Mi relación con Eduardo y Olga no pasaba al
principio de compartir el pequeño bocadillo a media mañana en el
trabajo. Después de 2 años la relación con ellos y el nivel de
confianza fue en aumento y pasado este tiempo comenzamos a intimar algo
mas, pero siempre guardando una distancia prudencial en lo que se refiere
a la vida privada de cada uno.
En
dos o tres ocasiones había acudido a cenar previa invitación a su casa y
ellos habían hecho lo propio en la mía. Ellos llevan casados unos 8 años
y a pesar de su edad (tienen 37 años) renunciaron hace tiempo al tema de
los niños, por lo que el régimen de libertad para moverse y disfrutar a
tope de la vida es bastante amplio.
Como quiera que nuestro trabajo nos deja bastante
tiempo libre, mi afición es la informática, y aunque no soy un experto
me defiendo bastante bien.
El caso es que en una ocasión, Eduardo me pidió si
podría echarle un vistazo a su portátil, al parecer le daba mas de un
problema y él es bastante negado para esto de los ordenadores. Gustoso
le dije que me lo trajera al día siguiente y que trataría de ponérselo
en orden.
Me lo llevé el fin de semana a casa y después de saneárselo,
la curiosidad pudo conmigo. Para el que no lo sepa, existen programas
que recuperan archivos del PC a pesar de haberlos borrado, y otra cosa
no, pero yo soy muy curioso, así es que me puse manos a la obra y traté
de recuperar algunos archivos que a simple vista no aparecen en el
mismo. Sorpresa, del centenar de fotos que recuperé, unas dos docenas
de ellas eran algo mas que íntimas.
Mi
nerviosismo fue en aumento cuando empecé a visionar las mismas y pude
comprobar los cuerpos de mis amigos como Dios los trajo al mundo y
alguna foto más en la que aparecían en poses más que provocativas. La
verdad es que siempre había querido adivinar el cuerpo de Olga desnudo,
me la imaginé en más de una ocasión que escondería dentro de los trajes
y vestidos que llevaba para trabajar y la suerte me brindaba la
oportunidad.
Sin
pensármelo me hice una paja mientras me recreaba con su maduro cuerpo
pero bien formado, sus redondeadas piernas, su culo prieto, sus
turgentes pechos con los pezones a punto de estallar y su pubis
recortadito que invitaba a comérselo eternamente.
La verdad es que su cuerpo es espectacular como
pude comprobar en vivo con el tiempo, pero en aquel momento y
posteriores tuve que conformarme con pajearme con sus fotos e imaginar
como sería follársela por detrás o una buena mamada por su parte.
El lunes le llevé el ordenador y le di unas
cuantas instrucciones para que no volviera a destrozarlo en lo
sucesivo.
Después de aquello la hora del café se tornaba
cada vez más excitante. El corto tiempo que pasaba con ellos, mi cabeza
únicamente reflejaba las imágenes que ahora estaban guardadas en mi
ordenador.
Como digo, Eduardo no es muy hábil con la
informática, y a pesar de mis consejos, pasado un tiempo, volvió a
decirme que tenía de nuevo problemas con el portátil y que si me
parecía bien, me invitaba a cenar el viernes a su casa y así poder
pegarle un vistazo al dichoso aparato. Accedí gustoso y llegado el
viernes me presenté con una botella de vino para la cena.
Olga aun no
había llegado y mientras le esperamos le volví a poner el portátil al
día. Con Olga ya en casa nos dispusimos a cenar y con la cerveza del
aperitivo y el vino de la cena nuestra conversación fue desviándose por
otros derroteros hasta acabar hablando de relaciones, amoríos y sexo.
Animados
por el vino, la conversación derivó sin saber como en los locales de
intercambio y las fantasías a grandes rasgos que teníamos cada uno,
ellos mas como pareja. Metidos en harina fue Olga creo recordar, la que
sin cortarse argumentó que para realizar sexo fuera de la pareja
debería ser algo especial. Si alguna vez lo hacía según sus palabras,
debería ser algo fuerte, para aspectos románticos ya tenía a Eduardo y
si alguna vez se soltaba la melena lo haría con todas las
consecuencias, sexo duro en una palabra, sin tapujos y más en plan
película de porno duro. En ese instante yo creo que mi polla ya estaba
dura como una piedra solo de pensarlo.
Recogimos
la mesa y nos sentamos en los sofás del salón con una copa en la mano,
yo dispuesto a seguir la conversación que prometía ser más que
interesante.
Todos estábamos ya algo entonados con el alcohol
ingerido, sin llegar a estar borrachos, pero la desinhibición se notaba
a la hora del desparpajo con la que hablábamos y el cachondeo en
nuestras frases e indirectas.
En un momento Eduardo cogió la maquina de fotos
digital que tenía en una de las mesas y empezó a tirarle fotos a Olga,
sentada a mi lado con las piernas cruzadas y con su copa en el regazo.
Reticente en un principio a posar pero a la vista de la insistencia de
su marido, empezó a bromear con poses de modelo. Fue Eduardo el que sin
mediar le pidió que se desabrochara un botón de la blusa para que
mostrara mas escote, premio, sin decir nada ella se desabrochó dos
botones dejando ver incluso el sujetador negro que llevaba.
Mi
nerviosismo fue en aumento. Le pedí la cámara a Eduardo y comencé a
tirar fotos tanto a ella como a él. Un poco bromeando pero seguro que
con intención clara, Eduardo se desabrochó la camisa dejando ver su
pecho casi hasta el ombligo, yo seguía tirándole fotos sin quitar la
vista por otro lado del escote de Olga que cada vez que dejaba su copa
en la mesa y se reclinaba, podía ver sus pechos casi por completo
cubiertos por el sujetador.
Intuía en que acabaría todo pero por otro lado no
sabía si ellos llegarían hasta el final. Olga me despejó dudas cuando
le dijo a Eduardo si se atrevía desabrocharse el vaquero a la vez que
me pedía la cámara. Aceptó, de buen grado, pero con la condición de que
ella hiciera después lo mismo si tenía agallas.
Lentamente, Eduardo se
desabrocha el pantalón mostrando la parte superior del slip y antes de
desabrochar el ultimo botón, la mano de Olga se abalanza para sacar su
polla sin mediar palabra pero riéndose a carcajadas. Sin más empieza a
tirar fotos mientras Eduardo juega con su polla semierecta.
-
"Ponla dura, si no, no vale",
le pide Olga.
En dos meneos diestros Eduardo consigue ponerla a
punto y cuando le ha sacado unas fotos le pide la cámara a Olga que se
la pasa mientras pega un buen trago del cubata para animarse del todo.
- "Ahora te toca a ti sacártelas", le dice Eduardo.
Ella me mira un poco indecisa pero mi sonrisa lo
dice todo y sabe que a mí, lejos de importarme, estoy deseando
comprobar que se esconde tras el sujetador negro. Se desabrocha otros
dos botones de la blusa y se saca las tetas por encima mientras su
marido no pierde el tiempo sacándole fotos. Mi polla ante la situación
está a punto de saltar de mi pantalón y mi nerviosismo es patente.
- "Toma", me dice Eduardo pasándome la cámara.
La cojo y fijándome en el visor comienzo a sacarle
fotos a las tetas de Olga mientras Eduardo se las acaricia y me las
muestra. Mi erección es visible y Olga se da cuenta de ello,
porque no me quita ojo del paquete mientras con su mano acaricia la
polla de su marido.
Comienzan a
besarse mientras Eduardo le sube un poco la falda negra y deja ver el
final de sus medias y sus muslos blancos. Me pongo de pie y me empleo a
fondo acercándome un poco a ellos. Eduardo le besa mientras su mano se
pierde ya por el interior de su falda acabando en su coño que yo aun no
puedo ver.
-
"Estás empapada como una putita", le dice.
-
"¡Como quieres que esté con esta situación!.
Has sido
tú el que ha provocado esto. Chúpamelo mientras Alex nos saca fotos,
seguro que le apetece ver como lo haces".
-
"Claro que me apetece, por mi
no os cortéis", contesto yo.
De rodillas Eduardo le sube un poco la falda y le
retira el tanga negro hacia un lado para poder comerle el coño mientras
levanta sus patas flexionadas. Yo sigo a lo mío tirando fotos,
acercándome cada vez mas para ver la expresión de Olga en la pantalla
de la cámara y su expresión de gusto mientras la lengua de su marido le
recorre el coño de arriba abajo.
Con una rodilla apoyada justo a su lado y mientras
le enfoco la cara, sus manos se plantan en mi paquete, acariciándolo
por encima del pantalón. Sin mediar palabra me desabrocha el pantalón y
me lo baja hasta las rodillas para sacarme la polla que cuando se
muestra ante ella no puede evitar una exclamación de asombro ante su
tamaño.
Empieza a lamerme el capullo con suavidad,
descubriendo el capullo de su protección y mirándome a los ojos como
pidiéndome permiso, permiso que por supuesto tiene concedido. Su mamada
es intensa, profunda, húmeda. Su saliva resbala por mi polla hasta los
huevos que ella rápidamente vuelve a succionar. Eduardo, ajeno hasta
entonces a mis avances, levanta la cabeza, mirando la escena de su
mujer chupándole la polla a otro.
- "Ya tienes dos pollas para ti sola, mira que eres putita, ya
tienes lo que querías".
Dejo la cámara en la mesa, pienso que no puedo
estar a dos cosas a la vez y me concentro en la mamada que me está
dedicando Olga. Eduardo se levanta y se acaba de desnudar del todo
observando la escena. Se sienta a su lado y mientras con una mano se la
menea, con la otra acaricia el coño de Olga.
Me deja por
un momento y reclinándose hacia un lado comienza a chupársela a su
marido. Tratando de encontrar una postura mas cómoda se coloca a cuatro
patas en el sofá, con la falda subida hasta la cintura y dándome el
culo mientras sigue con su maniobra de succión a Eduardo. Acaricio su
prieto culo y le bajo el tanga para mostrar lo mas deseado de mi
imaginación, su coño empapado, totalmente rasurado que está pidiendo a
gritos una lengua.
Me desnudo
completamente y me pongo manos a la obra lamiéndole toda la extensión
de su raja, entreteniéndome en su pequeño agujero del culo mientras dos
de mis dedos le follan el coño. La visión que tengo ante mí es el deseo
de cualquier hombre. Al cabo de un rato, Olga gira la cabeza y me pide
que se la meta. Acaricio su entrada con mi polla y en un empujón mi
mástil se pierde en su interior. Comienzo a moverme empujando
suavemente mientras ella tiene que dejar de tragar la polla de su
marido por los jadeos que le producen las embestidas.
-
"¿Te gusta como te lo hace?", le pregunta susurrándole.
-
"Sí, me gusta, me llena toda, le contesta ella".
-
"¿Te gustaría que te follásemos los dos a la vez? Es lo que
siempre me has pedido no?".
- "Sí, me gustaría sentirlas las dos".
Se la sacó y separándome dejó que ella se siente a
horcajadas encima de Eduardo. Comienza a cabalgarle mientras él le
acaricia las nalgas y le come las tetas como un poseso. Con mis dedos
ensalivados le acaricio el agujero del culo para prepararlo, metiendo
primero uno mientras ella no deja de empalarse.
Al cabo de
un rato y ya dilatado me pongo un preservativo y me coloco tras ella,
que ha cesado sus envites y poco a poco se la voy metiendo en el
apretado culito. Su expresión de dolor por un lado y de satisfacción
por otro, me pone a mil. Cuando tengo la mitad de la polla dentro, muy
despacio empiezo a moverme acompasando los movimientos con los de
Eduardo. A los dos minutos ella se corre como una posesa gritando como
nunca antes he oído a ninguna mujer y clavando las uñas en el sofá. Se
queda rendida tras el orgasmo. Nos separamos y dejamos que se recupere
un poco.
-
"Esto hay que acabarlo, y nada mejor que una buena
mamada a los dos", dice Olga.
-
"Mira, a eso me apunto yo", le contesto.
Uno a cada lado de ella, de rodillas en el sofá,
empieza a chupárnosla por turnos.
-
"¿Quieres que nos corramos los
dos a la vez? ¿Te gustaría?", le pregunta Eduardo.
-
"Eso es, quiero ver como
os corréis sobre mí", le contesta.
Aquello me pone a cien, les digo que yo no
aguantaré mucho mas y que estoy a punto. Por la expresión de Eduardo sé
que a él también le queda poco para correrse. Me la meneo ante su cara
al igual que hace su marido mientras ella con la boca abierta y la
lengua fuera espera la lluvia de leche que se le viene encima.
Casi al unísono nos corremos salpicándole la cara,
las tetas y su boca. Sin cortarse, se emplea a fondo para dejárnoslas
limpias del todo con profundos lametones. Me quedo en el sofá
derrotado, ya sin tensiones, para mí ha sido la mejor invitación de mi
vida.
El lunes siguiente nada había cambiado, almorzamos juntos como siempre
y a la hora de volver al trabajo, Olga me pregunta si puedo volver el
viernes que viene a su casa para echarle un vistazo al ordenador.
Eduardo me guiña un ojo, y yo por supuesto les digo que sí.
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