.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Esther y Jorge: La crisis (1)".

 

 Por efecto de la crisis, hace pocos meses perdí mi trabajo como directivo de una multinacional. Esther no se tomó la noticia demasiado mal, aunque enseguida pensó en voz alta en si nos sería posible mantener nuestro privilegiado nivel de vida. Solo contaríamos con el trabajo de ella hasta que yo encontrara otro, si lo encontraba.

 (Nota: podéis ver aquí las fotos que hemos publicado en MorboCornudos).

 La indemnización que recibí por el despido nos permitiría vivir durante varios años sin cambiar nada de lo que solíamos hacer, los ingresos de ella también
eran muy buenos, pero aproveché el disponer de una cuenta bancaria no controlada por mi mujer, y el temor de mi esposa a tener que dejar su vida acomodada, para dar rienda suelta a mis fantasías.

 En mi antiguo trabajo solía viajar mucho, reuniones en delegaciones, congresos, etc. En esas salidas con compañeros, algunos acostumbraban a contratar alguna prostituta para que le hiciera compañía en el hotel. De modo que conocía perfectamente quienes estarían dispuestos a probar los servicios de una puta de lujo, quiénes tenían dinero y muchos amigos; vamos, una mina de potenciales clientes para mi preciosa mujer.

 Consulté varias webs de escorts para conocer bien las tarifas y servicios que ofrecían las chicas. Tuve especial cuidado en evitar contactar con compañeros
de Madrid, a los que en alguna ocasión les hubiese presentado a Esther, o que pudieran conocerla por otro motivo, trabajo, colegio de nuestros hijos, etc. No
quería sorpresas desagradables.

 A las pocas semanas ya estaba en condiciones de plantearle el nuevo negocio familiar a mi querida mujercita.

 - "Esther, cariño, sabes que las cosas no van muy bien".

 - "¿A qué te refieres?".

 - "Al dinero, cariño, creo que deberías plantearte ganar algo más de dinero, nos hace mucha falta".

 - "Voy a tope, Jorge, no sé qué más quieres que haga".

 - "Pues lo que mejor sabes hacer, amor mío... follar, poner el culo. Es una lástima que estés tan buena y no lo aprovechemos".

 - "¿Qué me estas pidiendo?".

 - "Se trata de cobrar por follar, y no hacer más la tonta".

 - "Joder, Jorge, pero... ¿me lo estás diciendo en serio?".

 - "Que sí, preciosa. Quiero que hagas lo mismo que hacías hasta ahora, pero a cambio de dinero. Imagina si cada vez que has follado con otro, cada uno de los que te la ha metido, te hubiera pagado 300 €. Piensa la pasta que hubieras ganado".

 - "No, si lo mismo he pensado yo alguna vez".

 - "Pues claro amor, tenemos sexo completamente liberal, y te encanta follar con cualquier tío, incluso desconocidos. ¿Qué problema hay?".

 - "¿Y cómo lo voy a hacer?, ¿me planto en la Gran Vía como hice con Amparo, con una minifalda y a la caza?".

 - "No te pongas nerviosa, nena. Ven y cómeme la polla mientras te lo explico, que me estoy poniendo cachondo".

 Esther se arrodilló delante del sofá y me sacó la verga bajándome el pantalón, se la metió entera en la boca, manteniendo la nariz pegada a mi bajo vientre y comenzó a mover su lengua. Cuando la tuve en completa erección, y tocaba el fondo de su garganta, se la saqué. Ella, babeando mientras tomaba aire, me pidió que continuara explicándole el tema.

 - "Las citas te las organizaré yo. Si quieres podrías empezar el próximo fin de semana. Tienes dos clientes por confirmar, uno en Bilbao para la noche del
viernes y otro en Santander para la del sábado. Facturarás 1.200 € por noche. Se trata de noche completa, y se entiende que son 6 horas, de modo que entre cena, copa y polvo, se te pasará rápido. Los gastos de viaje, hotel, cenas, corren por cuenta del cliente, claro. El dinero nos llegará por transferencia antes de cada encuentro. Un chollo, vamos, ¿aceptas?".

 Mientras ella dudaba qué contestar la cogí del pelo y le follé la boca violentamente de nuevo con mi amoratada herramienta. Tras varias sacudidas, y alguna arcada de mi princesa, la solté.

 - "¡Aaaah!, ¡mmmmhh!, ¡animal, ya sabes que no me cabe entera, no sé tragármela! Estoy flipada, ya tengo citas concertadas y todo. Que cabrón eres. ¿Y tú donde estarás?".

 - "Pues en casa con nuestros hijos. No conozco a ninguna puta que lleve a la familia detrás. No creo que me necesites para nada".

 - "Mmmmmmh... de acuerdo. Pero tendré que comprarme ropa, lencería y eso...".

 - "¡Nena, eres más zorra de lo que pensaba, lo único que te preocupa es la ropa, jajajajaja!".

 - "Soy lo que tú quieres que sea, cariño...".

 Ensarté de nuevo mi pene entre sus carnosos labios, mientras pellizcaba sus pezones, y tras abusar de su boca dirigí mis chorros de esperma a su cara y su pelo ondulado. Ella, sin dejar de masturbarse hasta correrse, recogió todo el semen que pudo con sus dedos y los chupó uno a uno. Me sonrió y se fue al baño.

 Durante la semana acompañé a Esther a comprar ropa, elegí para ella la más ajustada y atrevida. El miércoles reservé cita con la esteticista para que
depilara a mi mujer, con especial atención a su coñito, para que quedara muy, muy suave, como siempre le pedía que lo llevara, quería que estuviera perfecta para sus primeros clientes.

 Le compré también una tarjeta sim de prepago, para que pudiera comunicarse con sus clientes si había cualquier contratiempo. No era cuestión de darles el teléfono habitual de mi mujer.

 Llegó el viernes, yo ya había sacado los billetes de avión y preparado la maleta con la ropa que mi mujer tendría que llevarse. Cuando Esther llegó del
trabajo se duchó y se perfumó como si fuésemos a salir juntos. Le puse un enema para limpiar su recto, para que pudiera ofrecer su ano sin desagradar a su primer cliente. Pensar que la preparaba y se ponía guapa para otro hombre, y que además yo no iba a estar delante cuando follara con él, en contra de lo que era habitual, hizo que mi polla comenzara a hincharse bajo los pantalones.

 La acompañé al aeropuerto y me despedí de ella con un beso.

 - "Pórtate bien nena, por favor".

 - "¿Voy a follar con dos tíos que no conozco y me pides eso ahora?".

 - "Pues claro, cariño. Quiero decir que te emplees a fondo, quiero que te hagan buena publicidad entre sus amigos y consigas más clientes, deberías
complacerles en todo".

 - "Lo intentaré amor mío, me portaré como una auténtica zorra si es lo que quieres".

 Mientras se alejaba hacia el control de seguridad, vi como un grupo de cuatro hombres la miraban y hacían comentarios entre risas. Llevaba su melena suelta, unos vaqueros desgastados y muy ajustados con la cintura baja, asomando un poco un tanguita rosa, zapatos de tacón negros, y una camiseta ceñida también de color negro, con el logo de una conocida discoteca de Madrid, con letras brillantes en color plata y rojo, que resaltaban sus preciosos pechos.

 A su llegada a Bilbao, sobre las 20:00 h del viernes, cogió un taxi que la llevó al hotel acordado. Allí la esperaba Adolfo, su primer cliente.

dolfo era un directivo joven, llevaba en la compañía casi cuatro años y aún no había cumplido los 30, no tenía pareja debido a su exclusiva dedicación al
trabajo y al deporte, y era asiduo a las prostitutas de alto standing. Tenía un buen físico, muy varonil y elegante, con complexión atlética, casi 1’90 m de
estatura y ojos verdes. Le convencí de que Esther era la tía más elegante, guapa y guarra que yo me había follado, y que seguro repetiría con ella.

 - "Hola. Tú debes ser Esther".

 - "Si, claro, y tu Adolfo ¿verdad? (joder que bueno está este tío)".

 - "Sí. Eeeeeeestoooo, ¿Nos sentamos? ¿Quieres tomar algo?".

 - "Bueno, gracias, tomaré un Martini blanco".

 - "Jorge, un ex compañero mío de trabajo, me llamó por un tema laboral y surgió el facilitarme tu contacto, me ha hablado muy bien de ti".

 - "¿Mi contacto?".

 - "Sí, bueno, el de tu organizador, quien te lleva la agenda, un tal Salvador".

 - "Ah, sí, miii..., mi organizador, claro... Salva... dor". (Mi marido es la hostia, ¿Ha metido a otro tío en esto?, cuando vuelva tengo que hablar con él,
está como una cabra...).

 - "Oye, eres realmente guapa, y tienes una figura muy bonita, como me habían dicho. Esperaba verte vestida de otra manera, pareces una mujer..., cómo diría,... normal".

 - "Bueno, lo soy, la diferencia imagino que la conoces, si no yo no estaría aquí. Creo que es mejor para los dos, vayamos a donde vayamos, que no llamemos la atención. Si fuese vestida de putón me mirarían todos, y a quien me acompañara también. De todas maneras tengo vestuario para todos los gustos, y me encantaría complacerte. ¿Me vas a invitar a cenar? Estoy hambrienta".

 - "Sí, por supuesto, he reservado a las 22:00 h, en un restaurante excelente, te gustará".

 - "Genial".

 - "Eeeee, sobre lo otro, yo te veo estupenda, pero..., cojones, ya que me gasto el dinero, me gustaría dar envidia a todos los que miren, sin que parezcas
una puta barata".

 - "Pues si me dices dónde está nuestra habitación me cambiaré".

 Quince minutos antes de la hora de cenar, volvió a aparecer Esther en el hall del hotel, llevaba un vestido negro, muy muy corto, que apenas cubría su
trasero, ajustado por encima de sus caderas por un cinturón ancho. No llevaba medias, mostraba media espalda y un generoso escote, el pelo peinado hacia atrás con fijador y aspecto mojado, unos pendientes de aro enormes, plateados, al igual que su bolso y sus sandalias de tacón.

 Se sentó enfrente de Adolfo, que la miraba embelesado y sonriente.

 - "¿Qué tal, he acertado?".

 - "Desde luego, Esther, estás impresionante".

 - "Me alegro de que te guste. He tenido un problema, espero que no te desagrade cómo lo he resuelto".

 - "¿Qué problema, ocurre algo?".

 - "Nada grave, no tenía un sujetador sin tirantes para un vestido tan escotado y no me he puesto ninguno".

 Esther se retiró el vestido, para enseñarle uno de sus pechos a Adolfo, el pezón estaba erguido y la tela se enganchó unos instantes en él, hasta que pudo mostrarlo por completo. Adolfo sintió que su miembro empezaba a abrirse paso entre sus bóxer.

 - "Y ya puestos, las braguitas que mejor juego hacían, claro, eran estas...".

 Mi mujer abrió las piernas y le mostró su desnudo y depilado conejo a su pareja de esa noche. Sin reparar en si alguien más miraba, se chupó un dedo y lo deslizó entre sus labios vaginales, se entretuvo unos segundos introduciéndolo en su vagina, empapándose de sus flujos y luego movió lo que quedaba de Martini con él, y bebió un sorbo.

 - "¡Oh!, perdona, no te he ofrecido Martini, ¿quieres?".

 Adolfo cogió la copa, y nervioso, apuró el Martini de un trago.

 - "Vayámonos a cenar, me estás poniendo enfermo".

 - "Jajajaja, claro, lo que tú digas".

 Bajaron al parking del hotel y subieron al coche de Adolfo. De camino al restaurante, Esther recordó mis palabras en el aeropuerto “...que te emplees a fondo, quiero que te hagan buena publicidad entre sus amigos y consigas más clientes, deberías complacerles en TODO“ y de inmediato comenzó a acariciar la entrepierna de su primer cliente. Le manoseó el paquete por encima del pantalón hasta que notó la tela lo bastante tensa, entonces le desabrochó el cinturón, desabotonó y bajó la cremallera, y extrajo la polla y los huevos de Adolfo. Tuvo la tentación de mamársela sin esperar más, cuando vio lo extremadamente gruesa y larga que era, pero prefirió excitarle y siguió jugando con la gorda barra de carne entre sus manos, la agitaba violentamente y la acariciaba con suavidad alternativamente.

 - "Hostia, tía, tú quieres que me corra antes de llegar al restaurante, estate quieta que no quiero mancharme los pantalones".

 - "Es que tienes un chupa-chups muy apetecible, y me gustan tanto las golosinas, te aseguro que no te voy a manchar...".

 - "¡Dios mío que zorra eres!".

 Esther entendió el comentario como de aprobación, le sacudió la polla varias veces, apretándola con fuerza, asegurándose de su vigorosa erección y luego se la metió entera en la boca. Tragaba polla como una artista, solo se la sacaba para poder lamerle los huevos, y tocarle el frenillo con la punta de la lengua, y volvía a hundirla en su garganta.

 - "Joder, mala puta, ¿qué me estás haciendo? ¡¡¡Qué mamada!!! ¡Vamos a tener un accidente!".

 Esther no paró hasta notar los chorros de semen caliente en su boca, Adolfo le empujó la cabeza hacia su tranca, y sacudió la pelvis mientras se corría, ella entre contenidas arcadas, tragó la espesa crema satisfecha por el resultado.

 - "¡Buuuuff!, ¡¡¡La madre que te parió!!!... La mejor comida de nabo de mi vida, sí señora. ¿Te has quedado bien o quieres cenar aún?".

 - "¡Hombre! –dijo Esther sonriendo, con algo de semen en su barbilla-, aunque me haya tragado tu leche, contaba con una buena cena, y como postre, espero que me claves esa tranca por donde más te guste, cariño".

 Tras aparcar, entraron al restaurante, Esther se dirigió al baño para asearse y volvió al cabo de unos minutos. Adolfo se sintió orgulloso cuando la vio
andar acercándose a la mesa, pensando que era para su disfrute, que no llevaba bragas, que en el momento que se sentara o agachara cualquiera podría verle el coño o el impresionante culo que tenía. Menudo pendón de tía -pensó para sí-.

 Durante la cena charlaron sobre el trabajo de ambos, Esther se inventó que al poco de comenzar en la universidad, con 18 años, se metió en el tema de la
prostitución de lujo por culpa de una amiga modelo, pero que ahora le encantaba alquilar su cuerpo.

 En medio de la conversación Esther se quitó un zapato y puso el pie sobre la entrepierna de Adolfo hasta ponerle el miembro de nuevo en erección. Adolfo
observó lo que pasaba en su bragueta y comenzó a acariciar el pie de Esther, la situación le puso extremadamente cachondo.

 - "Me encantan tus pies Esther, son muy bonitos, me gusta que lleves las uñas pintadas de rojo. ¿Podré lamértelos luego?".

 - "Me podrás lamer lo que quieras, soy tuya toda la noche, pero vámonos ya a follar, estoy deseando que me metas ese pollón bien adentro".

 Abandonaron el restaurante y se dirigieron al hotel, Adolfo no pudo esperar y mientras llegaba el ascensor, en el mismo garaje, comenzó a meter la mano bajo la falda de Esther, apretando sus duras nalgas y deslizando sus dedos por su vulva y su clítoris. Ya dentro de la cabina le besó el cuello y se embriagó con el olor de su perfume, le acarició los pechos sobre el vestido, luego los descubrió y pellizcó con suavidad sus pezones.

 Las puertas del ascensor se abrieron, Esther estaba encantada, su primer trabajo como puta era con un hombre joven y atractivo, sobradamente dotado, y la estaba tratando con delicadeza.

 Ya en la habitación, no le rechazó cuando él le besó en la boca, entrelazando sus lenguas mientras acariciaba los aterciopelados muslos de mi señora. Yo en Madrid, con los niños, en el cine, pensando en mi preciosa mujer, excitado imaginando lo que podría estar haciendo, y ella vestida ya solo con los zapatos, arrodillada en la moqueta de la habitación de un hotel, metiéndose tres dedos en el conejo, con la gruesa polla de mi ex compañero de trabajo llenándole la boca.

 Esther, ya tumbada boca arriba, sonreía mirando a Adolfo a los ojos, mientras él le ensartaba en su húmeda almeja 26 cm de gruesa carne en barra. Los flujos de mi mujercita empapaban las sábanas, Adolfo aguantaba la corrida todo lo que podía, quería que ella también alcanzara un orgasmo, Esther le había pedido que no utilizara preservativo, quería el semen dentro de ella.

 Adolfo se arrodillo en la cama, y sin dejar de taladrarle la vagina, le levanto las piernas, le quitó los zapatos y comenzó a lamer las plantas de sus pies,
luego le chupó los dedos uno a uno, y el empeine, el tobillo; mientras, jadeaba como si estuviera a punto de correrse. Cambiaron de postura y Esther se
recostó de lado y encogió las piernas, así su amante podía penetrarla mientras ella le enseñaba su precioso culo. Sintiéndose cada vez más caliente, con Adolfo entregado en todo su repertorio de besos y caricias, Esther se giró y le dijo con lascivia:

 - "Fóllame el culo, ábremelo con ese pedazo de pollón que tienes".

 - "No -dijo abriéndole las piernas y tumbándose de nuevo sobre ella-, déjame que me corra en tu coño, estoy a punto de... ¡¡¡aaaahhhhhhh!!!".

 - "Mmmmmmmmmmh, sigue cariño, lléname de leche, dámela toda, así, asiiiiiiiiiiiiiiiiiiii".

 - "¡¡Oooooooooh, joder!!. Qué polvo más bueno. Jorge no me engañó, eres la mejor tía que me he follado en mi vida. Parecía que me estabas ordeñando la polla, nunca había tardado tan poco en correrme".

 - "Eres un cielo. Me tienes a tu disposición para cuando desees".

 - "Lo tengo en cuenta, pero como no me hagas descuento tendremos que esperar un poco".

 - "Lo bueno tiene su precio amor. Pero aún nos quedan unas horas, ¿que más me vas a hacer?".

 - "Nada más preciosa, ya has hecho que me corra dos veces esta noche, solo voy a dormir 4 horas, tengo que estar el domingo en Shangai y mi vuelo sale
temprano. Si no me va a costar más dinero, tú puedes quedarte durmiendo aquí, no te molestaré".

 Esther se quedó flipada cuando Adolfo apagó la luz y se abrazó a ella con la intención de dormir. No se imaginaba que un tío pudiera contratar a una fulana, para comportarse con ella como si de una esposa se tratara. Pensó en lo solo que debía sentirse aquel chico, y hasta sintió lástima por él. Le dio un beso en los labios y comprobó entonces que ya estaba dormido. Luego cogió su móvil y me mandó un mensaje.

 - "Jorge, amor mío, acabo de terminar con el primero. Lo tengo al lado, abrazándome, dormido como un bebé. No he podido ni ir al baño a lavarme, se ha corrido dentro de mí, noto su semen salir de mi vagina. Pensaba que mi aventura de prostituta iba a ser más emocionante, pero ha sido muy normal, aunque tengo que reconocer que me ha encantado quedar con este tío. Le he besado, espero que no te importe. Me gustaría repetir con él, tiene un pollón enorme. Besos de tu mujercita".

 El mensaje me pilló en la cama, me sacudí el miembro mientras lo leía y me masturbé pensando en lo que mi zorra habría disfrutado. Mi esposa, la muy cerda. Me ponía muy caliente que se la hubieran follado por dinero, encontrándome a cientos de kilómetros de ella.

 FIN DE LA PRIMERA PARTE.

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