La
aventura que voy a contar sucedió durante unas vacaciones de semana
santa, en nuestro pueblo. Ese año hizo bastante mal tiempo, así que no
pudimos disfrutarlas todo lo que nos hubiera gustado. Un día uno de
nuestros amigos, que es huérfano de madre e iba siempre al pueblo
acompañado por su padre, nos dijo que éste iba a ausentarse toda la
tarde de su casa, así que la tendría libre y podíamos reunirnos allí.
Cuando mi novia y yo llegamos estaban todos nuestros amigos ya allí,
sentados en los sofás viendo la tele, pero curiosamente ninguna de las
chicas. Mi novia preguntó por ellas y los chicos le enumeraron las
excusas que había dado cada una para no poder quedar esa tarde: dos que
son primas tenían que ir a la residencia del pueblo a ver a su abuela,
otra se iba de excursión con sus padres a un pueblo cercano, otra se
encontraba mal del estómago, etc, etc.
Nos
sentamos y el anfitrión nos preguntó qué queríamos beber, pero antes de
que pudiéramos contestar nos advirtió de que sólo tenía horchata y
tónica. A mí me gusta mucho la horchata, pero como siempre lo he
considerado un refresco veraniego pedí tónica. En cambio mi chica, a la
que no le convencieron ninguna de las dos opciones, pidió agua. Se me
ha acabado la garrafa, luego tengo que comprar respondió el dueño de
la casa. Y es que en nuestro pueblo no está recomendado consumir agua
del grifo y prácticamente todos la tomamos embotellada. Así que ante la
falta de opciones mi novia terminó aceptando la horchata.
Mi bebida me la trajo en una lata acompañada de un vaso con un hielo, pero
a mi chica se la trajo ya servida en otro más pequeño. Al ver la escasa
cantidad que le tocaba a ella protestó y le vaciló haciendo referencia
a que sus orígenes están en el noreste del país. Cuando lo cogió dijo
Qué frío está, ¿no?. El anfitrión dudó antes de contestar que eso se
debía a que el vaso estaba en la nevera.
Mi
novia le preguntó que si con la horchata ya servida, y él volvió a
dudar antes de decir que no. Yo le pregunté que porqué tenía vasos en
la nevera cuando siempre puede echarle hielos a las bebidas; y ante
esto balbuceó que, como en el pueblo los hielos hay que comprarlos, que
era mejor tener vasos fríos para ahorrárselos y que a mí me lo había
servido así porque ya sólo le quedaba uno en la nevera y porque la
tónica acepta mejor el hielo que la horchata. Me sonó todo muy raro
porque parecían explicaciones inventadas sobre la marcha, pero pasé de
seguir interrogándole. Mientras tanto el resto no abría la boca, lo
cual también era extraño porque lo que estábamos viendo en la tele en
ese momento eran simples anuncios.
Al primer sorbo mi chica dijo Qué rara sabe. El anfitrión volvió a
responder bastante apurado que se trataba de horchata de cultivo
orgánico y que por eso era más densa que las de las marcas más
comerciales, mientras el resto de nuestros amigos apenas podía
disimular la tensa calma que soportaban. Es que además no está dulce,
insistió mi novia. Tampoco lleva azúcares añadidos, dijo uno de
nuestros amigos bruscamente, provocando que más de uno tuviera que
luchar por contener la risa. Es cierto que la situación era bastante
extraña, pero no le dimos importancia y seguimos bebiendo y mirando la
tele. Tras cada trago mi chica se quedaba mirando al vaso unos
instantes, como si hubiera algún tipo de misterio en él; y los chicos
sin quitarle ojo, mudos y algunos de ellos incluso tapándose la boca
con una mano. Me quedó claro que había gato encerrado, pero como la
broma se la estaban gastando a ella, no quise estropeársela.
El caso es que me recuerda a algo. Eso fue la gota que colmó el vaso, y
nunca mejor dicho. Ninguno pudo aguantar la risa por más tiempo y
algunos hasta empezaron a aplaudir. Mi novia empezó a preguntarles que
qué coño pasaba y yo, con una sonrisa fruto del jolgorio, les pregunté
que qué le habían dado. El primero que pudo articular palabra dijo que
era normal que le recordaba a algo porque estaba bebiendo semen. Es
que nos ha dicho un pajarito que te gustan los bukkakes
, Hemos
colaborado todos, añadió otro.
Por
fin se aclaraba la cosa: no sabíamos cómo, pero se habían enterado de
que mi chica había participado en uno el año pasado y no se les había
ocurrido otra cosa que correrse todos en ese vaso y servírselo. La
verdad es que la broma era muy pesada, pero estos amigos nuestros son
bastante cabroncetes y no me sorprendió que fueran capaces de algo así.
Por eso no estaba ninguna de nuestras amigas ahí, ni siquiera les
habían avisado de la quedada y se habían inventado falsos motivos a los
que atribuir su ausencia.
Mi novia, en lugar de indignarse y montar un escándalo, cogió el vaso y se
acabó de un trago lo que quedaba en él, dejando a todos mudos. Después
dijo: Muy bien, pues a ver si ahora sois capaces llenarme el vaso otra
vez. Nadie dijo una palabra. Nuestros amigos empezaron a mirarse entre
ellos porque ninguno se esperaba esa reacción. Ella siguió picándoles,
diciéndoles que si eran tan valientes para hacerlo a sus espaldas,
también tenían que serlo para hacerlo delante de ella. Se puso de pie y
añadió que ya que les había hecho tanta gracia lo del bukkake, que por
qué no hacían uno con ella. Les estaba ofreciendo realizar uno para
amedrentarles y le estaba saliendo bien porque todos parecían bastante
acobardados.
Entonces
se vino demasiado arriba y metió la pata porque usó la frase mágica:
¿Qué pasa, que no hay huevos?. Y ya se sabe que muchos hombres,
especialmente si son del norte, no pueden dejar pasar un reto formulado
con esa expresión, es como si tuvieran un resorte en su orgullo que se
activa al oírla. El más gallito de todos, seguramente el que había
tramado la broma, se levantó y dijo que él claro que se atrevía, pero
que sólo si lo hacían todos. Otro le siguió e intentó animar a los
demás: ¡Que sí, joder, vamos a hacer un bukkake!. Uno más se unió y
empezó a decir Bu-kka-ke, bu-kka-ke, bu-kka-ke mientras daba una
palmada con cada sílaba. Mi novia había perdido el control de la
situación, ahora era ella la sorprendida.
El anfitrión se acercó a la puerta de la casa a cerrarla con llave para
que nadie nos interrumpiera. Venga, pero despelótate primero,
exigieron a mi chica. Me miró con cara de circunstancias y yo respondí
con una ligera mueca que significaba Después de lo que has dicho,
ahora tienes que hacerlo. Así que con resignación se empezó a quitar
la ropa. Algunos de nuestros amigos soltaron silbidos mientras se
deshacía de las prendas que llevaba puestas hasta que se quedó
completamente desnuda, no pudiendo evitar sonrojarse. El primero que
había aceptado el reto también fue el primero en desabrocharse los
pantalones y sacar su semierecto pene. Se puso delante de mi novia y
esta se arrodilló ante él.
Después se quedó inmóvil un par de segundos, como mentalizándose de lo que
tenía que hacer, y se lanzó a chupar intensamente el falo que tenía
ante sí. Supongo que pensó que, ya que se había metido en ese jardín,
lo mejor era dejar a un lado todo reparo e intentar disfrutar.
Progresivamente los demás fueron sacándose la polla, acercándose y
ofreciéndoselas. El bukkake estaba lanzado y ya era imparable.
Mi novia fue sirviendo a todos su correspondiente felación hasta que se
calentó, abrió las compuertas y empezó a hacer gala de sus
habilidades como tragasables, introduciéndose completamente en la
boca todos los penes a los que se enfrentaba. Los gemidos de sorpresa y
placer no se hicieron esperar entre nuestros amigos. Fue una pena que
ninguno se atreviera a ir más allá y sujetar la cabeza de mi chica para
follarle la boca contundentemente, aunque tampoco se pueden pedir peras
al olmo, al fin y al cabo se trataba de su amiga y mi novia.
Pero de repente entró por la puerta el padre de nuestro amigo el
anfitrión, el auténtico dueño de la casa. Todos nos quedamos
petrificados por haber sido sorprendidos en esa situación, mirando al
hombre. Esperábamos una bronca de campeonato porque, si normalmente un
padre se enfada cuando pilla a su hijo tirándose a una chica en su
casa, la reacción ante un festival de mamadas podría ser de órdago.
Pero, contra todo pronóstico, esbozó una sonrisa y nos dijo
Tranquilos, que sólo he venido a coger una cosa y me voy, no os quiero
interrumpir.
Se
notaba que la muerte de su mujer años atrás le había llevado a afrontar
la vida desde otra perspectiva, intentando disfrutar más de la misma. Y
esa misma filosofía la proyectaba también hacia el exterior. Mi novia
siguió chupando pollas para que el ambiente no se viniera abajo y,
cuando el hombre volvió a pasar por el salón para marcharse, alabó sus
habilidades orales, comentó que ojalá en su juventud hubiera tenido
amigas así y al despedirse añadió que éramos unos cracks.
Como nuestro amigo el anfitrión era el único que seguía en estado de shock,
mi chica, al darse cuenta de que su erección estaba remitiendo, se
dirigió a él y le hizo unos mete-saca hasta el fondo de la garganta
brutales. Si eso no le sacaba de su catarsis, nada en este mundo podría
hacerlo. El muchacho se recobró ante lo que estaba pasando en su
entrepierna y lo recuperamos para la causa. Mi chica siguió y siguió
sin bajar el ritmo hasta que nuestro amigo empezó a convulsionarse y
suspirar porque estaba a punto de correrse. Mi novia se sacó la polla
de la boca y le masturbó suavemente mientras dirigía los chorros de
semen contra su lengua a la vez que sonreía. Le quedó increíblemente
profesional. Los aplausos y silbidos no se hicieron esperar. Cuando
tuvo todo su esperma a buen recaudo se acercó gateando hasta la mesa,
cogió el vaso y dejó caer dentro lo cosechado mientras nadie perdía
detalle.
Había quedado claro cómo quería que fuera la dinámica, así que se puso
manos a la obra. Fue uno por uno realizándoles sus espectaculares
felaciones, empleando su cuello como un martillo pilón, tragándose sus
pollas con ese ímpetu que es capaz de sacar cuando está muy cachonda,
recogiendo el esperma de los que alcanzaban el orgasmo y escupiéndolo
en el vaso.
Sin
duda el que más disfrutó fue el padre de nuestro amigo el anfitrión.
Aunque no todo fue coser y cantar, a varios les costó mucho correrse y
un par no lo consiguieron, se notó que eran novatos en esto; no como en
el anterior bukkake, en el que prácticamente todos los asistentes ya
tenían experiencia. Por el contrario también hubo uno que no pudo
esperar a su turno y directamente se masturbó para depositar su
descarga de semen en el vaso. Cuando finalmente todas las raciones de
lefa se encontraron mezcladas en el recipiente de cristal, le pidieron
que se lo bebiera. Pero mi chica me miró y dijo Me falta la tuya.
Los demás aprobaron su iniciativa y aplaudieron la propuesta. Como yo
estaba sentado en una silla, mi novia me desabrochó los pantalones y me
la empezó a chupar. Pero cuando lo estimó oportuno se puso de pie y se
sentó a horcajadas sobre mí mientras decía que yo, como era su novio,
me merecía algo más. Así que empezamos a follar delante de todos. Me
susurró al oído que le avisara cuando fuera a correrme para echárselo
en la boca y, a pesar de no ser amigo de protagonizar tales prácticas,
le dije que sí porque la ocasión lo merecía.
Tras
un rato cabalgando mientras nuestros amigos alababan el ímpetu de mi
compañera noté que mi orgasmo se acercaba, así que se lo dije y de un
salto se desacopló de mí. Inmediatamente me levanté como un resorte y
empecé a masturbarme para asegurar el final feliz mientras ella se
arrodillaba y abría la boca sugerentemente. Un segundo después de mi
primer resoplido, mi chica me apartó la mano y enterró mi polla en su
boca justo cuando mi primer chorro emergía. Esta vez decidió recibir mi
lefa directamente en su garganta, lo cual me dio más placer que si
hubiera sido al contrario por la presión que ejerció en mi miembro.
Entre
gemidos y espasmos me corrí disfrutando muchísimo. Cuando mi secuencia
de erupciones terminó, mi novia se separó de mí y se puso de pie para
besarme. Dudé un segundo, pero decidí no hacerle hice el feo y se lo
permití a pesar de las muecas y ruidos de asco que nos dedicaron los
demás. Por suerte ya se había tragado mi descarga, pero fue inevitable
notar el regusto a lefa que le quedaba en la boca después de haber
recogido tantas corridas. A continuación cogió el vaso y dijo Chin,
chin. Había llegado el momento de bebérselo todo, pero esta vez iba a
ser muy diferente.
Inclinó la cabeza hacia atrás, puso el vaso encima de su boca, la abrió y
empezó a verter muy poco a poco su contenido. La verdad es que en ese
momento me dio bastante asco porque ya se me había pasado la
excitación, pero recordándolo a posteriori fue alucinante. Cuando el
vaso estuvo vacío, cerró la boca y empezó a pasarse el líquido de un
carrillo a otro, como enjuagándose. Después volvió a inclinar la cabeza
hacia atrás e hizo unas gárgaras. Nuestros amigos se dividieron entre
las risas y las muecas de asco. Finalmente envió la mezcla de semen a
su estómago de un solo trago, lo que despertó aplausos entre nuestros
amigos, y todavía relamió el vaso para asegurarse de que no se quedaba
nada del preciado fluido en él. Calentita me gusta más, que fría no
sabe a nada, apostilló. El padre de nuestro amigo dijo entre risas que
ese vaso habría que tirarlo, pero mi chica le dijo que no fuera
exagerado, que con fregarlo bien ya bastaba. Así que se fue a la cocina
y eso hizo, desnuda como estaba.
Antes de irnos de la casa pactamos no contar a nadie lo ocurrido.
Evidentemente más de una vez nuestros amigos han propuesto repetir la
experiencia, pero nunca se ha dado la ocasión. Más tarde nos enteramos
de que la culpa de que nuestros amigos supieran lo del bukkake fue mía
porque, cuando el año anterior intenté liarme con una de nuestras
amigas en aquel frustrado intercambio de parejas, se lo conté y luego
ella se fue de la lengua.
Continuará...
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