Esta
entrega no la protagoniza mi novia, sino la persona que más se parece a
ella: su hermana mayor (dos años concretamente). Físicamente tiene sus
similitudes con mi chica, pero también sus diferencias. Para empezar,
su pelo es completamente negro y liso mientras que mi novia lo tiene
castaño y ondulado. En cuanto al rostro tiene la nariz más fina y
aguileña que mi chica y la cara más afilada, por lo que creo que en ese
aspecto es menos agraciada. Pero si comparamos el cuerpo puede decirse
que mi cuñada tuvo más suerte genéticamente hablando. Es algo más
alta y mucho más delgada; pero a pesar de eso tiene los pechos casi tan
grandes como mi novia, de hecho comparten sujetadores, lo que hace que
tenga un físico muy llamativo.
Con respecto a la personalidad también tienen sus encuentros y
desencuentros. Poseen gustos prácticamente iguales en cuanto a música,
forma de vestir, cine, televisión y maneras de divertirse. También
comparten ese fuerte carácter que las convierte en mujeres de armas
tomar. Pero después se diferencian en cuanto a capacidad de estudio,
siendo la mayor más aplicada porque estaba estudiando en la universidad
con beca (actualmente ya se ha doctorado); y sentido del humor, siendo
mi chica una mucho mejor compañera para bromas y chascarrillos. Antes
de lo que os voy a contar también creía que se diferenciaban
drásticamente en la voracidad sexual que tan bien conocemos en mi
novia, pero casualmente descubrí algo que dejó patente para mi sorpresa
que su hermana también la atesoraba.
Hasta ahora no la había mencionado nunca porque debido a su carácter más
arisco y menos receptivo a mi sentido del humor nuestra relación no era
demasiado fluida. Cuando nos encontrábamos nos hacíamos las típicas
preguntas que se hacen por educación y poco más. Tampoco ayudaba mucho
su novio, un chico de su edad que tenía menos cerebro que un mosquito y
con el que era imposible entablar ninguna conversación interesante.
Pero mi interés por ella aumentó exponencialmente a partir de una de
mis visitas a su ciudad.
Tenía
unas ganas enormes de encerrarme con mi chica en el hotel que solemos
reservar cuando viajo, pero sus padres nos sorprendieron a ambos
ofreciéndome que me quedara a dormir en su casa. Se ve que empezaron a
considerar nuestra relación lo suficientemente seria como para
cobijarme bajo su techo. Esto tenía su visión positiva y negativa. Por
un lado mi economía se vería menos forzada al tener alojamiento
gratuito, pero por otro nuestras relaciones sexuales serían más
difíciles. Así que llegué al punto intermedio de cancelar una de las
dos noches que tenía concertadas en el hotel. Ambas noches dormiríamos
oficialmente en su casa, pero pasaríamos la tarde-noche del sábado en
el hotel.
El caso es que llegué el viernes por la noche, cené con la familia al
completo y pasamos el resto de la noche antes de acostarnos viendo la
tele. Pero al día siguiente ocurrió una fatalidad que echó por tierra
todas mis ilusiones para ese día: un vecino muy amigo de la familia
falleció. Así que se vieron en la obligación de acudir al tanatorio.
Dado que yo no le conocía de nada acordamos que me quedaría solo en la
casa hasta que regresaran. Como di por hecho que mi chica no tendría el
horno para bollos cuando volvieran llamé al hotel en cuanto se fueron
para cancelar también la reserva de ese día.
Para matar el tiempo me senté al ordenador. Tras ponerme al día revisando
mis cuentas de correo y redes sociales y leer todos los diarios
deportivos empecé a pensar qué más hacer. Llegué a la conclusión de que
me quedaban dos opciones: ver una película o ver porno. Y como tenía
los niveles de testosterona muy altos opté por lo segundo, pero
teniendo mucho cuidado de no dejar ninguna huella informática ni
biológica porque no quería estropear la confianza que habían depositado
en mí los padres de mi novia. Una vez me hube desfogado decidí ver una
película pero, como mientras se descargaba topé con los directorios
donde tanto mi chica como su hermana guardaban sus archivos, me puse a
cotillearlos. Lo primero que hice fue deshabilitar la opción de no
mostrar archivos ocultos porque no quería perderme ningún detalle. A
continuación pasé a revisar la carpeta de mi novia. Cuando hube
fisgoneado todas sus fotos y guardado en mi pendrive algunas que no
había visto nunca antes y me gustaron, pasé al directorio de su
hermana.
Entre sus fotos, documentos de trabajos de su época del instituto y
apuntes universitarios había un subdirectorio con icono translúcido,
que indicaba inequívocamente que estaba marcado como oculto, llamado
privado, muy prometedor. Y lo que encontré dentro fue un tesoro cuyo
incalculable valor no supe medir en ese momento: su diario privado. Lo
abrí y vi que se trataba de un documento enorme. Las primeras páginas
relataban sus vivencias de cuando era una niña, así que supuse que se
trataba de la transcripción de un antiguo diario escrito a mano. Me
moví a la última página y vi que seguía estando actualizado porque el
último párrafo estaba fechado una semana antes. Lo más curioso de todo
era que cada entrada no empezaba con el típico «Querido diario», sino
con «Querida yo del futuro».
En ese mismo instante oí la puerta de entrada. Se me disparó la adrenalina
y, como un rayo, cerré el documento, lo copié a mi pendrive, volví a
deshabilitar la opción de mostrar archivos ocultos y cerré la carpeta.
Cuando mi novia llegó a la habitación mi corazón latía desbocado, pero
logré no parecer alterado. ¿Te has aburrido mucho?, me preguntó.
Contesté que no, que había estado leyendo comics online. Por fortuna no
estaba excesivamente deprimida por haber estado en el tanatorio, no
como sus padres, que estaban devastados; pero lo suficiente como para
no tener apetito sexual, así que acerté al cancelar la reserva del
hotel. El resto de mi estancia en su ciudad ese fin de semana no tuvo
mayor importancia porque prácticamente pasamos todo el tiempo con sus
amigas.
Cuando volví a estar tranquilamente en mi casa me dediqué a leer el diario
de mi cuñada. Como la inmensa mayoría era texto infumable sin ningún
interés se me ocurrió empezar a buscar palabras clave: virginidad,
sexo, follar, chupar o mamada fueron algunas de las que me
llevaron a las partes más interesantes. Las iré resumiendo para
compartir lo que descubrí de una forma más ágil.
Para empezar me di cuenta de que era una chica muy preocupada por su
aspecto. De hecho se compadecía de la mala suerte genética que había
tenido su hermana por el sobrepeso que sufría y sentía mucho alivio de
ser delgada por naturaleza. Y desde luego que tenía suerte porque a
pesar de lo terrible que era su dieta no engordaba ni un gramo y
mantenía un tipo espectacular. Digo lo de su dieta porque según me
había contado mi novia en época de exámenes se encerraba en su
habitación y se alimentaba casi en exclusiva de las bolsas de
aperitivos que le traía su novio en fugaces visitas. Según pude leer,
desde su más temprana adolescencia había tenido bastante éxito ligando
y disfrutaba con ello. Había una larga lista de pretendientes que
habían recibido su rechazo por respuesta, tanto en su ciudad como en
nuestro pueblo, porque no le resultaron lo bastante atractivos. La
triste historia de los chicos que sólo se fijan en las chicas bonitas
sin dar importancia a la personalidad, aunque es lo normal en la
juventud. El primer chico al que aceptó fue su actual novio porque,
cito textualmente, era «el tío que estaba más bueno del instituto».
Curiosamente perdió con él la virginidad a la misma edad que mi novia
conmigo, pero lo realmente triste del asunto es que me pareció que los
únicos motivos por los que le gustaba aquella relación eran los regalos
que le hacía. Él estaba trabajando en una fábrica y, como vivía con sus
padres, apenas tenía gastos; pudiendo dedicar gran parte de su sueldo a
pagar todos los caprichos de mi cuñada. Pero el caso es que todo me
parecía muy superficial porque no vi indicios de auténtica comprensión
e intimidad. En cuanto a lo más negativo, ella se quejaba de lo celoso
y controlador que era. Esto era algo que yo ya sabía porque lo había
compartido con su hermana y después ella conmigo. De hecho alguna vez
había intentado dejarle pero, como es diabético, siempre sufría
oportunas crisis cuando sacaba el tema, así que se sentía atrapada en
esa relación.
Pero lo auténticamente interesante del diario era lo que se dedicaba a
hacer con sus amigas. Al parecer eran todas chicas muy atractivas y les
gustaba vestirse de forma explosiva cuando salían de fiesta para
provocar a los chicos. Yo ya tenía indicios de eso por las fotos que
publicaba en las redes sociales. Debido al carácter celoso de su novio
ella sólo podía unirse a sus amigas para hacer eso cuando él tenía
turno de noche en la fábrica porque no le permitía vestirse de forma
provocativa si él no estaba presente, con lo cual cada vez que el
muchacho veía en Internet nuevas fotos de mi cuñada con sus amigas
ataviadas con cortos y ajustados vestidos las discusiones eran
inevitables. Y, dado que ella no estaba a gusto con su novio y cuando
salía con sus amigas era asaltada por multitud de chicos, las
infidelidades no se hicieron esperar.
Las primeras veces no fue más allá de darse unos besos, pero poco a poco
se fue animando a ir más lejos. La primera línea roja la cruzó cuando
le practicó una felación en un callejón oscuro a un chico que le había
invitado a una copa, todo ello enmarcado en un juego al que empezó a
jugar con sus amigas llamado mamading. Descubrí con sorpresa que
poseía las mismas habilidades orales que mi chica porque presumía de
haber sido capaz de introducirse ese pene por completo en la boca a
pesar de describirlo como gigantesco.
De ahí en adelante el hecho de acostarse con alguien la noche que salía de
fiesta con sus amigas mientras su novio trabajaba se empezó a convertir
en algo habitual. Incluso llegó a haber competición entre su grupo de
amigas por ver quién lo conseguía antes, desde luego era un grupo de
auténticas depredadoras de hombres. Eso provocó que su exquisitez en
cuanto al físico de sus amantes tuviera que empezar a quedarse a un
lado, pasando a primar más el descaro que mostraban los chicos que se
le acercaban porque era más probable que buscaran sexo más deprisa. Lo
peor de todo es que me daba la impresión de que lo hacía más por
competir con sus amigas y vengarse silenciosamente de su novio que por
disfrutar. Tan rutinaria se volvió esa actividad que un fin de semana
en el que no consiguió enrollarse con nadie le provocó una depresión
que le duró un mes, hasta que pudo volver a salir con sus amigas y
lograrlo.
Pero todo eso no fue lo único excitante que descubrí. Algunos fines de
semana ella y sus amigas quedaban en casa de alguna de ellas para hacer
botellón y jugar a juegos de chicas en la videoconsola y cosas así. Y
en una de esas fiestecitas privadas surgió un proyecto genial. Resultó
que una de ellas, en colaboración con su novio, estaba haciéndose fotos
eróticas y enviándolas a esta página web (así fue como la descubrí). El
caso es que no tenían miedo de ser descubiertos porque, como ya sabéis,
una condición que ponen los administradores es que la cara de los
fotografiados no pueda ser reconocida: podían ponerse gafas de sol,
antifaces o directamente alterar la imagen por ordenador. Y decían que
lo que más les gustaba de hacerlo eran los soeces halagos y propuestas
que recibían por correo electrónico de los visitantes de la web.
El bombazo fue que otra de ellas sugirió que sería divertido hacerlo
también las demás y, entre el espíritu competitivo que reinaba en el
grupo y la aparente impunidad que daba el supuesto anonimato de las
fotos, todas aceptaron. Se organizaron de forma que cada una se haría
las fotos con su respectivo novio y las enviaría. Eso sí, el hecho de
la participación conjunta debía ser un secreto para los chicos. Cuando
días después todas confirmaron la viabilidad de la iniciativa no me
extrañó que ninguno de los muchachos rechazara la idea. Me imagino la
incredulidad y emoción con las que en su momento recibieron la
propuesta de sus novias. Ahí también estaba la explicación a por qué en
el directorio oculto de la hermana de mi novia no encontré ninguna
foto: las guardaba su novio. Cosa que supongo también se convirtió en
otro motivo más para que ella no pudiera dejarle: él podría amenazarla
con distribuir sus fotos sin censura alguna libremente por la red como
venganza.
No tardé en visitar la web y encontrar las fotos de mi cuñada. Me
dejaron sin respiración. Si la lectura de las partes más escabrosas de
su diario ya me había puesto cachondo, el contemplarla desnuda con ese
cuerpazo que gasta me obligó a masturbarme casi inmediatamente. En las
distintas entregas de fotos se podía observar una evolución
cronológica, desde un inocente erotismo casero hasta llegar a capturas
mientras practicaban sexo. Agradecí que todas las imágenes las hubiera
tomado su novio en primera persona porque no me apetecía verle desnudo.
Las primeras debían estar tomadas en casa de su novio porque no
reconocí ninguna habitación. Sencillamente aparecía ella en una
secuencia de fotografías en las que se iba quitando la ropa y sobre su
cara había un tosco círculo negro.
Las siguientes entregas eran similares, pero más explícitas: empezó a
haber primeros planos de su vagina. También la forma de ocultar su
rostro cambió: en lugar del círculo negro pasaron a usar un rectángulo
negro que únicamente le cubría los ojos. Imaginé que se trataba de un
reto entre sus amigas y la continuación de la lectura del diario me lo
confirmó. Competían por ver quién se atrevía a enseñar más el rostro.
Los escenarios también variaban mucho, supuse que las casas de sus
respectivos pueblos también fueron utilizadas, así como habitaciones de
hotel. Tanto ella como sus amigas recibían decenas de correos
electrónicos al día con halagos, proposiciones de todo tipo, como
intercambios de pareja; así como fotocorridas y videocorridas.
La verdad es que mi cuñada parecía encantada con el proyecto y, aunque
eso se tradujo en que estuviera más contenta con su relación porque
manifestaba pasárselo muy bien leyendo los correos que recibía, en
absoluto cesaron las infidelidades. Buena prueba de ello fue la
confesión de una de ellas que, por parecerme la más reseñable, he
reservado para el final. Como ya he dicho era muy buena estudiante,
increíblemente era capaz de no distraerse de los estudios a pesar de
sus actividades sexuales. Su mente compartimentalizada me pareció digna
de admiración. Pero a pesar de ser tan buena estudiante, uno de sus
exámenes universitarios tuvo el disgusto de suspenderlo. Se mostraba
muy extrañada porque no pensaba que le hubiera salido mal, así que se
apuntó para la revisión con el profesor. Entre sus reflexiones
personales se preguntaba a sí misma si le podía haber afectado el hecho
de que el profesor fuera muy guapo. Al parecer el docente era un
treintañero que se estrenaba como profesor universitario ese año.
Cuando se presentó en su despacho a la hora convenida llamó a la puerta
pero no obtuvo respuesta y, en lugar de insistir, decidió pasar
directamente. Dentro se encontró una escena alucinante: otra alumna
estaba arrodillada frente a él practicándole una felación. En ese
instante el hombre intentó tapar torpemente lo que estaba ocurriendo,
pero fue inútil.
La hermana de mi novia se quedó paralizada y la que rompió el incómodo
silencio fue la compañera de clase de mi cuñada, interrumpiendo su
actividad oral para preguntar «¿Estoy aprobada ya?». El profesor le
dijo que sí y le pidió que se marchara y que cerrara la puerta al
salir. Una vez se quedaron a solas mi cuñada y el docente, ella
inició la conversación: «¿Entonces eso es lo que hay que hacer para
aprobar?». Parece ser que el hombre, con mucho descaro, se explicó
diciendo que él en ningún momento le había pedido a esa chica ningún
favor sexual, que había sido ella la que, al ver que su examen estaba
claramente suspenso, había empezado a insinuársele y acosarle hasta que
le sedujo. «Y claro, uno no es de piedra», sentenció.
Aunque su credibilidad estaba por los suelos, también le dijo que le
prometía ser indulgente con su revisión a cambio de que fuera discreta
acerca de lo que había presenciado. Lo que leí a continuación en el
diario lo voy a reproducir textualmente porque lo merece: «Entonces me
pispé de que todas las que habíamos suspendido somos pibas. Pero no
todas, sólo las que estamos más buenas. Claramente me estaba mintiendo,
lo que quería el tío cerdo era forzar la situación para ver si alguna
le ofrecía manguta para aprobar. Y aunque seguramente yo ya tenía el
aprobado asegurado, en ese momento me moló mogollón la idea de
montármelo con él allí mismo. Lo van a flipar éstas cuando se lo cuente
el finde». Quedaba confirmado que el principal motivo que le impulsaba
a ser infiel era la dinámica de su grupo de amigas. Así que le preguntó
«¿Y si te seduzco yo también apruebo?».
El profesor, que aún estaba caliente por el favor sexual que había estado
recibiendo anteriormente, respondió sonriente que sin duda. Y, ante la
erección que todavía se adivinaba bajo el pantalón, gateó sobre la
mesa, le extrajo el pene y prosiguió con la felación que se había
quedado interrumpida. «Todavía tenía babas en la polla de la otra
chica», confesaba en el texto, aunque le dio igual.
Pero ella no se conformó con eso. Utilizó como excusa que quería subir
nota para ir más allá, aunque ya sabemos que el auténtico motivo era
tener una aventura de la que luego presumir. «Después de chupársela un
rato le pregunté que si echando un polvo me pondría sobresaliente y me
dijo que todo era posible si me esforzaba». Así que el novato docente
fue a cerrar la puerta con llave antes de empezar el coito.
Mi cuñada, muy previsora ella, le ofreció un preservativo que llevaba en
el bolso. Tras ponérselo pasaron al folleteo. Otro ejemplo de que esta
chica disfrutaba más con la conquista que con el acto sexual era que no
había ningún calificativo acerca de cómo fue. Bueno o malo, rápido o
lento; nada. Ni siquiera las posturas.
Y eso fue todo lo que encontré en su diario. Desde entonces visité
regularmente la página web donde colgaban las fotos y de vez en cuando
pude disfrutar de entregas nuevas hasta que, por desgracia para mí,
logró cortar con su novio. También deseo poder hacerme con las nuevas
entradas de su diario en las visitas a su casa, pero por ahora no he
vuelto a tener la oportunidad.
Continuará...
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