Así lo hizo mi chica que le dio
una buena mamada a nuestro amo, mientras mi ama se ponía detrás de mí,
me cogía de las pelotas y me decía que mirara bien cómo un macho de
verdad se follaba la boca de mi chica, de mi novia, de mi mujer
- ¿Te gusta ver como la polla de
un hombre de verdad entra en la boca de tu mujer?
- Sí, respondí, mientras gemía por
la apretura de las pelotas que ella me hacía.
- Entonces vas a lamerme el culo
para darme las gracias por semejante favor que te hago- me dijo dándose
la vuelta, subiéndose la falda y ofreciéndome su hermoso culo para que
metiera la lengua en él y lo lamiera y perfilara con la punta de mi
lengua mientras ella gemía de placer y mi mujer seguía arrodillada a mi
lado lamiéndole la polla a su amo, a nuestro amo.
Casi logré que ella se corriera
porque la verdad es que quería comerme su culo y lo lamía y penetraba
con afán; aunque ella de pronto se apartó, le hizo gestos a su marido
para que dejara de meter la polla en la boca de mi mujer y nos dijeron
que los lleváramos a nuestro dormitorio, a nuestra cama de matrimonio.
Y allí los llevamos.
- Esta será a partir de ahora
nuestra cama -dijo ella.
- Aquí os someteremos y cada vez
que queramos vendremos a follaros y a hacer con vosotros lo que
queramos -añadió él
- Sí, por supuesto - dijimos los
dos al unísono.
Y procedieron a servirse de
nosotros follándose mi boca o follándose a mi mujer con mi anuencia y
beneplácito, porque además tenía que limpiarlos después de cada
servicio, después de follarse a mi novia o que ella los hubiera lamido,
mientras me llamaban cornudo.
- Mira tu mujer como folla con un
macho de verdad -me decía ella mientras me daba zotes en el culo con
una correa.
- Mira tu mujer como lame el coño
de su ama - me decía él mientras le lamía la polla y me explica lo que
significaba ser cornudo de verdad y gozar con esa humillación.
Y así fue, porque siguieron
viniendo a casa y se sirvieron de ella y de mí, pues incluso se
trajeron unos cuernos de bronce que yo tenía que limpiar con tesón para
sacarles brillo y permanecer con ellos puestos mientras se follaban a
mi mujer. También tenía que recibirlos con ellos puestos, arrodillado
en la entrada del piso y con mi boca abierta por si él quería meter en
ella su polla y darle así la bienvenida.
- Gracias amo por dignarte a venir
a casa a ponerme los cuernos - le decía yo mientras le lamía la polla y
los huevos son tesón.
- Eres el más cornudo que hemos
conocido - me decían los dos mientras se follaban a mi mujer.
Y era verdad, porque incluso
me obligaron a acudir a un club de intercambio en el que había un
"pasillo francés"; es decir, una pared con agujeros en el que los
hombres metían la polla por el otro lado y aparecían por este, sin que
tú pudieras ver de quién era la polla porque sólo aparecía la polla y
los huevos pues ellos estaban al otro lado del panel en el que tú te
arrodillabas y lamías las pollas de una en una, hasta que conseguías
que se corrieran. Mi amo se metía entre aquellos tipos desconocidos y
mi ama me obligaban a descubrir cuál era su polla, cuál de las que
chupaba y lamía era la de mi amo, porque si no acertaba tenía que
repetir la operación con otras tantas pollas hasta que acertara.
Y así estuvimos algunos
meses de mucha sumisión a los dos y a todos los que ellos querían, pues
mi ama me explicó que aparte de follar con nosotros, éramos también
esclavos de todos los que ellos quisieran. Que todo aquel ellos
trajeran y se follara con mi mujer era también automáticamente su amo y
mi amo; que pensaban entregarla a sus amigos y compañeros de trabajo y
que todos los que se follaran a mi mujer serían también mis amos porque
ella les daría un llavero que los identificaría y les habilitaba para
ejercer su derecho de amo sobre nosotros. Sólo mostrarte el llavero
tendrás que arrodillarte y lamerle la polla, me aclararon ellos. Y así
fue porque en más de una ocasión alguno de ellos me paraba por la
calle, me enseñaba el llavero, me llevaba a un hotel y allí le lamía la
polla y los huevos hasta que se corría mientras yo le daba
encarecidamente las gracias por haberme hecho cornudo. Luego llamaban a
mis amos y le comunicaban si me había portado bien.
Y partir de entonces mi amo
también venía más asiduamente a follarse a mi mujer y a que yo les
diera las gracias por el favor de hacerme cornudo. Entraba con la llave
que mi mujer le había dado, se la follaba sobre mi cama de matrimonio y
cuando había terminado salía al salón, se sentaba en el sofá y me
obligaba a arrodillarme ante él y a chuparle la polla para darle las
gracias por hacerme cornudo.
- Gracias, amo, por hacerme
cornudo -le farfullaba con su polla entre mis labios.
- De nada, pero lámeme también los
huevos porque a lo mejor te preño a tu mujer
- Sí, amo, lo que usted quiera.
- Y reconocerás a mi hijo como
tuyo.
- Sí amo, lo que usted quiera.
- Entonces suplícame que te preñe
a tu mujer.
- Sí, amo, le suplico que me preñe
a mi mujer.
Y así, un día tras otro, hasta que
mi novia se fue con él porque decía que estaba enamorada y que no
soportaba vivir tan alejada de su amo. Se fue a vivir con ellos que la
tienen de criada y puta, pues he sabido que la prostituyen por pisos de
la capital y que ella les lleva el dinero al final de la jornada. Yo no
la he vuelto a ver. Ahora busco una pareja de ama y amo que me junten
con alguna de sus esclavas y me hagan cornudo de nuevo, porque ser
cornudo en mi vocación. Cornudo y sumiso a mis amos.