Hola
amigos, somos un matrimonio casado desde hace 14 años, pero juntos
desde hace 22. Ella tiene 38 años y yo 40, y además yo he sido el único
hombre en su vida hasta que...
Os voy a contar mi primera experiencia como cornudo oficial. Desde hace
varios años y después de ver una película basada en este tema, sentí el
deseo de ser cornudo y comencé a comentarlo con mi mujer en nuestras
relaciones sexuales, pero ella empezó a decirme que estaba loco y que
yo no soportaría eso bajo ningún concepto, pero yo solamente de
pensarlo me ponía a mil. Como yo me calentaba muchísimo al pensarlo,
seguía insistiendo hasta que me di cuenta que cuando le hablaba de
aquello, ella también se calentaba mucho y así pasamos varios años.
Un día después de ver que aquello era imposible de alcanzar por la forma
de pensar de ella, le comenté que ya que aquello no estaba dispuesta a
hacerlo, que porqué no íbamos a que le dieran un masaje con algún
toquecillo erótico con otro hombre. Cuando yo pensaba que era un no, mi
sorpresa fue que me dijo que sí aceptaba, pero que solamente un masaje,
tal cual como suena.
Yo, que tenía muchísimas ganas de experimentar aquello, me puse manos a la
obra para intentar buscar un chico que se ofreciera a nuestra fantasía.
Busqué unos anuncios por internet, pero no encontraba nada que me
gustara, hasta que un día se ofreció un chico joven de 28 años,
principiante, y ella después de ver su foto accedió al masaje. Yo
aproveché para llamar al chico y hablar de qué íbamos a hacer. Le dije
que ella sólo quería un masaje normal, pero que él intentara calentarle
todo lo que pudiera y que llegara hasta donde ella quisiera llegar.
Quedamos en un hotel una tarde y llegó con su camilla, todo muy correcto.
Era su primera cita de esta manera. Mi mujer más tranquila de lo que yo
esperaba, salió del baño con un albornoz y con sus braguitas que yo le
había regalado para la ocasión.
Después
de montar la camilla y de presentarnos, él entró a lavarse las manos al
baño y le dije a mi mujer que se tumbara en la camilla, le puse una
toalla grande para que no pasara frío y le dije que se quitara las
braguitas y que no hiciera el ridículo, que esto no era un masaje
normal y corriente, y al menos que le hiciera una pajita al terminar.
Se las quitó pero que lo de la pajita dijo que ni hablar.
Salió del baño el chico y empezó con el masaje, todo muy profesional, yo
me encargué de la música sentado en un cómodo sillón y a una distancia
para no intimidar, hasta que pasados diez minutos empezó a alargar sus
manos hasta rozar el clítoris suavemente, y comenzó a sentir muchísimo
placer. No la conocía de cómo disfrutaba. Empecé a ponerme nervioso de
ver a mi mujer disfrutando tanto con ese chico sin conocerle de nada.
Después de media hora, él, muy flojito, le dijo que se diera la vuelta, y
fue cuando comenzó a masajear sus grandes pechos sin parar, y
aprovechaba para restregar su polla bajo su chandal alrededor de ella,
sin parar de ofrecérsela. La miraba fijamente a los ojos y ella los
cerraba para no mirarle, porque se estaba dando cuenta que estaba
perdiendo los papeles.
Él seguía frotando sus pechos y bajando al clitoris y sin parar de rozar
su miembro por ella, cuando veo que empieza a comerle los pechos y de
ahí se pasó al cuello. Ella abre los ojos, le mira y le dio un beso en
los labios, después me miró a mí como pidiéndome permiso, yo me reí
nervioso y veo como ella le pega un tirón del cordón del chándal y le
saca la polla. Comenzó a meneársela. Me levanté de donde estaba sentado
nerviosísimo y me acerqué a ellos, era impresionante el pedazo de polla
que tenía ese chico.
Él le quitó la mano, se fue a la parte trasera de la camilla y tiró de mi
mujer hacia atrás levantándole las piernas hacia arriba y masajeándolas
de arriba a abajo, cuando veo que le puso lo polla dejada caer encima
de los pelitos de su coño y entremedias de las dos piernas. Estaba todo
hecho. Ella hizo un movimiento y la polla bajó justo a la puerta
supermojada de su coño, y sólo hizo falta el pedazo de empujón que le
metió para meterle la polla hasta lo más dentro de ella.
¡Qué manera de disfrutar con el calentón que llevábamos todos! La folló
durante diez minutos sin parar y yo pajeándome al lado... ¡fue
fuertísimo!
Se pasaron a la cama otros diez minutos metiéndose mano y follando sin
parar, y todo terminó cuando el chico lo veo como empieza a empujar más
rápido y se corrió dentro de ella, y yo encima de sus pechos. Ese chico
tenía una cantidad de semen fuera de lo común, se salía por todos
lados, mientras ella tiritaba de placer. Jamás había visto un
manchurrón de flujo y semen encima de una sábana, fue impresionante y
tengo que deciros que yo sentí un placer, entre nervios, que os lo
recomiendo a todos que probéis la experiencia si sois capaces.
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