Por
efecto de la crisis, hace pocos meses perdí mi trabajo como directivo
de una multinacional. Esther no se tomó la noticia demasiado mal,
aunque enseguida pensó en voz alta en si nos sería posible mantener
nuestro privilegiado nivel de vida. Solo contaríamos con el trabajo de
ella hasta que yo encontrara otro, si lo encontraba.
(Nota:
podéis ver aquí las fotos que hemos publicado en
MorboCornudos).
La indemnización que recibí por el despido nos permitiría vivir durante
varios años sin cambiar nada de lo que solíamos hacer, los ingresos de
ella también
eran muy buenos, pero aproveché el disponer de una cuenta bancaria no
controlada por mi mujer, y el temor de mi esposa a tener que dejar su
vida acomodada, para dar rienda suelta a mis fantasías.
En mi antiguo trabajo solía viajar mucho, reuniones en delegaciones,
congresos, etc. En esas salidas con compañeros, algunos acostumbraban a
contratar alguna prostituta para que le hiciera compañía en el hotel.
De modo que conocía perfectamente quienes estarían dispuestos a probar
los servicios de una puta de lujo, quiénes tenían dinero y muchos
amigos; vamos, una mina de potenciales clientes para mi preciosa mujer.
Consulté varias webs de escorts para conocer bien las tarifas y servicios
que ofrecían las chicas. Tuve especial cuidado en evitar contactar con
compañeros
de Madrid, a los que en alguna ocasión les hubiese presentado a Esther,
o que pudieran conocerla por otro motivo, trabajo, colegio de nuestros
hijos, etc. No
quería sorpresas desagradables.
A las pocas semanas ya estaba en condiciones de plantearle el nuevo
negocio familiar a mi querida mujercita.
- "Esther, cariño, sabes que las cosas no van muy bien".
- "¿A qué te refieres?".
- "Al dinero, cariño, creo que deberías plantearte ganar algo más de
dinero, nos hace mucha falta".
- "Voy a tope, Jorge, no sé qué más quieres que haga".
- "Pues lo que mejor sabes hacer, amor mío... follar, poner el culo. Es
una lástima que estés tan buena y no lo aprovechemos".
- "¿Qué me estas pidiendo?".
- "Se trata de cobrar por follar, y no hacer más la tonta".
- "Joder, Jorge, pero... ¿me lo estás diciendo en serio?".
- "Que sí, preciosa. Quiero que hagas lo mismo que hacías hasta ahora,
pero a cambio de dinero. Imagina si cada vez que has follado con otro,
cada uno de los que te la ha metido, te hubiera pagado 300 . Piensa la
pasta que hubieras ganado".
- "No, si lo mismo he pensado yo alguna vez".
- "Pues claro amor, tenemos sexo completamente liberal, y te encanta
follar con cualquier tío, incluso desconocidos. ¿Qué problema hay?".
- "¿Y cómo lo voy a hacer?, ¿me planto en la Gran Vía como hice con
Amparo, con una minifalda y a la caza?".
- "No te pongas nerviosa, nena. Ven y cómeme la polla mientras te lo
explico, que me estoy poniendo cachondo".
Esther se arrodilló delante del sofá y me sacó la verga bajándome el
pantalón, se la metió entera en la boca, manteniendo la nariz pegada a
mi bajo vientre y comenzó a mover su lengua. Cuando la tuve en completa
erección, y tocaba el fondo de su garganta, se la saqué. Ella, babeando
mientras tomaba aire, me pidió que continuara explicándole el tema.
- "Las citas te las organizaré yo. Si quieres podrías empezar el próximo
fin de semana. Tienes dos clientes por confirmar, uno en Bilbao para la
noche del
viernes y otro en Santander para la del sábado. Facturarás 1.200 por
noche. Se trata de noche completa, y se entiende que son 6 horas, de
modo que entre cena, copa y polvo, se te pasará rápido. Los gastos de
viaje, hotel, cenas, corren por cuenta del cliente, claro. El dinero
nos llegará por transferencia antes de cada encuentro. Un chollo,
vamos, ¿aceptas?".
Mientras ella dudaba qué contestar la cogí del pelo y le follé la boca
violentamente de nuevo con mi amoratada herramienta. Tras varias
sacudidas, y alguna arcada de mi princesa, la solté.
- "¡Aaaah!, ¡mmmmhh!, ¡animal, ya sabes que no me cabe entera, no sé
tragármela! Estoy flipada, ya tengo citas concertadas y todo. Que
cabrón eres. ¿Y tú donde estarás?".
- "Pues en casa con nuestros hijos. No conozco a ninguna puta que lleve a
la familia detrás. No creo que me necesites para nada".
- "Mmmmmmh... de acuerdo. Pero tendré que comprarme ropa, lencería y
eso...".
- "¡Nena, eres más zorra de lo que pensaba, lo único que te preocupa es la
ropa, jajajajaja!".
- "Soy lo que tú quieres que sea, cariño...".
Ensarté de nuevo mi pene entre sus carnosos labios, mientras pellizcaba
sus pezones, y tras abusar de su boca dirigí mis chorros de esperma a
su cara y su pelo ondulado. Ella, sin dejar de masturbarse hasta
correrse, recogió todo el semen que pudo con sus dedos y los chupó uno
a uno. Me sonrió y se fue al baño.
Durante la semana acompañé a Esther a comprar ropa, elegí para ella la más
ajustada y atrevida. El miércoles reservé cita con la esteticista para
que
depilara a mi mujer, con especial atención a su coñito, para que
quedara muy, muy suave, como siempre le pedía que lo llevara, quería
que estuviera perfecta para sus primeros clientes.
Le compré también una tarjeta sim de prepago, para que pudiera comunicarse
con sus clientes si había cualquier contratiempo. No era cuestión de
darles el teléfono habitual de mi mujer.
Llegó el viernes, yo ya había sacado los billetes de avión y preparado la
maleta con la ropa que mi mujer tendría que llevarse. Cuando Esther
llegó del
trabajo se duchó y se perfumó como si fuésemos a salir juntos. Le puse
un enema para limpiar su recto, para que pudiera ofrecer su ano sin
desagradar a su primer cliente. Pensar que la preparaba y se ponía
guapa para otro hombre, y que además yo no iba a estar delante cuando
follara con él, en contra de lo que era habitual, hizo que mi polla
comenzara a hincharse bajo los pantalones.
La acompañé al aeropuerto y me despedí de ella con un beso.
- "Pórtate bien nena, por favor".
- "¿Voy a follar con dos tíos que no conozco y me pides eso ahora?".
- "Pues claro, cariño. Quiero decir que te emplees a fondo, quiero que te
hagan buena publicidad entre sus amigos y consigas más clientes,
deberías
complacerles en todo".
- "Lo intentaré amor mío, me portaré como una auténtica zorra si es lo que
quieres".
Mientras se alejaba hacia el control de seguridad, vi como un grupo de
cuatro hombres la miraban y hacían comentarios entre risas. Llevaba su
melena suelta, unos vaqueros desgastados y muy ajustados con la cintura
baja, asomando un poco un tanguita rosa, zapatos de tacón negros, y una
camiseta ceñida también de color negro, con el logo de una conocida
discoteca de Madrid, con letras brillantes en color plata y rojo, que
resaltaban sus preciosos pechos.
A su llegada a Bilbao, sobre las 20:00 h del viernes, cogió un taxi que la
llevó al hotel acordado. Allí la esperaba Adolfo, su primer cliente.
dolfo era un directivo joven, llevaba en la compañía casi cuatro años y
aún no había cumplido los 30, no tenía pareja debido a su exclusiva
dedicación al
trabajo y al deporte, y era asiduo a las prostitutas de alto standing.
Tenía un buen físico, muy varonil y elegante, con complexión atlética,
casi 190 m de
estatura y ojos verdes. Le convencí de que Esther era la tía más
elegante, guapa y guarra que yo me había follado, y que seguro
repetiría con ella.
- "Hola. Tú debes ser Esther".
- "Si, claro, y tu Adolfo ¿verdad? (joder que bueno está este tío)".
- "Sí. Eeeeeeestoooo, ¿Nos sentamos? ¿Quieres tomar algo?".
- "Bueno, gracias, tomaré un Martini blanco".
- "Jorge, un ex compañero mío de trabajo, me llamó por un tema laboral y
surgió el facilitarme tu contacto, me ha hablado muy bien de ti".
- "¿Mi contacto?".
- "Sí, bueno, el de tu organizador, quien te lleva la agenda, un tal
Salvador".
- "Ah, sí, miii..., mi organizador, claro... Salva... dor". (Mi marido es
la hostia, ¿Ha metido a otro tío en esto?, cuando vuelva tengo que
hablar con él,
está como una cabra...).
- "Oye, eres realmente guapa, y tienes una figura muy bonita, como me
habían dicho. Esperaba verte vestida de otra manera, pareces una
mujer..., cómo diría,... normal".
- "Bueno, lo soy, la diferencia imagino que la conoces, si no yo no
estaría aquí. Creo que es mejor para los dos, vayamos a donde vayamos,
que no llamemos la atención. Si fuese vestida de putón me mirarían
todos, y a quien me acompañara también. De todas maneras tengo
vestuario para todos los gustos, y me encantaría complacerte. ¿Me vas a
invitar a cenar? Estoy hambrienta".
- "Sí, por supuesto, he reservado a las 22:00 h, en un restaurante
excelente, te gustará".
- "Genial".
- "Eeeee, sobre lo otro, yo te veo estupenda, pero..., cojones, ya que me
gasto el dinero, me gustaría dar envidia a todos los que miren, sin que
parezcas
una puta barata".
- "Pues si me dices dónde está nuestra habitación me cambiaré".
Quince minutos antes de la hora de cenar, volvió a aparecer Esther en el
hall del hotel, llevaba un vestido negro, muy muy corto, que apenas
cubría su
trasero, ajustado por encima de sus caderas por un cinturón ancho. No
llevaba medias, mostraba media espalda y un generoso escote, el pelo
peinado hacia atrás con fijador y aspecto mojado, unos pendientes de
aro enormes, plateados, al igual que su bolso y sus sandalias de tacón.
Se sentó enfrente de Adolfo, que la miraba embelesado y sonriente.
- "¿Qué tal, he acertado?".
- "Desde luego, Esther, estás impresionante".
- "Me alegro de que te guste. He tenido un problema, espero que no te
desagrade cómo lo he resuelto".
- "¿Qué problema, ocurre algo?".
- "Nada grave, no tenía un sujetador sin tirantes para un vestido tan
escotado y no me he puesto ninguno".
Esther se retiró el vestido, para enseñarle uno de sus pechos a Adolfo, el
pezón estaba erguido y la tela se enganchó unos instantes en él, hasta
que pudo mostrarlo por completo. Adolfo sintió que su miembro empezaba
a abrirse paso entre sus bóxer.
- "Y ya puestos, las braguitas que mejor juego hacían, claro, eran
estas...".
Mi mujer abrió las piernas y le mostró su desnudo y depilado conejo a su
pareja de esa noche. Sin reparar en si alguien más miraba, se chupó un
dedo y lo deslizó entre sus labios vaginales, se entretuvo unos
segundos introduciéndolo en su vagina, empapándose de sus flujos y
luego movió lo que quedaba de Martini con él, y bebió un sorbo.
- "¡Oh!, perdona, no te he ofrecido Martini, ¿quieres?".
Adolfo cogió la copa, y nervioso, apuró el Martini de un trago.
- "Vayámonos a cenar, me estás poniendo enfermo".
- "Jajajaja, claro, lo que tú digas".
Bajaron al parking del hotel y subieron al coche de Adolfo. De camino al
restaurante, Esther recordó mis palabras en el aeropuerto ...que te
emplees a fondo, quiero que te hagan buena publicidad entre sus amigos
y consigas más clientes, deberías complacerles en TODO y de inmediato
comenzó a acariciar la entrepierna de su primer cliente. Le manoseó el
paquete por encima del pantalón hasta que notó la tela lo bastante
tensa, entonces le desabrochó el cinturón, desabotonó y bajó la
cremallera, y extrajo la polla y los huevos de Adolfo. Tuvo la
tentación de mamársela sin esperar más, cuando vio lo extremadamente
gruesa y larga que era, pero prefirió excitarle y siguió jugando con la
gorda barra de carne entre sus manos, la agitaba violentamente y la
acariciaba con suavidad alternativamente.
- "Hostia, tía, tú quieres que me corra antes de llegar al restaurante,
estate quieta que no quiero mancharme los pantalones".
- "Es que tienes un chupa-chups muy apetecible, y me gustan tanto las
golosinas, te aseguro que no te voy a manchar...".
- "¡Dios mío que zorra eres!".
Esther entendió el comentario como de aprobación, le sacudió la polla
varias veces, apretándola con fuerza, asegurándose de su vigorosa
erección y luego se la metió entera en la boca. Tragaba polla como una
artista, solo se la sacaba para poder lamerle los huevos, y tocarle el
frenillo con la punta de la lengua, y volvía a hundirla en su garganta.
- "Joder, mala puta, ¿qué me estás haciendo? ¡¡¡Qué mamada!!! ¡Vamos a
tener un accidente!".
Esther no paró hasta notar los chorros de semen caliente en su boca,
Adolfo le empujó la cabeza hacia su tranca, y sacudió la pelvis
mientras se corría, ella entre contenidas arcadas, tragó la espesa
crema satisfecha por el resultado.
- "¡Buuuuff!, ¡¡¡La madre que te parió!!!... La mejor comida de nabo de mi
vida, sí señora. ¿Te has quedado bien o quieres cenar aún?".
- "¡Hombre! dijo Esther sonriendo, con algo de semen en su barbilla-,
aunque me haya tragado tu leche, contaba con una buena cena, y como
postre, espero que me claves esa tranca por donde más te guste,
cariño".
Tras aparcar, entraron al restaurante, Esther se dirigió al baño para
asearse y volvió al cabo de unos minutos. Adolfo se sintió orgulloso
cuando la vio
andar acercándose a la mesa, pensando que era para su disfrute, que no
llevaba bragas, que en el momento que se sentara o agachara cualquiera
podría verle el coño o el impresionante culo que tenía. Menudo pendón
de tía -pensó para sí-.
Durante la cena charlaron sobre el trabajo de ambos, Esther se inventó que
al poco de comenzar en la universidad, con 18 años, se metió en el tema
de la
prostitución de lujo por culpa de una amiga modelo, pero que ahora le
encantaba alquilar su cuerpo.
En medio de la conversación Esther se quitó un zapato y puso el pie sobre
la entrepierna de Adolfo hasta ponerle el miembro de nuevo en erección.
Adolfo
observó lo que pasaba en su bragueta y comenzó a acariciar el pie de
Esther, la situación le puso extremadamente cachondo.
- "Me encantan tus pies Esther, son muy bonitos, me gusta que lleves las
uñas pintadas de rojo. ¿Podré lamértelos luego?".
- "Me podrás lamer lo que quieras, soy tuya toda la noche, pero vámonos ya
a follar, estoy deseando que me metas ese pollón bien adentro".
Abandonaron el restaurante y se dirigieron al hotel, Adolfo no pudo
esperar y mientras llegaba el ascensor, en el mismo garaje, comenzó a
meter la mano bajo la falda de Esther, apretando sus duras nalgas y
deslizando sus dedos por su vulva y su clítoris. Ya dentro de la cabina
le besó el cuello y se embriagó con el olor de su perfume, le acarició
los pechos sobre el vestido, luego los descubrió y pellizcó con
suavidad sus pezones.
Las puertas del ascensor se abrieron, Esther estaba encantada, su primer
trabajo como puta era con un hombre joven y atractivo, sobradamente
dotado, y la estaba tratando con delicadeza.
Ya en la habitación, no le rechazó cuando él le besó en la boca,
entrelazando sus lenguas mientras acariciaba los aterciopelados muslos
de mi señora. Yo en Madrid, con los niños, en el cine, pensando en mi
preciosa mujer, excitado imaginando lo que podría estar haciendo, y
ella vestida ya solo con los zapatos, arrodillada en la moqueta de la
habitación de un hotel, metiéndose tres dedos en el conejo, con la
gruesa polla de mi ex compañero de trabajo llenándole la boca.
Esther, ya tumbada boca arriba, sonreía mirando a Adolfo a los ojos,
mientras él le ensartaba en su húmeda almeja 26 cm de gruesa carne en
barra. Los flujos de mi mujercita empapaban las sábanas, Adolfo
aguantaba la corrida todo lo que podía, quería que ella también
alcanzara un orgasmo, Esther le había pedido que no utilizara
preservativo, quería el semen dentro de ella.
Adolfo se arrodillo en la cama, y sin dejar de taladrarle la vagina, le
levanto las piernas, le quitó los zapatos y comenzó a lamer las plantas
de sus pies,
luego le chupó los dedos uno a uno, y el empeine, el tobillo; mientras,
jadeaba como si estuviera a punto de correrse. Cambiaron de postura y
Esther se
recostó de lado y encogió las piernas, así su amante podía penetrarla
mientras ella le enseñaba su precioso culo. Sintiéndose cada vez más
caliente, con Adolfo entregado en todo su repertorio de besos y
caricias, Esther se giró y le dijo con lascivia:
- "Fóllame el culo, ábremelo con ese pedazo de pollón que tienes".
- "No -dijo abriéndole las piernas y tumbándose de nuevo sobre ella-,
déjame que me corra en tu coño, estoy a punto de... ¡¡¡aaaahhhhhhh!!!".
- "Mmmmmmmmmmh, sigue cariño, lléname de leche, dámela toda, así,
asiiiiiiiiiiiiiiiiiiii".
- "¡¡Oooooooooh, joder!!. Qué polvo más bueno. Jorge no me engañó, eres la
mejor tía que me he follado en mi vida. Parecía que me estabas
ordeñando la polla, nunca había tardado tan poco en correrme".
- "Eres un cielo. Me tienes a tu disposición para cuando desees".
- "Lo tengo en cuenta, pero como no me hagas descuento tendremos que
esperar un poco".
- "Lo bueno tiene su precio amor. Pero aún nos quedan unas horas, ¿que más
me vas a hacer?".
- "Nada más preciosa, ya has hecho que me corra dos veces esta noche, solo
voy a dormir 4 horas, tengo que estar el domingo en Shangai y mi vuelo
sale
temprano. Si no me va a costar más dinero, tú puedes quedarte durmiendo
aquí, no te molestaré".
Esther se quedó flipada cuando Adolfo apagó la luz y se abrazó a ella con
la intención de dormir. No se imaginaba que un tío pudiera contratar a
una fulana, para comportarse con ella como si de una esposa se tratara.
Pensó en lo solo que debía sentirse aquel chico, y hasta sintió lástima
por él. Le dio un beso en los labios y comprobó entonces que ya estaba
dormido. Luego cogió su móvil y me mandó un mensaje.
- "Jorge, amor mío, acabo de terminar con el primero. Lo tengo al lado,
abrazándome, dormido como un bebé. No he podido ni ir al baño a
lavarme, se ha corrido dentro de mí, noto su semen salir de mi vagina.
Pensaba que mi aventura de prostituta iba a ser más emocionante, pero
ha sido muy normal, aunque tengo que reconocer que me ha encantado
quedar con este tío. Le he besado, espero que no te importe. Me
gustaría repetir con él, tiene un pollón enorme. Besos de tu
mujercita".
El mensaje me pilló en la cama, me sacudí el miembro mientras lo leía y me
masturbé pensando en lo que mi zorra habría disfrutado. Mi esposa, la
muy cerda. Me ponía muy caliente que se la hubieran follado por dinero,
encontrándome a cientos de kilómetros de ella.
FIN
DE LA PRIMERA PARTE.
Email.
|