Tras
tantas aventuras de mi chica tragando semen la verdad es que pasé a
encontrar ese fetiche un tanto rutinario; y ya conocemos la naturaleza
del hombre: logrado un reto hay que fijarse uno nuevo. Y ese nuevo
objetivo lo fijé en el único sitio que me faltaba: su culo. El
colonizar su trasero se empezó a convertir en una obsesión para mí,
aunque por desgracia ella jamás había mostrado buena predisposición a
prestar su ano al beneficio de la ciencia.
Por fortuna nunca hemos tenido ningún problema grave de comunicación y no
me dio ningún reparo confesarle mis intenciones, pero como esperaba su
respuesta fue: Pues ya te puedes quitar esa idea de cabeza, guapito.
Decía que eso tenía que doler mucho y que no le despertaba ninguna
curiosidad. Pero yo aprovechaba cualquier argumento para tratar de
hacerle cambiar de idea, desde picarla diciéndole que si le daba miedo,
pasando por apelar a su curiosidad por probar cosas nuevas, hasta
pedirle que preguntara a sus amigas si lo habían probado. Y
efectivamente algunas lo habían hecho, pero encontró criterios muy
dispares: unas decían que les molaba hacerlo y otras que jamás
volverían a repetirlo en la vida.
Visto que la vía diplomática no surtía efecto decidí pasar a la acción,
pero sin forzarla a nada porque no quería hacerle daño y que cogiera
miedo ya que entonces sí que estaría todo perdido. Mis primeras
medidas, como seguramente habréis podido imaginar, consistieron en
acariciarle el ano mientras follábamos. No hacía falta siquiera
escupirme en los dedos puesto que como ella lubrica tanto su esfínter
queda bien impregnado por sus propios fluidos. Ante las caricias no
reaccionaba mal, pero cuando intentaba introducir un poco un dedo
inmediatamente me agarraba la mano para que parara. El otro intento que
llevé a cabo fue el de desviarme hacia la zona cuando le practicaba
cunninlingus, le levantaba las piernas y le pegaba buenos lametones. A
veces hasta metía un poco la lengua, y el caso es que ante los besos
negros no se quejaba. Yo le preguntaba si le gustaba, y ella me decía
que bueno, que no estaba mal, agradable como mucho, pero que ni
comparación con la estimulación vaginal. He de reconocer que aunque eso
podía no significaba nada, me alegré porque pensé que representaba un
progreso.
Y en estas batallas nos encontrábamos cuando nos reencontramos en nuestro
pueblo con motivo de las fiestas de agosto. Una de las novedades de ese
año fue que una de nuestras amigas, que vivía en la misma ciudad que mi
chica, trajo a su novio. Resultó ser un tío majísimo, de los más
graciosos que he conocido y muy buena persona, aunque he de reconocer
que a mí me parecía bastante feo para estar con la chica con la que
estaba, porque esta amiga nuestra es un auténtico bombón. No es la
típica chica alta y despampanante, realmente parece un poco aniñada
para su edad, pero tiene un cuerpo absolutamente perfecto.
Pues resultó que mi chica y el novio de nuestra amiga hicieron muy buenas
migas. Demasiado buenas. Hablaban muchísimo, cuando íbamos a la
piscina, de excursión, salíamos de fiesta, o simplemente quedábamos
todos para pasar el rato, siempre se las apañaban para estar juntos
haciéndose bromas. Lo que se dice congeniar. He de confesar que me
sentí celoso. Y no era el único, a nuestra amiga, que siempre ha sido
bastante celosa, le molestaba muchísimo la situación. Pero claro, nadie
podía decirles nada porque realmente no estaba pasando nada, y tampoco
era plan generar mal ambiente.
Pasaron las fiestas y la última noche antes de partir todos a nuestras
respectivas ciudades se sucedieron los acontecimientos de manera que
sólo hizo falta una chispa de mi ingenio para vivir otra aventura
alucinante. Dio la casualidad de que el resto de nuestros amigos ya se
habían marchado del pueblo y sólo quedábamos las dos parejas. Para no
alterar el ritmo de los últimos días decidimos darnos a la bebida una
vez más y terminamos jugando a kinitos (nombre que ponen en el norte
a los juegos relacionados con beber alcohol). Cuando ya llevábamos casi
dos horas jugando a diferentes cosas y mucho licor ingerido, en un
juego consistente en pasarse un hielo de boca en boca sucedió que
cuando les tocó hacerlo al otro chico y a mi novia se les cayó el
cubito y se dieron un pico. Yo no le di ninguna importancia porque ese
es uno de los alicientes del juego, pero para nuestra amiga fue la gota
que colmó el vaso y montó en cólera.
Mi chica y yo tratamos de quitar hierro al asunto, pero su novio entró al
trapo: Joder, siempre tan celosa. El muchacho dio la vuelta a la
tortilla y empezó a acusarla de experimentar ataques de celos cada dos
por tres por tonterías y no ser capaz de controlarse. Ella lo negó
rotundamente y en ese momento se me encendió la bombilla. Bueno
hay
una forma de que lo demuestres
dije haciéndome el interesante. Cuando
me preguntó que qué era le dije, jugándome el todo por el todo, que
haciendo un intercambio de parejas. Todos se quedaron mudos hasta que
mi novia rompió el silencio diciendo Mmmmm con tono apetitoso. Si se
me hubiera echado encima siempre podría haber dicho que iba de coña,
pero gracias al efecto desinhibidor de la borrachera que llevaba quedó
patente que el novio de nuestra amiga le atraía. La histérica muchacha
me gruñó que no estaba para bromas, pero su novio aprovechó para seguir
atacando: Mírate, ya se te están comiendo los celos sólo de oírlo.
Nuestra amiga estalló y le chilló que ahora iba a demostrarle que ella
no era ninguna celosa histérica y que aceptaba hacer el intercambio.
Desde luego la suerte parecía estar de mi lado.
Intenté tomar las riendas de la situación porque las cosas estaban donde
yo quería y el riesgo de que se desviaran era demasiado alto, así que
propuse que cada nueva pareja nos fuéramos cada uno por nuestro lado
para consumar el acuerdo. Justo antes de separarnos mi novia se me
acercó y me dijo al oído: Recuerda que te quiero a ti. Tú disfruta.
Palabras que me despertaron ganas de desmantelarlo todo e irme a follar
con ella, pero respeté el pacto y me concentré en que me iba a tirar a
una tía que estaba buenísima. Cuando me quedé a solas con nuestra amiga
le planteé la posibilidad de irnos a una destartalada caseta, en la
parte trasera de la casa de mis padres, a la que solía ir con mi novia
para nuestros encuentros sexuales. Ni siquiera me contestó, pero como
empezó a caminar en esa dirección supuse que accedía.
Y allí nos metimos, pero en cuanto cerré la puerta se arrancó a llorar. Se
jodió la bicicleta. Se amarró a mi hombro y empezó a llorar y llorar y
llorar
Seguro que mi cara era para foto porque no sabía qué hacer.
Cuando se recuperó un poco me dijo entre sollozos que sólo aceptó
porque reconocía que se ponía celosa con mucha facilidad y quería
demostrarle que ella no es tan celosa como piensa, pero que había sido
una cagada. No hacía falta que lo dijera, menuda forma de salirme el
tiro por la culata. Así que me tocó consolarla diciéndole que
seguramente él la quería, pero que a veces aparecen personas que te
pueden atraer sexualmente y que si damos permiso todos salimos ganando
porque podemos tener confianza en la otra persona y se acaban los
celos, pero la verdad es que no la convencí en absoluto.
Para intentar persuadirla le conté las aventuras que he descrito en mis
anteriores publicaciones y se quedó flipando. No podía creerse que mi
novia, que era una de sus amigas más antiguas, hubiera cambiado de esa
manera sin que ella supiera nada. A mí no me sorprendió tanto porque
realmente sólo se ven una o dos veces al año porque en su ciudad no
comparten grupo de amigas. Intenté aprovechar su estado de shock
diciéndole que no era algo tan raro, que simplemente estaba dejando
salir su vena sexual y que eso no era malo si se hacía con cabeza, y
que ella debería hacer lo mismo, pero ni por esas. No rasqué nada esa
noche. Así que me mentalicé de que lo único excitante que me ocurriría
en las próximas horas sería escuchar a mi novia contarme lo que hiciera
con el novio de esta chica. Pero mi vida no dejaba de depararme
sorpresas y resultó que el relato de mi chica fue mucho mejor de lo que
esperaba. Pero muchísimo mejor.
Al día siguiente quedé con mi chica poco rato antes de que nos tuviéramos
que montar en los coches de nuestros respectivos padres rumbo a
nuestras ciudades de origen. Sin ningún preámbulo porque el tiempo
apremiaba le dije que no conseguí hacer nada de nada con nuestra amiga
y que únicamente estuvo llorando. Me dijo que qué pena, pero no le
permití que se entretuviera en consolarme. Comenzó diciéndome que
fueron a por el coche del novio de nuestra amiga y una vez en él le
indicó a dónde ir: la ermita, el picadero por excelencia. Así que
llegaron allí y él propuso que se movieran al asiento de atrás, pero
como no había ningún otro coche en los alrededores ella le preguntó que
si no tenía una manta o algo así para ponerla en el suelo porque
estarían más cómodos. Además era una noche bastante calurosa. Él dijo
que sí, así que la sacó del maletero y la extendió en el suelo.
Entonces nos tumbamos y empezamos a besarnos. Y me empezó a meter mano a
toda hostia, me levantó la camiseta y me empezó a sobar las tetas.
Ningún hombre puede resistirse. A continuación le desabrochó el
sujetador y se abalanzó a chupetear salvajemente el generoso busto de
mi chica. Pues sí que tenía ansia. Me dijo que le tuvo que decir que
tuviera más cuidado porque le llegó a hacer daño. Ante esto se relajó
un poco y la cosa fue mejor. Poco después le desabrochó el pantalón y
metió la mano para acariciarle su ya húmedo coño. Mi chica me dijo que
su especialidad no eran precisamente los preliminares porque toqueteaba
sin ton ni son.
Al ver que de esa situación poco iba a rascar, mi novia le dijo que parase
un momento y aprovechó para quitarse la camiseta, el sujetador, las
deportivas, los pantalones y el tanga. Se quedó completamente desnuda
arrodillada junto a él. Espero unos instantes porque vio que el chaval
estaba hipnotizado mirando su cuerpo a la luz de la luna con la boca
entreabierta. Cuando volvió a mirarla a la cara le dijo que se pusiera
de pie, cosa que hizo de un salto. Entonces le desabrochó los
pantalones y se los bajó junto con los bóxers hasta las rodillas,
dejando surgir de su refugio a su ya erecta polla. Y evidentemente se
la empezó a chupar. Supuse que le hizo lo que me solía hacer a mí:
primero largos y excitantes lametones desde la base hasta la punta,
después cariñosos y superficiales mete-saca con sus carnosos labios,
intensas vueltas alrededor del glande con la lengua, suave masturbación
mientras lame los huevos y, para terminar, el plato estrella de la
casa: la garganta profunda. No me extrañó nada cuando me dijo que al
poco de empezar a meterse su polla hasta la campanilla el chaval le
advirtiera que estaba a punto de correrse. Y debió alucinar cuando
subió el ritmo hasta que le provocó un orgasmo brutal cuya corrida mi
novia saboreó placenteramente. El chico seguro que no debió dar crédito
a lo que estaba pasando porque tras dejar toda su leche en la boca de
mi chica prácticamente se desplomó de espaldas y exclamó: ¡¡¡Increíiiiiiible!!!
Mi novia, orgullosa, se acurrucó junto a él a la espera de su recuperación
para follar. Estuvieron un ratito hablando hasta que el chaval volvió a
estar listo para la acción, o mejor dicho hablando él, porque por lo
que me contó no paraba de alabar sus magistrales dotes en el arte de la
felación. Cuando ella notó que el pene de chaval empezaba a reaccionar
se puso a pajearlo suavemente mientras le besaba. Entonces el muchacho
dijo que iba al coche a por condones y volvió con uno ya colocado. No
sé por qué mi chica no le dijo que no hacía falta que se pusiera ya que
tomaba la píldora, pero no la interrumpí con la pregunta ya que
teníamos prisa por volver a nuestras casas para emprender viaje, y le
esperó tumbada boca arriba con las piernas abiertas. Él comprendió a la
perfección la invitación: se abalanzó sobre ella, le metió la polla en
su chorreante coño y empezó a darle caña. Ella abrió todo lo que pudo
las piernas y le abrazó con ellas buscando profundizar la penetración.
Pero cuando estaba empezando a llegar al clímax el chico se paró en seco,
sacó la polla y le dijo: Espera, que estoy a punto de correrme otra
vez y aún no quiero. Nuevo inconveniente para mi chica, que empezó a
sospechar que no le iba a ser fácil irse satisfecha del encuentro.
Transcurridos unos segundos volvió a metérsela y prosiguió con el
bombeo, pero no tardó en volver a pararse. De nuevo le dijo que aún no
se quería correr, pero añadió que quería cambiar de postura. Le pidió
que se diera la vuelta porque quería hacerlo en la postura del perrito.
Mi chica obedeció con la esperanza de que mejorara su rendimiento, se
dio la vuelta colocándose a cuatro patas, abrió las piernas y agachó la
parte superior de su tronco hasta apoyarse en el suelo ofreciendo su
tentador culo en pompa. Puedo dar fe de que es irresistible cuando se
coloca en esa posición. Así que inmediatamente el chaval la penetró y
empezó a follársela de nuevo.
Y en este punto vino lo mejor de la historia. Justo cuando mi novia estaba
a punto de llegar a su deseado orgasmo, el chaval sacó una vez más la
polla de su coño. Según me dijo estuvo a punto de preguntarle ¿Otra
vez?, pero no hizo falta porque descubrió sus nuevas intenciones en
cuanto empezó a sentir la punta de su pene presionando su ano. Debido a
mi experiencia me esperaba que le hubiera dicho algo como: Ni se te
ocurra, vuelve a follarme otra vez como Dios manda que acabas de
joderme otra vez el orgasmo, pero no. Me confesó un tanto avergonzada
que decidió dejarle hacer porque estaba muy caliente y sintió
curiosidad. Una vez más, ante algo que yo tenía ganas de hacerle, a mí
me paraba los pies pero con otro tío se decidía a probarlo. El que
fuera yo quien le hizo perder la virginidad empezaba a parecerme un
milagro
Él empezó a empujar muy despacio y ella me dijo que se concentró en abrir
todo lo posible su esfínter. La lubricación no supuso un problema
porque él acababa de sacar la polla de su chorreante coño y además
tenía el condón puesto, lo que también ayudaba. Me dijo que al
principio no sentía ningún placer y que era bastante molesto, pero que
estaba muy excitada y decidida a probarlo. A pesar de que cada
milímetro de miembro que le metía le parecía un sufrimiento, aguantó.
Pero llegó un punto que no pudo más y echó una mano atrás para pararle.
Él comprendió y empezó a hacer un mete-saca muy muy despacio, llegando
hasta la frontera que le ponía mi novia con la mano. Le pregunté que
si le siguió doliendo y me dijo que al principio sí, pero que según iba
entrando y saliendo se empezó a acostumbrar. También le pregunté que si
sintió placer y me dijo que ni punto de comparación con lo que sentía
al ser follada por el coño, pero que poco a poco le empezó a coger el
punto. Entonces ella quitó la mano, él se lo tomó como luz verde y
trató de empujar más, ante lo que mi chica pegó un grito de dolor y
volvió a echar la mano atrás: su ano no estaba lo suficientemente
dilatado. Él se asustó, sacó la polla y se disculpó. Le preguntó que si
estaba bien y ella le respondió que sí, pero que no fuera tan bestia.
Y volvieron a la faena. A partir de ahí él estuvo bastante comedido y no
pasó del mete-saca lento hasta el límite que ella le ponía con la mano,
seguramente menos de la mitad de su polla. Le pregunté si cada vez le
gustaba más y me dijo que pichí-pichá, que no era tan horrible como
esperaba pero que pensaba que no merecía la pena porque se quedó
bastante dolorida. Otro chasco para mí. Y no hay mucho más que contar
ya que él se corrió bastante pronto, provocando con ello más dolor a mi
novia porque según me dijo notó cómo se le hinchó el pene al eyacular y
forzó su ano a dilatarse aún más. Aunque realmente lo que más le jodió
fue quedarse sin orgasmo ya que el chaval resultó ser menos atento que
yo y no le dedicó un cunnilingus tras dejarla insatisfecha.
Antes de volver al pueblo estuvieron un rato tumbados desnudos bajo las
estrellas y él le confesó que jamás en su vida había tenido una
experiencia sexual semejante y que nuestra amiga es un millón de veces
más rancia que ella en la cama. Es que mi novia es la bomba, y eso que
sólo tenía 18 años por aquel entonces. De hecho le confesó que probó lo
de darle por el culo porque, al ver que tragaba lefa, pensó que una
chica tan abierta como ella seguramente lo aceptaría. Pues por poco se
columpia, pero le salió bien.
Lástima que no pudimos tener sexo en ese momento porque la conversación me
había puesto cachondísimo. De hecho tuve que masturbarme en el cuarto
de baño antes de emprender el viaje para que se me pasara el calentón.
Así que, aunque en términos generales para mí fue una noche de mierda
porque tuve que hacer de pañuelo con los lloros de nuestra amiga, me
resultó muy excitante saber que mi chica se había vuelto a tragar una
corrida y además le habían perforado el culo. Pero no todo fueron
alegrías porque nuestros amigos rompieron. Ella no pudo soportar los
celos y le dejó. Una lástima.
Continuará...
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