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  "El nuevo trabajo de mi mujer (4)".

 

 Después de su Ascenso la actitud de mi mujer cambio, más segura, más abierta, mas sexual, a mí en casa me tenía loco con las historias que me contaba del trabajo y teníamos una vida sexual más activa que nunca pues, según ordenaron Silvia y Jean Claude, seguía sin ser penetrada en el trabajo y llegaba a casa cachondísima. En la oficina, en caso de calentón extremo, solo tenía que llamar por teléfono y cualquier becario se arrodillaba ante su mesa comiéndola el coño hasta correrse en su boca.

 Dejó su antigua ropa a un lado y empezó a vestir mas sexy, elegante y provocativa a la vez. Al trabajo iba siempre vestida con trajes de ejecutiva, tacón alto, medias o pantys y, por lo que pude curiosear en sus cajones, nunca llevaba ni bragas ni sujetador. Empezó a utilizar prendas de Sado que combinaba elegantemente con su ropa, faldas de cuero, algún que otro corpiño, incluso cruces de latex que cubrían sus pezones. Ya solo respondía ante Silvia y Jean Claude con los que actuaba de forma sumisa aunque cambiaba al Rol de Ama en cuanto salía de su despacho.

 No había dejado de acudir a los rodajes y, aunque Peter ya tenía otra chica que le mantenía las erecciones entre toma y toma, de vez en cuando le hacia una visita y, por los viejos tiempos, le hacia una buena mamada delante de todo el set de Rodaje dejando que se corriera en su boca para deleite del personal. Tampoco había abandonado sus visitas al baño y ya no utilizaba papel para limpiarse, siempre había alguien disponible para limpiarle el coño con su boca. Ella sospechaba, más bien estaba segura, que entraban al baño cuando la veían ir en esa dirección y ella, a cambio, nunca defraudaba dejándose lamer el coño y el culo y acabandoles las pajas con un par de movimientos maestros, consiguiendo grandes eyaculaciones que a veces les hacía lamer directamente del suelo.

 Tenía viajes de negocios, acudía a rodajes, cenas, casting y reuniones pero sin duda la de primera hora de la mañana era la reunión que esperaba con más ansia y es que Jean Claude la había convertido en adicta a su semen. Todo comenzó una mañana, días después de su Ascenso. Tenían que ponerse al día de unos asuntos, en un momento dado Jean Claude le ofreció un café y se levantó a prepararlo.

 -“Yo lo tomo solo ¿y tú?” dijo Jean Claude junto a la Cafetera.
 -“Yo con la leche bien caliente” contestó mi mujer.
 -“Me vas a disculpar, pero no hay leche, no suelo tomar ...pero no te preocupes que mando a alguien a por ella” dijo Jean Claude dirigiendose al teléfono.
 -“No, no, déjalo, soy una chica de recursos” contestó mi mujer mientras se arrodillaba para acercarse a gatas hasta donde se encontraba Jean Claude y abrir la bragueta de su pantalón.

 Los bóxer ya anunciaban esa gran polla que había probado y tan buen sabor de boca le había dejado, metió la mano en los pantalones y allí estaba, el capullo sonrosado, el vello canoso y recortado, las venas marcadas. Le dio un par de lametazos a la punta, levantó la polla y la lamió desde la punta hasta los huevos que, con mano diestra, saco del pantalón sin ni tan siquiera desabrocharlos, esos enormes huevos de toro, bien cargados y que, ya sabía, anunciaban una gran cantidad de semen. Se metió la polla en la boca hasta el fondo, lentamente, de la comisura de los labios hasta su garganta, la notaba cada vez mas dura, Jean Claude estaba a punto de estallar, comenzó a chupar solo el capullo hasta que notó como la eyaculación llegaba, se saco la polla de la boca, cogió la taza de café y con dos sabios lametazos hizo que se corriera con grandes chorros de semen que dirigió a la taza y que a punto estuvo de hacerla rebosar y ante la sorprendida mirada de Jean Claude dijo:

 - “Un par de sobres de sacarina por favor”.

 Desde ese día, lo primero que hacía mi mujer era “ordeñar” a Jean Claude. A veces, como esa primera vez, dirigía la corrida a la taza de café. Otras se lo quedaba todo en la boca para después escupirlo en la taza. En alguna ocasión se había quitado la camisa y había dejado que se corriera en sus tetas dirigiendo el semen hasta su pezón dejándolo gotear de ahí hasta la taza. Ya iba siempre sin bragas y sin sujetador y se había acostumbrado a ir a esas reuniones, a petición de Jean Claude, con un plug anal. A veces solo se ponía a cuatro patas encima del escritorio para que su Jefe se hiciera una paja mientras admiraba su coño empapado y su hermoso culo en pompa coronado por el plug regalo del propio Jean Claude que, sin poder contenerse, eyaculaba su gran cantidad de semen sobre su culo, echando por tierra el café mañanero de mi mujer .


 Empezó a estar presente en todas las reuniones con clientes, al principio sin participar, solo escuchando, tomando notas y aprendiendo lo trucos del negocio. Silvia hacía las veces de mentora y pronto comenzó a formar parte activa en las negociaciones. Y así llegó el día en que se ganó, por derecho propio, la privilegiada posición que ahora ocupa. Fue en una tensa reunión con unos distribuidores, unos derechos de imagen hacían peligrar la firma de un contrato que prácticamente aseguraba la continuidad del negocio durante al menos cinco años más. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Las horas pasaban y la conformidad por ambas partes no llegaba. Pocas veces había visto mi mujer a Jean Claude contra las cuerdas y sin dominar la situación pero si no hacían algo la negociación no llegaría a buen puerto. Estaban en un punto muerto cuando Silvia sacó toda la artillería.

 -“Vamos a tomarnos un respiro, vamos a ver si relajamos el ambiente y más calmados vemos todo desde otra perspectiva a ver si así cerramos el acuerdo” dijo Silvia mientras, con un gesto cómplice, indico a mi mujer que había llegado el momento.

 Se puso de pie levantándose la falda, como era de esperar, iba sin bragas, mientras se desabotonaba la camisa guiñaba un ojo a los clientes. Se agacho dejando ver su imponente culo del que, evidentemente, asomaba un plug Anal, mi mujer la imitó . Las dos mujeres se metieron bajo la mesa, falda en la cintura, culo en pompa, plug al aire y se repartieron con la mirada sus presas.

 -“Esos tres para ti”. Le dijo Silvia con un gesto mientras miraba a los tres que tenía delante salivando, desde luego a Silvia le gustaba su trabajo.

 Mi mujer se acerco a los hombres que viendo la que se avecinaba ya tenían sus pollas al aire. Comenzó con el mas viejo que esperaba con los huevos colgando y una polla flácida que se puso erecta en cuanto sintió los labios de mi mujer. El hombre aguantó apenas unos segundos, en cuanto sintió el calor de la boca se corrió dentro de mi mujer que, aplicada, se trago todo sin dejar ni una gota. Los otros dos le iban a costar más, pensó. Un mulato cuya polla no parecía entrarle en la boca y el más joven que ya esperaba sus lametazos con la polla bien erecta. Pasaba de uno a otro hasta llevarles al borde del orgasmo momento en el que paraba, como le había enseñado Silvia. Los estaban volviendo locos. Jean Claude, con rostro ya más relajado y conocedor de que en ese momento controlaba la situación, esperó al momento justo. Cuando no aguantaban más y veía en sus caras como llegaba el orgasmo aprovechó para finiquitar el asunto.

 -“Va siendo hora de acabar esto ¿no les parece?” dijo con seguridad
 -“Si por favor” dijeron casi al unisono.

 Los seis firmaron los contratos volviendo a prestar toda su atención a Silvia y a mi mujer.

 Silvia salió de debajo de la mesa, se arrodilló en mitad del despacho, sus tres hombres se acercaron, el primero descargo en su cara, el segundo en su boca y al tercero, conocedora como era de sus apetencias, le ofreció sus tetas, una gran descarga empapo todo su pecho que acto seguido, el autor de la corrida, lamió hasta dejar las tetas de Silvia brillantes y sin rastro de semen. Los dos que faltaban miraron a mi mujer que, salida como estaba, pensó en darles algo que no les dieran todos los días, se puso de pie, y con la falda por la cintura bajo sus pantys hasta la altura de su coño, acerco la polla del mas joven que no pudo contenerse y se corrió sobre ellos, quedaba el mulato. Cogió su gran polla y la puso entre los pantys y su coño de forma que podía notar la cabeza del rabo rozando su húmedo coño abierto. Cachonda como una perra en celo se restregó con el mástil del mulato que no pudo aguantar por mucho tiempo el roce de los pantys, por un lado, y del empapado coño de mi mujer por el otro y descargo una gran cantidad de leche que empapo su coño llegandole hasta el culo y resbalando por sus piernas. Una vez apartó el flácido miembro y sin limpiarse, se subió los pantys de forma que sentía el semen de los dos hombres en contacto con su coño. Así paso el resto del día en la oficina y así llego a casa, con los pantys empapados y oliendo a macho. Evidentemente tuve que limpiar ese desastre, primero con mi boca sobre sus pantys y luego directamente de su coño. Esa noche volvimos a follar como locos.

 Ese contrato les dio muchos beneficios y les abrió las puertas a otras posibilidades de negocio todavía sin explorar. Lo celebraron con una cena y una fiesta en uno de los apartamentos de lujo que tenían en la zona centro para las grabaciones.

 Ya en el coche, después de la cena y de camino a la fiesta, Silvia y Jean Claude se deshacían el halagos hacia mi mujer. Hablaban de lo contentos que estaban con su incorporación, de su buena disposición y de lo importante de su actuación en la última reunión, de hecho los clientes habían solicitado que ella estuviera en todas sus próximas reuniones y para agradecer su dedicación querían darle, aparte de su comisión en la operación, una sorpresa que, le dijeron, esperaba en el apartamento. El nerviosismo de mi esposa se disipó en cuanto entró por la puerta, allí esperaban Peter y un nuevo aspirante a estrella del porno, un semental negro que había sorprendido en todos sus casting por su potencia, aguante, tamaño y la cantidad de semen de sus eyaculaciones. Mi mujer, que ya le había visto en alguno de esos casting, se mojó por completo ante ese espectáculo, allí estaban los dos, desnudos, sonrientes y con una copa en la mano.

 -“Puedes hacer con ellos lo que quieras, esta noche están a tu servicio, están aquí para proporcionarte todo el placer que necesites”. le dijo Jean Claude mientras se servía una copa.

 Acto seguido Jean Claude se sentó en el sofá dispuesto a disfrutar del espectáculo mientras Silvia, ya con solo unas medias y unos zapatos de tacón, se arrodillaba ante él y empezaba a lamerle la polla.

 Los dos actores se acercaron. El Negro se había puesto detrás de mi mujer que podía notar, a través de su falda, su gran polla en su culo mientras le comenzaba a pellizcar los pezones por encima de la camisa. Peter le acariciaba el coño mientras la besaba. Con sus dedos expertos jugaba con sus labios vaginales, los rozaba hasta llegar al clítoris sin, todavía, introducirle ningún dedo, así estuvo un rato hasta que noto que mi mujer, totalmente empapada, empezaba a mover sus caderas buscando esos dedos dentro de ella. Peter le metió dos dedos hasta el fondo. Con los dedos de Peter dentro de ella y el negro detrás rozándole el culo con su polla y jugando con sus tetas, llegó al primer orgasmo. La tumbaron en el sofá, la desnudaron hasta dejarle con las medias, el corpiño y los tacones, mientras Peter le levantaba las piernas, el negro empezó a lamerle el coño, con sus grandes labios y su lengua iba de su culo a su coño, abría los labios con su lengua y la metía hasta el fondo.

 -“Sorbeme el clítoris cabrón” le gritaba mi mujer.

 Cuando estaba a punto de su segundo orgasmo, Peter apartó al Negro diciéndole a mi mujer:

 -“Esta vez soy yo el que quiere tu corrida en mi boca” y con dos dedos en el coño y unos sabios lametazos en el clítoris, mi mujer se corrió en la boca de Peter.

 Mi mujer chorreaba cuando el negro se puso ante ella, con las piernas bien abiertas, el semental colocó su capullo en la entrada del coño de mi mujer, que empapada como estaba, movía su cadera buscando esa polla en su interior. Pero el negro quería jugar un poco y empezó a pasar su gran polla por el coño sin meterla, restregando su capullo contra su clítoris. Mi mujer estaba fuera de sí suplicando al negro que le metiera la polla de una vez. Este hacía caso omiso a su petición y metía y sacaba solo el capullo hasta llevar a mi mujer a la desesperación y a gritarle:

 -“Vamos cabrón, necesito ese pollón negro dentro de mi, vamos!!”

 El Negro sonrió. Miro a Jean Claude en busca de su permiso. Jean Claude asintió y el negro le metió toda la polla de un solo empujón, entró suavemente gracias a los flujos de mi mujer que mientras notaba como ese pedazo de carne se iba abriendo paso hasta su vientre, explotó en un orgasmo.

 -“Cabrón me partes en dos, que polla, dame más vamos, no pares” gritaba mi mujer mientras el negro comenzaba su bombeo. La sacaba hasta casi la punta y la metía hasta dentro, mi mujer, con los ojos en blanco chillaba:
 -“Que polla, que polla!!, sigue siiii!”
 -“Así que quieres esta polla negra dentro de ti ehh puta?? vamos pídemelo!!”. Le gritaba el Negro.
 -“Sí por favor, destrózame con tu polla negra, Dios no pares!! Dame fuerte!!” Suplicaba mi mujer -“Eres una esclava de las pollas negras zorra, vamos dilo” le decía el negro con una chulería que todavía ponía más cachonda a mi mujer.
 -“Sí soy una esclava de las pollas negras!!, Sí soy tu zorra!! Soy una puta de las pollas negras!!” gritaba mi mujer, mientra Peter detrás de ella disfrutaba de la escena y la sobaba las tetas.

 Jean Claude y Silvia no perdían ojo del espectáculo, sentados uno al lado del otro, Silvia le hacia una paja lentamente, bajando hasta abajo y subiendo muy despacio. Estaban disfrutando de la visión de mi mujer completamente emputecida taladrada por un semental negro, la polla de Jean Claude apunto de estallar y el sillón manchado de los flujos vaginales de Silvia.

 El negro aceleró sus embestidas, mi mujer cerda y cachonda como una perra fuera de sí pedía más mientras notaba la gran polla en sus entrañas.

-“córrete dentro, por favor, lléname de leche”.

 El Negro la sonrió y con un gruñido empujó su polla hasta que los huevos golpeaban el ano de mi mujer. Sintió el calor de su semen entrando en su interior. Su vagina no alcanzaba a contener tanto semen y este salia de su coño chorreando por su piernas mientras un impresionante orgasmo subía como una descarga de electricidad de su espalda hasta su nuca.

 Era el turno de Peter que la puso a cuatro patas y empezó a lamerle el culo.
 -“Prefiero un agujero que no esté usado” le decía mientras iba introduciendo un dedo en el culo de mi mujer. El Negro estaba sentado en el sillón con su enorme miembro brillando por los flujos de mi mujer que comenzó a relamerse ante tal espectáculo. Salivando, empezó a comerle el rabo que pasó de la flacidez a la dureza en pocos segundos. Peter seguía dilatando el culo de mi mujer. El negro se puso a cuatro patas mientras con su manaza cogía la cabeza de mi mujer y la ponía en su culo.

 -“vamos, lámeme el ano” Le decía.

 Mi mujer, que a esas alturas había perdido toda vergüenza y, totalmente emputecida, era puro morbo y sexo, le empezó a lamer el culo mientras con la mano le iba haciendo una paja. Pasaba del ano a los huevos cuando empezó a sentir el capullo de Peter en la entrada de su ojete, acomodó su culo y notó como la polla de Peter iba entrando poco a poco, notaba sus venas y su trozo de carne abriéndose camino hasta que entró por completo y Peter empezó a culear. Mi mujer, puro vicio ya, lamia el culo del negro y ordeñaba su polla mientras notaba la polla de Peter en su propio Culo. Le metió un dedo al negro y noto como su polla se endurecía aún más, notó como venía la corrida que en esa posición fue directa al suelo del que mi mujer, con su culo en pompa y la polla de Peter rompiendoselo, lamió hasta dejarlo limpio. Peter sacó la polla del culo de mi mujer y se sentó en el sillón, mi mujer dándole la espalda se sentó en su polla mientras notaba como le iba abriendo el culo. Se abrió de piernas ofreciéndole su coño al negro que con su pollón le iba destrozando el coño.

 -“Hijos de puta, reventarme los dos agujeros, que bueno!! me estoy corriendo no paréis”. Gritaba mi mujer.

 Así estuvieron horas, dándola caña. Mi mujer perdió la cuenta de los orgasmos y la noción del tiempo, su cuerpo estaba lleno de semen que manaba en gran cantidad de su coño y su culo. Los actores yacían exhaustos a su lado cuando se le acercó Jean Claude con su polla como una estaca, brillante por la mamada de Silvia y con liquido preseminal en la punta.

 -“Déjame acabar dentro de ti” Le dijo a mi mujer que, solícita, abrió las piernas. Jean Claude metió solo la punta en un coño lleno de Semen, flujos y sudor y ese calor bastó para que explotara en una corrida que llevaba aguantando toda la noche. La cantidad de semen y su calor ardiente provocaron en mi mujer su último orgasmo.

 Llegó a casa con las primeras luces del alba. Destrozada, exhausta, con el rimel corrido. Se le doblaban las piernas y olía a semen desde la entrada. Fue directamente a la ducha se echó crema en sus doloridos culo y coño y estuvo durmiendo todo el día. Por la noche mientras cenábamos me lo contó con todo lujo de detalles, me excitó muchísimo y me moría de ganas de metersela, pero solo me pudo hacer una paja, su irritado sexo no admitía una nueva penetración...de momento.

 Y así cruzamos una linea que no sabemos donde nos llevará. A mi mujer seguro que al éxito en su trabajo y en nuestro matrimonio a recuperar, de momento, una la libido que había entrado en la monotonía.

 Estoy deseando que llegue la cena de empresa en Navidad de la que ya he recibido invitación.

 

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