Me
llamo Xonia, mi pareja y yo no nos consideramos demasiado liberales ni
hemos vivido una relación demasiado alocada, sin embargo, desde hacía
un tiempo, nuestra vida sexual era bastante monótona y yo sentía que él
no se esforzaba demasiado por proporcionarme placer ni por mantener
relaciones divertidas, intensas y duraderas, como en el pasado ocurría.
Por todo ello, empezamos a expresar nuestras fantasías y a contarnos lo
que nos gustaría hacer. He de reconocer que a mí no me hacía falta este
tipo de conversaciones para desearle, sin embargo a él sí. Desde hacía
un tiempo Frank, que así se llama mi marido, no paraba de repetir la
misma fantasía: le excitaba muchísimo la idea de verme tener relaciones
con otro hombre.
A mí no me hacía demasiada gracia, pero le seguía el juego para aumentar
su excitación. Poco a poco me empecé a acostumbrar a fantasear con esta
historia, y a seguir este juego, tanto, que empecé a planteármelo
seriamente. De pronto vi que en mis experiencias diarias, en los
contactos que tenía con otros hombres, incluso en miradas que se
cruzaban por la calle, veía oportunidades de llevar a cabo esta
fantasía. Aunque nunca me decidía a llevarlo a la realidad.
Esto siguió ocurriendo hasta una noche que decidimos salir con un grupo de
amigos. Esa noche me sentía muy sexy, ya que habíamos practicado sexo a
la hora de la siesta y por primera vez en mucho tiempo me sentí deseada
y amada por mi pareja, sin necesitar nada más. Así que me puse un
vestido negro bastante ajustado que dejaba bien marcado mi culito
respingón tapado con un minúsculo tanga transparente. El vestido era
bastante escotado por lo que dejaba poco a la imaginación.
Durante la cena, Frank se sentó con la parte masculina del grupo y la
verdad, no me prestó demasiada atención, yo me senté con las chicas
pero la verdad la conversión era bastante aburrida, éramos un grupo de
treintañeros con los problemas típicos y las situaciones típicas que
nunca me han interesado lo más mínimo.
Algo me interesó mucho más: frente a nuestra mesa, un grupo de chicos de
unos treinta años cenaban animadamente, entre ellos uno moreno, con el
pelo rizado, bastante corpulento y con un aire muy masculino. Era
realmente atractivo, tenía una nariz con mucha personalidad, siempre me
han atraído este tipo de narices, me dan mucho que pensar...
No podía evitar mirarle y más cuando desde hacía un buen rato él me
devolvía las miradas y no la apartaba, acariciando mi escote con esos
ojazos oscuros, la verdad, ya no sabía ni de que se estaba hablando en
esa mesa.
En un momento dado una de mis amigas propuso hacer una visita al baño, ya
sabéis, de esas en que se van a despotricar de sus maridos y contar más
penurias, yo decidí dejarlo para más tarde, prefería ir sola y mostrar
mis encantos cuando pasará por delante de mi moreno. (Total ellos
acababan de empezar a cenar).
Por un momento me había olvidado de mi Frank que estaba muy entretenido en
su conversación con los chicos, sin embargo, al ver que era la única
chica que quedaba en la mesa me integraron durante unos minutos en sus
bromas. Mi moreno seguía regalándome sus miradas y he de reconocer que
mi tanga ya estaba empapado de imaginar lo que haríamos juntos.
Las chicas volvieron y durante un rato la cosa siguió igual. Cuando
estábamos pidiendo los postres, decidí que ya era el momento. Me puse
en pie y note que los muslos me resbalaban de lo mojada que estaba, y
me puse en camino al baño, fingí bajarme el vestido que se había subido
de estar sentada, pero procuré dejar carne a la vista, caminé hacia
delante mirando sin ningún disimulo a mi moreno, y justo cuando les di
la espalda noté como sus cabezas se movían para mirarme el culito,
exageré un poco los andares para que lo vieran bien.
Llegué al baño, y de lo único que tenía ganas era de meterme la polla de
ese morenazo dentro... así que decidí refrescarme un poco en el lavabo.
Dejé la puerta abierta, cuando levante mi cabeza del grifo, vi por
encima de ella, en el espejo, su cabeza mirando hacia mí.
Mi corazón se puso a mil. Me di la vuelta y sin cruzar una sola palabra le
empecé a comer la boca. Dios mío, tenía un cuerpo impresionante, era
bastante más alto que yo y fibroso sin llegar a musculitos, olía a su
propia piel, lo cual me excitó aún más. Me besaba apasionadamente
acercando todo su cuerpo al mío, dejándome ver la supererección que
tenía. Yo ya había perdido toda la capacidad de decisión y lo único que
podía hacer era dejarme llevar por mis instintos más bajos.
Subí
mi pierna rodeando su cintura para sentir su pene en mi coñito ya
empapado, aquella situación era imparable, metió su gran mano por
debajo de mi vestido acariciando mi culo, después aparto mi tanga y
frotó mi clítoris con sus dedos, yo ya estaba preparada para llegar a
unos cuantos orgasmos, entonces me dio la vuelta bruscamente apoyando
mi espalda en la pared, se puso de rodillas y me lamió un momento que a
mí me pareció eterno, sentí tanto placer que no sabía si era real, no
paraba de mojarme sentía oleadas de flujo caer entre mis piernas.
Se levantó frente a mí con los pantalones abiertos, dejándome ver en todo
su esplendor aquella enorme polla a punto de reventar, me mordí los
labios de gusto, y la agarré fuertemente con mi mano masturbándole con
energía, mientras con la otra mano agarraba aquel formidable culo.
Sin poder resistirme me agaché y se la empecé a chupar como una zorra,
lamiendo y agarrando con mis labios fuertemente, empezó a tener
convulsiones, así que decidí parar, no me quedaría sin sentir esa polla
dentro.
Me puse en pie, el volvió a besarme besó mi cuello, casi mordiendo, agarró
mis tetas y comenzó a chuparlas, ohhh... solo recordarlo me hace
mojarme otra vez.
Bajó sus brazos y agarrando mi culo me alzó y empezó a penetrarme contra
la pared, me embestía con toda su fuerza, frotando todo mi coño
abierto, ya no aguantaba más, me tenía que correr... así llegue a un
orgasmo inolvidable, las piernas me temblaban, casi no me tenía en pie,
cuando levanté la cabeza la puerta del baño se había cerrado, pero
alguien más estaba allí, sentí verdadero alivio cuando vi que el que
había entrado era Frank, mi pareja, y más aún cuando vi que estaba
masturbándose mientras veía el espectáculo. Esto me dio la confianza
para continuar en mi faena.
Mi
moreno lo había visto antes que yo pero no le importó, así que
seguimos, fuimos hasta el inodoro donde se sentó con su pene hinchado
apuntando hacía mí. Yo me saqué el tanga y me subí encima a cabalgarle
como nunca lo había hecho, con una mano le acariciaba los testículos
para subir su excitación, hasta que comenzó a correrse, en ese momento
me quite rápidamente y puse mi boca en su polla chupando hasta que echó
toda su leche. A la vez sentí una húmeda sensación en mi espalda, era
Frank que estaba corriéndose encima de mi culo a la vez...
Fue una experiencia única, jamás volví a ver ni a hablar con ese chico,
sin embargo mi pareja y yo aun disfrutamos con los recuerdos de aquel
baño.
Nuestros amigos bromearon sobre nuestra tardanza, :)
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