Esta
es mi historia. Hace varios años, obtuve mi título de abogado, novel en
la profesión y sin experiencia, ingresé a trabajar en el estudio de un
reconocido colega, veinte años mayor que yo.
Al año de estar en ese estudio, Nino, (así se llamaba) me asoció a su
bufete. Poco tiempo después, ingresa a trabajar como pasante, una
colega recién egresada, cuyo nombre es Mariela. Congeniamos enseguida y
como me gustaba mucho, no tardamos en comenzar un romance que
culminaría en matrimonio.
Aquí me debo detener en algunos detalles. En primer lugar Nino, era muy
putañero y tenía fama de estar muy bien dotado. Por otra parte, debo
reconocer que Mariela era y es insaciable y realmente me tenía
enloquecido con su demanda permanente de sexo. Ambos enamorados,
decidimos casarnos y pusimos fecha. Por esa época yo atendía a un
bufete de otra localidad, para lo cual viajaba todos los martes.
Faltando una semana para la boda, Mariela, deja de ir al estudio, para
dedicarse a lleno con los preparativos. El día martes como siempre,
viajé a la Ciudad donde teníamos el otro estudio, con una agenda bien
cargada, pues dos clientes importantes debían realizar una serie de
operaciones, que me demandaría toda la jornada de trabajo, por lo que
no tenía previsto regresar antes de las 22 horas.
Resulta que ya estando en las oficinas, me comunican que las reuniones se
suspendieron, por lo que en pocas horas, terminé mis tareas y emprendí
el regreso temprano. Al llegar en vez de irme directamente a mi casa,
preferí pasar por las oficinas a dejar el maletín y las carpetas que
traía. El bufete está emplazado en una esquina y se accede por una
puerta principal u otra de servicio, ubicada a la vuelta de ésta. Como
por la dirección que traía, me quedaba cómodo entrar por la de
servicio, estacioné sobre ese lado e ingresé por esa puerta, de la que
yo también tenía llave.
No bien estuve adentro, de una ventana que da a un patio interno, vi luz
en la oficina de Nino. Me llamó la atención, pues no esperaba
encontrarlo a esa hora, ni a él ni a nadie, ya que era mas de las
veinte horas y la oficina cerraba a las diecinueve. Pensé que podía
estar reunido con un cliente y para no molestarlo, salí al patio y me
acerqué a su ventana para corroborarlo.
Al espiar dentro, veo que Nino estaba hablando con una mujer, a la que no
podía ver por la posición que se encontraban. Ambos estaban parados y
muy cerca el uno del otro. Inmediatamente veo que se acercan aún mas,
se abrazan y besan, en ese momento, giran y mi sorpresa fue mayúscula,
quien lo estaba besando era mi amada Mariela.
Quedé atónito, me parecía un sueño, un sentimiento de ira me iba
invadiendo, pero no me movía del lugar. Los besos y caricias cada vez
eran mas fuertes, el la tenía agarrada del culo y ella le lamía el
cuello y las orejas, luego comenzó a desabrocharle la camisa y se fue
agachando hasta el último botón. Ella había quedado arrodillada y en
esa posición, le aflojó el cinto del pantalón y bajó la cremallera, el
pene de Nino se marcaba sobre el calzoncillo y ella comenzó a darle
mordisquitos, la punta de esa verga no tardó en aparecer y bajando el
slip, Mariela comenzó a mamarla desesperadamente.
Su boca iba y venía, succionaba con fuerza, Nino la observaba y gozaba.
Luego Mariela salió de la polla y se metió los testículos en su boca,
que de paso eran como dos huevos de gallina.
En ese momento, Nino la toma de los pelos y con firmeza la hace parar y
girar, quedando ésta de espalda, la empuja contra el escritorio y sin
soltarle el cabello, con la mano libre, le levanta la falda, le corre
las bragas, acomoda su pene y la penetra violentamente, una y otra vez.
Mariela comenzó a dar gritos de placer y la polla de Nino parecía cada vez
mas grande y seguía entrando y saliendo.
Mientras tanto yo, sentía una sensación extraña y contradictoria, pues
estaba furioso por la traición, pero mi pene se había endurecido y
realmente la situación me había puesto caliente.
Así seguimos unos minutos mas, Nino follándose a mi novia y yo mirando por
la ventana. Mariela tenía la cara aplastada contra unas carpetas que
estaban en el escritorio, gritando de placer, Nino arremetiendo con
fuerza contra su concha, hasta que en un grito simultáneo de ambos, se
corrieron. Parecía que le había derramado un litro de semen, pues no
terminaba nunca de acabarse y cuando se la sacó, quedó derramado en el
vidrio del escritorio un montón de líquido.
Mariela se incorporó, se enfrentó a Nino y se agachó, tomó la verga ya
medio blanda y con la lengua se la limpió, estiraba el pene para que
salieran los restos de semen y cuando asomaba una gota en la punta, se
la tomaba, luego se incorporó y comenzaron a acomodarse.
En ese momento me nacieron unas ganas terribles de chuparle esa concha
llena de semen a mi novia. Sabía que ella en cualquier momento pasaría
al baño y se lavaría, así que no perdí tiempo, raudamente volví sobre
mis pasos y me dirigí directamente a la oficina de Nino, golpeé la
puerta y la entreabrí, preguntando si podía pasar.
Menuda sorpresa se llevaron ambos, Nino si bien estaba nervioso,
inmediatamente tuvo los reflejos de un astuto abogado, apenas me vio la
cara, exclamó, que sorpresa Mariela vino a darme un informe que había
quedado pendiente (e invocó una causa que lleva ella y de la cual yo no
tenía la menor idea, por lo cual la excusa era perfectamente viable).
Mariela en cambio estaba roja y muda, se había quedado sin habla y
disimuladamente se acomodaba la ropa y el pelo. Nino, haciendo como que
ya habían terminado, se apresuró a cerrar la ventana y dirigiéndose
hacia la puerta de oficina, nos invitó a salir apagando las luces y
cerrando la puerta.
Ya en la salida principal y mientras Nino se despedía, hice como que me
acordé de algo y dije que se fuera que yo cerraba, mientras retenía a
Mariela de la mano. No bien se fue Nino, Mariela intentó ir al baño,
pero yo no la dejé y comencé a besarla, ella estaba incómoda, sus
bragas estaban todas mojadas con semen y le urgía ir a lavarse. Me dijo
que quería orinar, pero no le hice caso y la seguí besando, la senté en
un sillón, le abrí las piernas y hundí mi cara en su concha.
Sentí el olor a sexo reciente, comencé a lamerle las bragas luego la
corrí, metí mi lengua en su vagina y sentí el gusto del semen de Nino.
Mariela no decía nada, pero mi lengua hurgando su concha comenzó a
gustarle, le dije que rico gusto que tenía hoy su flujo, ella sonrió, y
seguí chupando hasta que se corrió, a esa altura mi calentura era
total, saqué mi polla y se la metí, ella exclamó un pequeño grito de
dolor, me dijo que la tenía un poco irritada, pero ya no importaba pues
comencé a correrme.
Ya en en el viaje de bodas, le confesé a Mariela lo que había visto y
sentido. De ahí por mucho tiempo, Nino se la siguió follando y yo
chupando la concha de Mariela recién cogida.
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