
fuese el atuendo más adecuado para abrir la puerta. Antes de ducharme,
recién despertada, había estado jugando en mi cama con un juguetito que
me había regalado mi chico, vamos un masturbador de esos que tienen dos
cabezas. La más grande y más parecida a una polla, con sus venas y
todo, para introducírmela en mi depiladito coño y la otra, con menos
forma masculina, más delgada pero estriada, para metérmela hasta lo más
profundo de mi culito y que cada estría la note al sobrepasar su
anillo. Me había dado una buena sesión; en un corto espacio de tiempo
había tenido dos orgasmos intensos mientras me perforaba a la vez coño
y culito, previamente lubricado como me habían enseñado. Mi coñito
tiene unos labios especiales, bastante abultados, sobre todo cuando me
excito, lo que suele ser a menudo porque soy de sangre caliente; y el
clítoris es muy agradecido y visible, enseguida pide que le den su
merecido y por mi parte o por la de mi pareja sabemos acallarle.
Por fin,
eché un vistazo por la mirilla y vi a un chico que empezaba a
impacientarse y que hablaba con otros comentándoles que no podía ser
que los propietarios se hubiesen olvidado de la cita. Les pregunté que
qué querían, a lo que el más próximo a la puerta comentó que venían a
reparar la señal del canal digital, que les había dado un aviso un tal
Álex Hinojosa y habían quedado para esta mañana. Les dije que esperasen
un momentito que enseguida les abriría.
Que raro, pensé, Álex me tenía que haber comentado
algo, hoy es mi día libre y no me gustan estas sorpresas. Volví a mirar
a través de la puerta sin hacer ruido y comprobé que eran tres los
operarios que esperaban y, por cierto, no estaban nada mal aunque
pareciese el típico tópico. Serían los uniformes digitales que siempre
ayudan, pensé. En ese instante oí como uno de ellos decía: igual la
hemos pillado desnuda y tiene que vestirse un poquito, ¿no?, que pena,
mira que me da morbo hacer arreglos en casas en las que están las
mujeres solas. Un día os tengo que contar lo que le paso a Jiménez en
Toledo, fue la hostia, aunque esas cosas sólo pasan en las películas
porno
.. No me perdía ni un detalle y sin darme cuenta noté como se me
estaban erizando los pezones e, incluso las abultadas aureolas. ¿Sería
capaz de aprovechar un momento así y realizar mi deseada fantasía?,
aunque pensó que podía ser peligroso, unos desconocidos,
.bah, no son
desconocidos, son del Plus, vamos vamos, toda una referencia
.incluso
hasta pueden ser de alguna empresa que conozca Álex,.....andaba metida
en estos pensamientos cuando volvió a sonar el timbre.
-Voy, voy, perdone pero no encuentro las llaves,
triste excusa le di cuando tintineaban entre mis manos.
Fui hacia la habitación pensando qué ponerme, ni muy
atrevido ni muy monjil, así tenía que ser. ¡¡¡Un vestido, eso es!!!!.
Feliz idea. Cogí uno que me sentaba de miedo, con flores discretas,
abierto ligeramente por detrás y no muy corto, por encima de las
rodillas. Me calcé unas sandalias que alargaban mis piernas y realzaban
mis apetitosas nalgas y me dirigió a la puerta. Con intención, y como
haría toda una guarra, olvidé toda la ropa interior, secretos de una
mujer de la que nunca se diría que actuaría así pero ahora estaba
perdiendo los papeles por el calor que empezaba a sentir entre mis
piernas. Me llevé una mano entre mis piernas y me di cuenta que la
temperatura de mi coño había aumentado y empezaba a estar húmedo. Soy
más puta de lo que pensaba, estoy empezando a chorrear fluidos y
todavía no he abierto la puerta. Me dirigí a la puerta lentamente, los
pezones ya se me marcaban ligeramente en el vestido y a la vez sentía
como al andar los labios de mi ya húmedo coñito se rozaban empezando a
sentir un hormigueo que me subía hasta el pecho. Estaba muy excitada y
todo por mi fantasía y la conversación de los operarios.
-Buenos días y perdonen la espera, pero no me habían
dicho que iban a venir, lo siento, me disculpé como pude advirtiendo
que mi voz no era la normal.
-No se preocupe. Teníamos un hueco y hemos pensado que
seguro que les venía bien solucionar el problema de la orientación de
la parabólica. Esperemos que sólo sea eso, me dijo el que parecía el
responsable del grupo, en el que además de los tres que vi por la
mirilla también había una mujer, lo que me desilusionó un poco.
-Gracias por el detalle. Es verdad, llevamos un par de
semanas sin señal y con lo que ponen en las otras cadenas, mejor apagar
la tele, sobre todo los viernes. Síganme, el receptor está en la
habitación, les indiqué con bastante desparpajo, lo que me sorprendió
debido al furor que se revolvía dentro de mí.
En
un momento me vi rodeada de extraños y en mi habitación. Increíble. Ni
en mis mejores fantasías. Como me gustaría saber que tenía que hacer
ahora para desencadenar la cascada de sucesos que estaba deseando. Me
acerqué a la tele que estaba a los pies de la cama y para indicarles
dónde estaba la conexión tuve que subirme a la cama y agacharme, y este
gesto tuvo que ser demasiado provocativo para ellos, y ella, porque oí
un comentario del moreno, el encargado, inundado de ironía: Ya, ya, ya
me parece que lo voy viendo más claro, cre-o que he lo-ca-li-za-do la
a-ve-rí-a, alargando las sílabas. Me di cuenta que al acercarme a la
tele y no llevar bragas, la imagen de mi entrepierna por detrás tuvo
que dejarles con la boca abierta. Seguro que el que contaba lo de la
clienta de Toledo se había empezado a hacer su castillo en el aire.
Eché un vistazo hacia atrás de reojo y comprobé como los cuatro estaban
ligeramente agachados para ver mejor la supuesta avería. ¡¡¡¡Me estaban
mirando el culo descaradamente!!!.
Como una guarra me hice la despistada y seguí
indicándoles dónde estaba la conexión, aunque el moreno había visto
como al volver mi cabeza les había sorprendido espiando mi cuerpo. A
estas alturas ya nada me importaba y él, sabiendo que no llevaba
bragas, habría comprendido lo obvio, que me estaba insinuando. La
mujercita educada y modosita que está sola en casa, con extraños, y se
vuelve la mujer más puta del barrio y sólo por vicio, por disfrute, por
verse perforada por todos sus agujeros y llena de leche de unos machos
que pretenden saciarse con ella y hacer lo que no se atreven a hacer
con sus propias mujeres o ellas no les dejan.
En estos pensamientos estaba sumida cuando noté que mi
propia cama, en la que había follado intensamente durante la noche
anterior, se hundía con un peso que se acercaba sigilosamente hacia
ella. Dejé hacer al intruso mientras intentaba balbucear algunas
palabras inconexas sobre la oferta digital.
El
hombre demostró saber lo que hacía, me deslizo una caricia en mi oído,
un leve mordisco en mi espalda, recorriéndola despacito, poco a poco,
descendiendo desde el cuello, una vez apartado los sensuales rizos que
lo cubría, bajando por mi espalda decididamente hasta la curva de mi
cintura y siguiendo entre mis nalgas, separándolas para besar mi, para
él, apetecible culito. Esa entrada natural de placer por la que él se
moría día a día pero que su mujer no le permitía. El pensó que una puta
como aquella no le iba a poner impedimentos como su mujer.
Con
su dedo empezó a hacer círculos, levantando mi vestido hasta la cintura
para observar esa preciosidad, tersa y sugerente, que le ofrecía y para
que todos pudiesen observar lo que aquella guarrilla ponía a su
disposición. Me metió los dedos en la boca y se los mordisqueé con
pasión, noté que su respiración le delataba y ponía a la vista su
deseos más abyectos. Así, una vez humedecido, lo fue introduciendo
dentro de mi, poco a poco, describiendo círculos como una barrena, como
la herramienta de un escultor que busca la mejor posición para
descubrir la vena artística en su materia bruta. El dedo seguía su
camino, que a estas alturas ya estaba acompañado por la banda sonora de
su respiración entrecortada, hasta pasar el anillo de presión, ese que
yo había ya aprendido a relajar para permitir que un intruso deje de
serlo y se convierta en un arrogante amante.
Intenté
darme la vuelta, pero en ese momento mi hombre me demostró claramente
quién mandaba allí: Te he dicho acaso que te des la vuelta, zorra.
Quiero que mientras yo sea el que hace contigo lo que le da la gana no
te vuelvas ni me toques, sólo te vas a dejar, como puta que eres, que
te hagamos lo que nos apetezca. Que quede claro, ¿entendido?
Sentí
una descarga dentro de mí que me puso en el borde del éxtasis. Ese
trato vejatorio obró en mi como un detonante. No me conocía en esta
faceta pero me excité profundamente, mi fantasía comenzaba a
materializarse, creo que no lo voy a soportar. Pensar que todos me iban
a usar, como una puta, como una guarra y zorra que es como me estoy
comportando en estos momentos. Me dejaría hacer y ellos serían los
amos. Haría todo lo que me pidiesen, y no pararía a pensar si me gusta
o no. Obedecer ciegamente como el mando del Digital.
Él
me giró bruscamente la cara hacia la conexión eléctrica y me hizo
agachar la cabeza hasta dar con la frente en la cama, para quedarme con
el culo bien alto y abierto. Debía de ser un espectáculo impresionante,
todos resoplaban. Con los dos pulgares me abrió bien la entrada de mi
ano y me escupió, su saliva penetró por su entrada y la sintió
caliente.
-Escupirle
en el culo a esta guarra, que le gusta. Quiero que todos lo hagáis.
Parecía
una orden de trabajo. Uno por uno se acercaron a mi culo, mientras
sentía dolorosamente la presión que separaba mis nalgas, y fueron
escupiendo dentro a la vez que introducían un dedo para que la saliva
no se quedase en la puerta. En último lugar, la mujer del equipo se me
acercó al oído y me dijo lo guarra que era y lo caliente que había
puesto a sus compañeros, y a ella, para que negarlo, y que no sabía
bien lo que hacía, ya no había quién los parase y acto seguido metió
sin compasión un par de dedos dentro de mi culo, lo que hizo que me
estremeciese pero sin abrir la boca, como me habían ordenado.
El
que dirigía la situación comenzó a meter su dedo sin compasión,
sabiendo desenvolverse en esas oscuridades, dilatando la entrada de mi
cueva como un explorador avanzado que prepara el camino del grueso del
grupo, nunca mejor dicho. Mientras, mi deseo iba aumentando a cada
segundo, me sentía como que se me había olvidado el resto del cuerpo,
porque él no le prestaba atención pero no era así, lo reservaba para
después, pero, ahora, es esta puerta a mi placer la protagonista. Me
abrasaba mi culo por dentro, el hijoputa me estaba haciendo daño pero
me gustaba demasiado como para parar.
Una vez que el dedo, o los dedos, porque el
primero estaba muy sólo y quería ser acompañado en este juego, habían
hecho su labor, su lengua aterrizó en mi culito para darme una pátina
brillante y deslizante a esa entrada, profundizando con su dureza;
empujando los bordes de mi anillo para que sintiese que algo vivo y
húmedo penetraba en mis entrañas.
Su lengua hizo bien sus deberes, lo que se notaba
porque además de conseguir que mi humedad interna y viscosa fuese una
realidad palpable, también había logrado que su polla absorbiese toda
la sangre que corría por su cuerpo libremente, y ahora estaba inmensa,
pletórica, radiante, exhultante, amenazadora, arrebatadora, cárdena,
valiente, y algunos epítetos más que la convierten en un arma de paz,
placer y dolor.
Por mi parte, sabiendo lo que me esperaba a la
entrada de mi culito, me di la vuelta y solicité sumisa:
¿Puedo comerte un poquito la polla?, con voz casi de
arrepentida.
Él asintió con la cabeza y me lancé con decisión,
con vicio, con necesidad de engullir su polla y cubrirla de mi generosa
saliva, la misma que iba a valer dentro de unos momentos para facilitar
su entrada en mi culito, el salvoconducto que necesitaba su polla para
acceder a mi recinto más privado, más íntimo, más cuidado. En lo de
comerle la polla a alguien cuando estoy muy excitada puedo llegar a ser
una campeona, Álex siempre me dices Tú sabes hacerlo, aunque casi no
podía respirar, giraba, chupaba, mordisqueaba, tragaba, soplaba,
absorbía, golpeaba con la lengua, y hacía todo tipo de juegos que
estaba consiguiendo que él se acercase peligrosamente a la explosión
total.
-Aparta cerda o qué quieres hacerme correr y que
no lo haga dentro de tu apretado culo, cacho puta, y al decirme esto
me dio una bofetada para que volviese a mi sitio, al de la puta sumisa
que va a recibir lo que se merece y lo que está deseando.
Volví a plantar la frente contra las sábanas y
llevé mi mano, por entre sus piernas, al miembro de mi amo, aunque a
estas alturas ya era una buena polla más que un miembro, y me lo situé
en la entrada de mi culito, para que llame y se presente y con decisión
es mi gruta la que la engulle, con un certero golpe de mis caderas
hacia atrás, me introduje más de la mitad de su polla, ha pasado el
anillo y tan sólo he sentido una fuerte presión dentro de mí, bastante
dolorosa pero que no me arrancó más que un suspiro que enardeció
todavía más a mi atacante. Sé, por experiencia, que en breve llegará el
placer.
El que me estaba perforando las entrañas, al
sentir que su polla era abrazada por las paredes estrechas de mi culo
comenzó a suspirar profundamente; ahora es él el que remata la acción y
con un golpe serio hace que su estoque penetre hasta su base, hasta que
siento como sus huevos chocan con los labios de mi coño, sabiendo que
estoy en un punto sin retorno. Él se queda muy quieto para que, al
igual que una puta, me haga con la situación y que comience a mover mis
caderas de atrás adelante, marcando el ritmo de la follada, o mejor
dicho, de la enculada. Me voy acelerando poco a poco, demostrando que
ya he entrado en una fase de placer exclusivo de la que el follador y
los testigos son los culpables. Por nada del mundo permitiría que me la
sacase. Él me dejó hacer hasta que estaba tan excitada que ya no mido
la potencia de mis embestidas, de los impulsos de mis nalgas que
golpean sus caderas contundentemente.
-"Zorrita,
a qué te gusta que te de por el culo, eh viciosilla",
"Dímelo,
dímelo, pide que no pare"
empezó a susurrarme al oído, mientras mordisqueaba el lóbulo de mi
oreja y resopla en mi cuello su aliento que sólo sabe y huele a sexo.
-"Sí,
sí, no pares cabrón, no pares. Me gusta tener tu polla ahí, rompiéndome
mi culito, no pares...."
ya , me había disparado, le repito todo lo que me ordena, reconozco
quien manda, quien marca los ritmos, quien me está haciendo morir de
placer.
Mi
macho me ordena que pare en los arrebatos, porque llevo más de cinco
minutos dando culadas y ahora quiere ser él el que lo haga, el que
folle mi culo sin piedad, el que haga que Carmen la puta grite
con cada embestida. Clava sus uñas en mis nalgas para separarlas con
firmeza y para que su polla entre hasta en mi hasta el final, más no se
puede; comienza a embestirme, primero lentamente, tensando todo su
cuerpo para que le sienta de una sola pieza, todo él una prolongación
de su polla, alta tensión. Poco a poco aumenta el ritmo y el recorrido
de su polla dentro de mi enrojecido culo, saca la cabeza del anillo y
vuelve a meterla hasta el fondo, sabiendo que esto duele, todo lo que
da de si, y cada vez que mi anillo se abre y se cierra un gemido
intenso va anunciándome que no falta mucho para que me corra. Eso le
anima a acelerar su enculada, una vez, otra vez, dentro, fuera, uhmmm,
el también presiente que algo dentro pugna por salir. Sus gemidos son
continuados, son una bella canción entonada en su alcoba, en la de su
marido, para los oídos de todos los allí presentes, que a estas alturas
ya han sacado sus pollas y se están masturbando a conciencia, incluso
la operaria se ha bajado los pantalones y se mete los dedos en una
rajita ya babeante. Al contemplar aquella estampa, mis gemidos pasaron
a pequeños grititos y palabras entrecortadas que ni yo misma entendía,
debían pertenecer a mi dialecto íntimo y sexual, sólo un "no
pares, dame fuerte con tu polla"
destacó entre lo demás.
La excitación del técnico es sublime, nunca había
dado porculo a una mujer como yo, a una puta que disfrutase
tanto con esa humillación. Mis palabras estaban actuando en él como un
detonador, comenzó a follarme brutalmente, escupiendo en la entrada del
culo para que nada frenase su creciente ritmo, untando su polla del
lubricante natural de una perra, de mi babeante coño, que estaba
palpitando y queriendo que una polla caritativa lo rellenase. Al llevar
la mano ahí, él notó que me estaba dándome una buena friega al
botoncito, mientras él iba recogiendo mis jugos que ya me chorrean por
los muslos y los volvía a introducir en mi maltratado culo.
Segundos
después noté como en mi gruta comenzaban a materializarse unos espasmos
que cada vez iban apretando más y más su polla, me estaba corriendo
como una verdadera perra salvaje, sin tapujos, natural, gritando: "Síiiiiii,
síiiiii, asíiiii, cabrón"
y justo entonces él empezó a sentir como una compuerta se abría en la
base de su polla y un río impetuoso ascendía buscando precipitadamente
una salida, y bufff, un fuerte y caliente chorro inundó mi culito y
entrañas, con la polla metida hasta el fondo los chorros de semen
debían de llegar casi a mi estómago, mientras seguía inmersa en un
orgasmo bestial, único, el mejor; mi respiración se hacia difícil,
sentí que me iba a desmayar y el muy cabrón seguía apretando, bombeando
su líquido y clavándome sus yemas en mis nalgas.
Todavía le dió tiempo a sacarla de mi amoratado
culito, dejarme caer de bruces en el lecho, darme la vuelta y continuar
echando su leche en mis pechos y cara, para que saborease hasta la
última gota de su manjar. Por mi parte, lo extendí sobre mi cuerpo como
si un exilir de vida fuera. Me lancé hacia su fuente y la limpié
completamente, con todo lo que llevaba, sus jugos, la corrida de él,
sus residuos, su saliva, todo, todo, todo me gustaba como nunca y sabía
bien, mientras con la otra mano me seguía extendiendo el semen por mi
cuerpo y recogía el que salía de dentro del culo para llevármelo a la
boca, era todo un espectáculo, no podía ser más puta y mis acciones
tuvieron su recompensa. En ese momento sentí como muchas manos se me
acercaban, me acariciaban, me penetraban por todos mis agujeros. No
tenía voluntad para nada, lo que ellas querían me hacían, era el
corolario de mi fantasía.
Uno de los chicos aprovechó el trabajo anterior
para meter su polla de un solo golpe en mi maltratado culo diciéndome
al oído obscenidades increíbles, que vocabulario y que imaginación,
pero a mi me encendían más si cabe. El otro se fue directamente a mi
coño, tenía una gran polla que no le costó, de otro empujón, meter
hasta dentro, con la intención de presionar todo su cuerpo y, la mujer,
me puso su rasurado coño en la boca para que se lo lamiese como
pudiese, nunca lo había hecho pero ese día me atrevía con todo, porque
no; mi cara estaba toda pringada de semen y casi no acertaba a ver a la
destinataria de mis lamidas, pero me di cuenta que los dos tíos se
estaban ganando una buena propina por su trabajo, me estaban
digitalizando.
La escena continuó así hasta que de pronto sentí
un ligero calorcillo en mi cuerpo, agradable y sensual, y al separar la
cara del coño de la operaria me di cuenta que el que me había perforado
el culo estaba meando sobre mí. Me sorprendió pero reaccioné enseguida
dirigiendo la boca hacia aquel chorro mágico y tragando como una posesa
todo lo que podía. Mientras, mis agresores seguían follándome con
intensidad cada vez mayor. Un cataclismo se desencadenó dentro de mí.
No me creía tan zorra, me corría a pesar de que se estaban meando
encima. El orgasmo fue inmenso, extenuante, agotador. Hasta dónde sería
capaz de aguantar y hasta dónde llegaría con esos cuatro. Tras ese
momento de explosión, que sin duda calentó a todos los presentes, noté
como mis acompañantes aceleraron el ritmo de sus embestidas y empezaron
a correrse como animales, pero en vez de hacerlo dentro de mí, sacaron
a tiempo sus pollas para dirigir sus lances a mi cara, tetas, pelo,
incluso en mi piercing azul cayeron algunas gotas que extendí con
esmero, llevándome después a la boca los grumos de semen de cada uno de
ellos para diferenciar su agrio sabor mientras les miraba a la cara y
les decía:
-Sois unos hijos de puta. Os dais cuenta lo que
estáis haciendo con una mujer decente. Me estáis convirtiendo en una
zorra, una esclava de vuestros deseos, de vuestras pollas. Una adicta a
que me llenéis mis agujeros con vuestro semen, a lo que ellos
respondieron casi al unísono que ya era una verdadera guarra antes y
que no les culpase de satisfacer a la puta del bloque, a la que seguro
que se lo hacía con todos los que se pusiesen a tiro.
Sus palabras me hicieron caer exhausta sobre el
suelo de la habitación, retorciéndome de placer y volví a sentir la
sensación cálida de antes, aumentada porque ahora eran cuatro los que
estaban dirigiendo sus meadas hacia mí. Sublime, no sabía como atender
a todos, incluso a la mujer que apuntando su raja hacia mí también me
acertaba en la cara. Me estaban humillando de la manera más directa que
se puede hacer, después de haberme usado como les había apetecido,
ahora me despreciaban, les servía de taza del water. Me acerqué de
rodillas, como pude, hacia cada uno de ellos para chuparles sus rabos
que ya no estaban tan arrogantes y se los dejé limpios y secos. Seguro
que tenía que tener un aspecto deplorable, cubierta de semen por todos
lados, meada desde la cabeza a los pies, chorreando mis propios jugos,
todo mezclado en mí, junto al olor a sexo que se respiraba en la
habitación. Me acerqué a gatas, porque me dijeron que era una perra y
que sólo podía andar a cuatro patas hacia ellos, pues me acerqué a la
mujer con intención de volver a hacer que se corriese con mi lengua.
Empecé a lamer su coño y su culo como una posesa, primero para limpiar
todos sus fluidos y después con la intención de que se corriera con mi
ayuda. Una vez limpia introduje con pasión y brutalidad los dedos en su
coño, y ella dio un respingo.
En esos momentos sonó el teléfono que ella no
podía coger y al saltar el contestador una voz clara decía:
-Chiqui,
¿han llegado los del Plus?. Les avisé pero se me olvidó decírtelo,
espero que no te molestes por ello. Aunque creo que los cuatro han
hecho bien su trabajo y ahora estarás en la gloria. Sabré recompensar
este contratiempo como ayer por la noche. Un beso en donde más te
gusta, putita nuestra.
Y aquí concluyó su relato, como
veis todo preparado por el cornudo consentidor de su marido, una
delicia diréis todas y todos, que gusto un maridito así. Bueno, espero
que os haya encantado y excitado, sobre todo va dirigido a vosotras
para que veáis como saben algunas disfrutar de la vida.
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