Hola
lectores de MorboCornudos,
Si habéis leído
la primera parte de este relato, somos
un matrimonio maduro que, víctimas de la clásica monotonía al cabo de
tantos años de convivencia, finalizaron la misma sumergiéndose en un
semi-inocente juego erótico con un amigo y compañero de trabajo mío,
que finalizó con mi esposa abriéndose de piernas a esta persona,
gozando los tres de unos momentos inolvidables de morbo y placer.
Como podéis imaginar, aquella monotonía se derrumbó por completo, y
nuestras relaciones sexuales se revitalizaron enormemente, rememorando
durante los meses posteriores los detalles más escabrosos de aquella
aventura sexual. Obviamente, Juan, el agraciado que disfrutó de mi
esposa, deseaba repetir la experiencia y volver a ensartar a mi esposa
con su cipote, pero en nuestra relación no entraba la posibilidad de
que Susana contara con un amante, nuestro matrimonio seguía siendo
cosa de dos, y que hubiéramos participado en algo que traspasaba los
límites del juego erótico, no había cambiado en nada la misma, aparte
de revitalizar nuestra vida sexual. Como ya he dicho antes,
rememorábamos aquella experiencia morbosa, excitándonos enormemente con
los detalles mientras hacíamos el amor.
Como era de esperar en un hombre, Juan no supo mantener el secreto que
hubiera sido de desear, y fue indiscreto con la persona más
insospechada. (Luego supe que el indiscreto y la otra persona,
compartían gustos y aventuras, siendo dicha indiscreción limitada a
dicha persona).
Unos meses después de aquella experiencia, comencé a notar que mi jefe,
Paco, un hombre de 60 años de edad, aparentemente serio y formal y de
complexión algo oronda, me miraba de forma rara, e incluso aparentaba
buscar situaciones en las que poder hablar conmigo a solas. Aquello me
mosqueaba, pero jamás hubiera sospechado que Juan hubiera sido capaz
de ser tan imprudente como para contarle algo de aquello a nuestro
jefe, con el que pensaba su relación se limitaba a la laboral.
Una mañana, mientras desayunaba en una cafetería cercana a nuestra
empresa, me sorprendió ver a Paco sentarse a mi lado como si de una
casualidad se tratara. Conversó conmigo con una amabilidad inaudita,
hasta que transcurridos unos minutos mostró sus cartas.
-"Pues Juan me ha hablado muy, pero que muy bien de tu esposa".
-"¿Cómo?" Fingí no saber de que hablaba, aunque no cabía duda a que se
refería-
-"Tranquilo... puedes hablar conmigo con absoluta confianza, estamos entre
amigos...
Permanecí en silencio sin saber qué decir, sorprendiéndome que mi jefe me
tildara de amigo, cuando anteriormente le costaba trabajo saludarme.
-"Ya te digo, Juan me ha hablado maravillas de tu mujer, no se... no
puedo quitármela de la cabeza... si decidierais repetir ese tipo de
experiencias me encantaría contarais conmigo. Estoy abierto a cualquier
tipo de juego, todo es hablarlo... Puedo hacerle una entrevista de
trabajo o cualquier otra cosa morbosa... en fin... lo que vosotros
digáis y con la garantía de que no iba a haber ningún tipo de
problemas".
Era completamente inútil seguir fingiendo que ignoraba de qué me estaba
hablando, sin que tampoco pudiera enfadarme con él y montar en cólera
por tan descarada proposición de follarse a mi esposa, cuando noté en
su nerviosismo y en su rostro, que bien informado por Juan, lejos de
tratar el tema con falta de respeto, o tomando a Susana por lo que no
era, solo había osado a hablarlo conmigo por el inmenso morbo que el
relato de Juan le había provocado, siendo su deseo tan intenso como
para proponerme aquello aun a riesgo de una reacción colérica de mi
parte.
Azorado, le expuse que no podía asegurarle nada ya que debía hablarlo con
ella, y nos incorporamos al trabajo como cualquier otro día.
Podéis imaginar el rostro de mi esposa cuando, tras llegar a casa, le
relaté que mi jefe deseaba follarla a cualquier precio. Susana había
llegado a conocerlo en una cena de empresa anterior, recordando su edad
y corpulencia perfectamente. Tras un amago de desagrado por semejante
proposición, (más que nada por la indiscreción cometida por Juan) noté
que cierta curiosidad prendía en ella.
-"Pero... tu jefe estaba casado, ¿no?".
-"Creo que sí, pero vamos... que no tengo ni idea".
-"Hay que ver... con lo serio y formal que aparentaba".
-"Ya... pero se ve le han hablado muy bien de ti, jajajaja".
-"Calla, habría que matar a Juan por bocazas".
-"Ja,ja,ja,ja. Tranquila, que no hablado mal de ti, ¡¡¡¡todo lo
contrario!!!!!!".
-"Qué vergüenza...".
Pasamos la tarde entre ji ji ji y ja ja ja, sin demostrar ninguno de los
dos un especial interés en el asunto, aunque si noté que a mi esposa la
alagaba ser deseada de aquella forma por mi jefe, desconociendo aún
que, uno de sus morbos secretos, se trataba de una presunta relación
secretaria sumisa-jefe.
Pasaron los días en los que Paco, mi jefe, aprovechaba cualquier
circunstancia para preguntarme por Susana, sin que yo pudiera hacer
otra cosa contestarle con evasivas, ya que en ningún momento iba a
animar a mi esposa a practicar algo que no deseara. Sin embargo, poco a
poco, sobre todo tras conocer mi esposa, el interés diario que mi jefe
mostraba por ella, noté que efectivamente aquello le provocaba un morbo
intenso, y le planteé que tuviéramos una cita con él sin ningún tipo de
compromiso.
Cuando por fin le dije a mi jefe que aceptábamos reunirnos con él y tratar
de pasar unos buenos momentos, sonrió de forma espectacular e,
instantáneamente, como si temiera que pudiera arrepentirme, nos ofreció
ir a su domicilio ese mismo sábado, aprovechando que, mi mujer se va
todo el fin de semana a visitar a unos familiares.
Susana se vistió con sus mejores galas para la ocasión, como si una visita
a mi jefe exigiera un tipo de protocolo y ceremonia superior al normal.
Una vez allí, y tras ser recibidos por Paco, éste la beso en la mejilla
sin ocultar cuanto le agradaba verla, recreándose en mirarla
lascivamente de arriba a abajo. Nos invitó a entrar al salón de su
casa, siendo yo el que caminaba delante, comprobando que Paco no perdía
el tiempo, al escuchar un pequeño azote en el trasero de mi esposa,
lo que provocó unas pequeñas risitas de complicidad entre ellos.
Me quedé atónito al penetrar en el salón y observar a un chico de unos 22
o 23 años, con cierto parecido a Paco, sentado en el sofá, mirándonos
inquisitivamente entrar y colorado como un tomate. Mi esposa y yo nos
miramos extrañados, siendo Paco el que hizo los honores de presentarnos
a aquel chico como su sobrino.
-"Paquito, no seas tímido, levántate y saluda a Luis y a su mujer".
Estupefactos, observamos a aquel chico, alto, delgado, gafas de empollón
y rostro de pajillero empedernido levantarse, y tras darme la mano,
besar castamente en las mejillas a Susana, sumamente azorado y
avergonzado.
-"Ya os he dicho que es mi sobrino, lo he invitado a la fiesta a ver si
así perdiera la timidez de una vez, no os preocupéis, es el colmo de la
discreción y sabe perfectamente los límites de que solo se trata de
divertirse sin ninguna obligación por parte de nadie".
No podía creer que mi jefe hubiera invitado a su propio sobrino y menos
sin consultarlo previamente con nosotros, y observé cómo Paquito se
sonrojaba cada vez más sin poder evitar mirar a Susana lascivamente.
-"Bueno... hemos venido de visita, ya veremos...", -contestó Susana, la
cual aparentaba sentirse cómoda en aquella situación, sin que sentirse
devorada por aquel chico pareciera disgustarla-
Nos acomodamos en el salón tras agasajarnos con unas copichuelas de
alcohol, sentándose astutamente mi jefe en el sofá junto a mi esposa,
y Paquito y yo frente a ellos en un sillón cada uno.
Se inició una conversación sin transcendencia, sorprendiéndome escuchar a
mi esposa tratar en principio a Paco de usted, y con un respeto fuera
de lugar tratándose de una cita de indudable contenido erótico, hasta
que él mismo le permitió tratarlo de tú, y a Paquito haciendo lo
propio con Susana, actitud con la que siguió hasta el final, ya que a
pesar Susana le dijo que no la tratara así, siempre terminaba
llamándola cómicamente de usted.
Poco a poco el cariz de la conversación subió de tono, y ante el sonrojo
de Paquito, mi jefe afirmó que su sobrino se trataba de una persona tan
tímida, como para llegar a preocuparse por su integración social, y que
incluso había sido idea de sus padres la posibilidad de que su tío lo
llevara de putas, a ver si perdiendo la virginidad perdiera ese
retraimiento de una vez.
-"No me gusta la idea de que mi sobrino tenga su primera experiencia con
prostitutas, prefiero algo más natural, desde que Juan me contó lo
que me contó, no he dejado de darle vueltas al asunto, y... viendo a
Susana, no cabe duda he acertado".
Paco remató aquella frase posando la mano sobre los muslos de mi esposa,
tras izarle el pliegue del vestido y poder hacerlo sobre sus medias,
hecho que no pasó desapercibido por nosotros y menos por Paquito, al
que le faltaba brotarle humo de las orejas.
Susana y yo asentimos sobre el error que sería que Paquito tuviera su
primera experiencia con alguna prostituta, cosa que ratificó el mismo
Paquito, sin dejar de mirar a mi esposa con cara de desear saltar sobre
ella en cualquier momento, pero sin osar lanzar a mi esposa la más
mínima insinuación o comentario erótico, a pesar de que las caricias de
su tío sobre los muslos de Susana, y la sumisión de la misma,
despejaba cualquier duda sobre cómo podía terminar aquello.
La reunión fue calentándose con bromas de tipo erótico cada vez mas
subidas de tono, mientras la mano de Paco iba subiendo la posición
hasta dejar a la vista las braguitas blancas de mi esposa, cosa que fue
advertida por un cada vez más nervioso Paquito. El tono de voz y la
actitud de mi esposa se fue inclinando a un rol de sumisión inauditos,
y más cuando Paco bromeó con lo que haría con ella si se tratara de su
secretaria, cosa que parecía excitarla enormemente. Sentada, mostrando
las braguitas y con la mano de mi jefe en sus muslos, supe que mi
esposa había llegado al límite de seguir adelante con lo que surgiera,
y yo mismo incité al primer juego.
-"Seguro que Paquito no sabe ni bailar agarrado, podrías enseñarle tú,
Susana, ya sabes... como lo hiciste con Juan".
Paquito abrió los ojos como platos cuando Susana, servicial, con una
sonrisa en los labios, se levantó del sofá y con un lascivo movimiento,
se deshizo del vestido, mostrándose en braguitas y sujetador blancos,
así como unas medias color carne, invitándole a unirse a ella. Supe que
Paquito hubiera preferido retozar con Susana a solas, cuando lo vimos
desprenderse de su ropa avergonzado dándonos la espalda, pero no me
habría perdido aquello por nada del mundo. De todas formas, su
excitación demostró ser infinitamente mayor a la timidez, y cuando se
dio la vuelta para abrazarse a mi esposa, mostraba una erección de
caballo que provocó un ohhh en Susana.
Paco y yo asistimos al primer contacto íntimo de su sobrino con el cuerpo
de una mujer, cuando la abrazó con fuerza, yéndose sus manos
directamente al culo de mi esposa, presionando al mismo tiempo su
erección contra las braguitas de mi esposa.
-"Mmm, que bien huele usted". Dijo Paquito mientras le besaba el cuello,
provocando una situación que habría sido cómica de no haberse tratado
de algo tan morboso, al tratar de usted a una señora a la que estaba
sobándole el culo, y a la que prácticamente podría desgarrar las bragas
con su polla.
Increíblemente, Paquito, no osaba a intentar introducir las manos bajo las
braguitas de mi esposa, o a intentar sobarle el coño o las tetas,
limitándose a sobarle el culo sobre las mismas, besarla en la boca con
lengua en un beso húmedo interminable, y a empujar su miembro sobre
Susana, todo ello... sin haber llegado a desprenderse aquellas gafas
que portaba, y que le conferían un aspecto de empollón y pajillero.
-"Joder, me he puesto a mil". - Dijo Paco, invitándome a desnudarnos
también y presenciar aquello máscómodos-
-"Susana, si fueras mi secretaria, con lo dura que me has puesto la polla,
te doblaba el sueldo ahora mismo". Volvió a decir señalando en
dirección a su polla erecta.
Mientras, mi esposa, apenas podía respirar ante el ímpetu del beso de
Paquito, al tiempo que éste, cada vez más envalentonado, aunque por
encima de las braguitas, se estaba atreviendo a sobarle el coño por
fin. Paquito apenas dejó respirar a Susana para decir gimiendo alguna
que otra frase lasciva, como qué coño tan caliente, o que pezones
tan duros, siempre manteniendo el tratamiento de usted final.
-"¡¡Paquito!!!, ¡¡¡fóllatela ya, que como sigas así te vas a correr y le
vas a poner las bragas perdidas!!!". Bramó su tío, que, por el tono de
voz, más bien indicaba que lo que realmente deseaba es que Paquito
terminara lo antes posible, para poder follarse a Susana después.
Paquito la miró pidiéndole permiso para cumplir con lo que le solicitaba
su tío, a lo que Susana respondió con una simple sonrisa. Obviamente
conocía la distribución del domicilio, ya que la acompañó hasta el
dormitorio conyugal de su tío, siendo seguidos por nosotros a unos
pasos, ya que no deseábamos perder el más mínimo detalle.
Podéis imaginar el morbo y la excitación que me embriagaba, viendo a mi
esposa despojarse de la lencería, tumbada en la cama e invitando
abiertamente a Paquito a follarla. Los pezones erectos y el brillo de
su húmedo coño, habría vuelto inútil cualquier intento disimular cuanto
lo deseaba, y Paco y yo, con las pollas a punto de explotar observamos
cómo Paquito, tras mamar durante un rato de las tetas de Susana, apuntó
la polla y la penetró de un solo golpe, provocando un enorme gemido de
lo que podría tomarse tanto de placer como de dolor en mi esposa, por
mucho que la humedad de su coño hubiera ayudado considerablemente a tan
brutal penetración.
-"Joder, qué ganas tenía de follarme a una mujer... Qué coño más caliente
tiene usted... Qué gustazo, No la olvidaré jamás, Esto es lo mejor que
me ha pasado en la vida. Repetía entre gemidos lascivos Paquito, sin
dejar de follarla rítmicamente-
-"Para que luego te quejes, sobrino, he conseguido lo mejor para ti".
Mi polla estallaba mientras veía el brillante cipote de aquel chico, que
sin llegar a quitarse las gafas, y tratándola con un respeto casi
cómico, entraba y salía del coño de mi esposa a su antojo.
Me alegré de no encontrarme en mi domicilio, cuando los alaridos de placer
de Susana resonaron con estridencia inaudita, o cuando poco después
Paquito le inundó el coño gritando Señora... me corro, me corro, me
corro, ¡¡¡me corro!!!", lo que habría despertado las sospechas de
nuestros vecinos.
Con Paquito semidesfallecido con una sonrisa de oreja a oreja, y Susana
reposando con el coño rezumando aún la leche del mismo, mi jefe se
aproximó a ella, y señalándose el cipote dijo:
-"Una buena secretaria mía tiene que saber mamarme bien la polla".
Absorto, ya que a Susana no le había gustado jamás practicar felaciones,
habiéndose limitado anteriormente a unos pocos besos o lametones
sobre el miembro de Juan, observé que se incorporó de la cama, y
sentada sobre la misma, procedió a mamarle la polla a su jefe, el
cual, de pie frente a ella, ponía los ojos en blanco gozando
introduciéndole el miembro hasta la garganta.
-"Bien, muy bien, veo que te vas a llevar muy bien con tu jefe Le
decía, mientras Susana intentaba mirarle a los ojos sin dejar de
mamarle la polla.
Paquito volvió a empalmarse viendo aquello, lo que, sumado a la enorme
excitación del momento, derrumbó cualquier reparo a acariciarnos la
polla entre nosotros, en busca de una satisfacción mutua que aliviara
tanta tensión. Noté la increíble dureza de su miembro, así como la
humedad del coño de mi esposa que lo impregnaba aún, mientras éste, se
regodeaba palpándome los huevos al marido de la mujer que acababa de
follarse.
Observé que Paco, tras gozar con la garganta de mi esposa, había decidido
tomar posesión de su coño, y que, tras colocarla a cuatro patas,
pretendía follarla al estilo perrito en esos momentos. No deseaba
perder detalle y que las caricias de Paquito me distrajeran, el cual,
desmelenado, había perdido cualquier tipo de rubor, por lo que,
recordando lo que Juan había hecho conmigo en la anterior experiencia,
me coloqué tras él y procedí a masturbarlo, manteniendo la mejor
posición para ver cómo Paco iba a tomar posesión de su secretaria.
Era enormemente morboso ver a un hombre algo gordo y de espalda peluda
apuntar la polla en dirección al coño de mi esposa que se mantenía a
cuatro patas completamente sumisa, esperando a ser penetrada por su
jefe.
Paco empujó su miembro sin encontrar oposición, ya que, completamente
húmedo, aquel coño habría podido albergar cualquier polla por enorme
que se tratara. Paquito y yo observamos el movimiento frenético de las
caderas de su tio, follando a mi esposa mientras bramaba obscenidades.
-"¡Joder!, ¡eres la mejor secretaria que me he follado en mi puta vida!,
¡no he probado un coño tan caliente como el tuyo!".
Mi excitación llegó al límite, y redoblé la masturbación sobre el cipote
de Paquito, el cual gozaba del mejor momento de su vida, tras haberse
follado a mi esposa y ser pajeado mientras observaba aquel auténtico
espectáculo pornográfico.
Paco gemía y sudaba como un cerdo, cabalgando a su secretaria como un
perro en celo. Susana, completamente sumisa, recibía sus embestidas
entre jadeos lascivos.
Fue ella la primera en obtener un orgasmo gritado, y algo más tarde, tío
y sobrino, casi al mismo tiempo, se corrieron entre gemidos de placer,
Paquito manchando el suelo del dormitorio, y Paco en el interior del
coño de mi esposa, de forma tan abundante como para gotear entre sus
muslos.
No pude aguantar un segundo más, y con mi esposa completamente agotada, y
con el rostro desencajado de placer, tras desengancharse Paco, la
penetré en esa postura, sin molestarme en limpiar aquella enorme
corrida de su jefe.
Mi polla nadaba entre los restos de semen de tío-sobrino, así como de su
propia humedad lujuriosa. La follé como un poseso, bramando las mayores
barbaridades obscenas, hasta amalgamar mi leche con las otras dos en el
interior de mi esposa, la cual se sintió tan llena como jamás habría
podido imaginar ni en sus sueños más húmedos.
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