.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Cómo acabamos con la monotonía (2)".

 

 Hola lectores de MorboCornudos,

 Si habéis leído la primera parte de este relato, somos un matrimonio maduro que, víctimas de la clásica monotonía al cabo de tantos años de convivencia, finalizaron la misma sumergiéndose en un “semi-inocente” juego erótico con un amigo y compañero de trabajo mío, que finalizó con mi esposa abriéndose de piernas a esta persona, gozando los tres de unos momentos inolvidables de morbo y placer.

 Como podéis imaginar, aquella monotonía se derrumbó por completo, y nuestras relaciones sexuales se revitalizaron enormemente, rememorando durante los meses posteriores los detalles más escabrosos de aquella aventura sexual. Obviamente, Juan, el agraciado que disfrutó de mi esposa, deseaba repetir la experiencia y volver a ensartar a mi esposa con su cipote, pero en nuestra relación no entraba la posibilidad de que Susana contara con un “amante”, nuestro matrimonio seguía siendo cosa de dos, y que hubiéramos participado en algo que traspasaba los límites del “juego” erótico, no había cambiado en nada la misma, aparte de revitalizar nuestra vida sexual. Como ya he dicho antes, rememorábamos aquella experiencia morbosa, excitándonos enormemente con los detalles mientras hacíamos el amor.

 Como era de esperar en un hombre, Juan no supo mantener el “secreto” que hubiera sido de desear, y fue “indiscreto” con la persona más insospechada. (Luego supe que el indiscreto y la otra persona, compartían gustos y aventuras, siendo dicha “indiscreción” limitada a dicha persona).

 Unos meses después de aquella experiencia, comencé a notar que mi jefe, Paco, un hombre de 60 años de edad, aparentemente serio y formal y de complexión algo oronda, me miraba de forma “rara”, e incluso aparentaba buscar situaciones en las que poder hablar conmigo a solas. Aquello me “mosqueaba”, pero jamás hubiera sospechado que Juan hubiera sido capaz de ser tan imprudente como para contarle algo de aquello a nuestro jefe, con el que pensaba su relación se limitaba a la laboral.

 Una mañana, mientras desayunaba en una cafetería cercana a nuestra empresa, me sorprendió ver a Paco sentarse a mi lado como si de una “casualidad” se tratara. Conversó conmigo con una amabilidad inaudita, hasta que transcurridos unos minutos mostró sus cartas.

 -"Pues Juan me ha hablado muy, pero que muy bien de tu esposa".

 -"¿Cómo?" –Fingí no saber de que hablaba, aunque no cabía duda a que se refería-

 -"Tranquilo... puedes hablar conmigo con absoluta confianza, estamos entre “amigos”...

 Permanecí en silencio sin saber qué decir, sorprendiéndome que mi jefe me tildara de “amigo”, cuando anteriormente le costaba trabajo saludarme.

 -"Ya te digo, Juan me ha hablado “maravillas” de tu mujer, no se... no puedo quitármela de la cabeza... si decidierais repetir ese tipo de experiencias me encantaría contarais conmigo. Estoy abierto a cualquier tipo de juego, todo es hablarlo... Puedo hacerle una “entrevista de trabajo” o cualquier otra cosa morbosa... en fin... lo que vosotros digáis y con la garantía de que no iba a haber ningún tipo de problemas".

 Era completamente inútil seguir fingiendo que ignoraba de qué me estaba hablando, sin que tampoco pudiera “enfadarme” con él y montar en cólera por tan descarada proposición de follarse a mi esposa, cuando noté en su nerviosismo y en su rostro, que bien informado por Juan, lejos de tratar el tema con falta de respeto, o tomando a Susana por lo que no era, solo había osado a hablarlo conmigo por el inmenso morbo que el relato de Juan le había provocado, siendo su deseo tan intenso como para proponerme aquello aun a riesgo de una reacción colérica de mi parte.

 Azorado, le expuse que no podía asegurarle nada ya que debía hablarlo con ella, y nos incorporamos al trabajo como cualquier otro día.

 Podéis imaginar el rostro de mi esposa cuando, tras llegar a casa, le relaté que mi jefe deseaba follarla a cualquier precio. Susana había llegado a conocerlo en una cena de empresa anterior, recordando su edad y corpulencia perfectamente. Tras un amago de desagrado por semejante proposición, (más que nada por la indiscreción cometida por Juan) noté que cierta curiosidad prendía en ella.

 -"Pero... tu jefe estaba casado, ¿no?".

 -"Creo que sí, pero vamos... que no tengo ni idea".

 -"Hay que ver... con lo serio y formal que aparentaba".

 -"Ya... pero se ve le han hablado muy bien de ti, jajajaja".

 -"Calla, habría que matar a Juan por bocazas".

 -"Ja,ja,ja,ja. Tranquila, que no hablado mal de ti, ¡¡¡¡todo lo contrario!!!!!!".

 -"Qué vergüenza...".

 Pasamos la tarde entre “ji ji ji y ja ja ja”, sin demostrar ninguno de los dos un especial interés en el asunto, aunque si noté que a mi esposa la alagaba ser deseada de aquella forma por mi jefe, desconociendo aún que, uno de sus morbos secretos, se trataba de una presunta relación “secretaria sumisa-jefe”.

 Pasaron los días en los que Paco, mi jefe, aprovechaba cualquier circunstancia para “preguntarme” por Susana, sin que yo pudiera hacer otra cosa contestarle con evasivas, ya que en ningún momento iba a animar a mi esposa a practicar algo que no deseara. Sin embargo, poco a poco, sobre todo tras conocer mi esposa, el interés diario que mi jefe mostraba por ella, noté que efectivamente aquello le provocaba un morbo intenso, y le planteé que tuviéramos una cita con él sin ningún tipo de “compromiso”.

 Cuando por fin le dije a mi jefe que aceptábamos reunirnos con él y tratar de pasar unos “buenos momentos”, sonrió de forma espectacular e, instantáneamente, como si temiera que pudiera arrepentirme, nos ofreció ir a su domicilio ese mismo sábado, aprovechando que, “mi mujer se va todo el fin de semana a visitar a unos familiares”.

 Susana se vistió con sus mejores galas para la ocasión, como si una visita a mi jefe exigiera un tipo de protocolo y ceremonia superior al normal. Una vez allí, y tras ser recibidos por Paco, éste la beso en la mejilla sin ocultar cuanto le agradaba verla, recreándose en mirarla lascivamente de arriba a abajo. Nos invitó a entrar al salón de su casa, siendo yo el que caminaba delante, comprobando que Paco no perdía el tiempo, al escuchar un pequeño “azote” en el trasero de mi esposa, lo que provocó unas pequeñas risitas de complicidad entre ellos.

 Me quedé atónito al penetrar en el salón y observar a un chico de unos 22 o 23 años, con cierto parecido a Paco, sentado en el sofá, mirándonos inquisitivamente entrar y colorado como un tomate. Mi esposa y yo nos miramos extrañados, siendo Paco el que hizo los honores de presentarnos a aquel chico como su sobrino.

 -"Paquito, no seas tímido, levántate y saluda a Luis y a su mujer".

 Estupefactos, observamos a aquel chico, alto, delgado, gafas de “empollón” y rostro de pajillero empedernido levantarse, y tras darme la mano, besar castamente en las mejillas a Susana, sumamente azorado y avergonzado.

 -"Ya os he dicho que es mi sobrino, lo he invitado a “la fiesta” a ver si así perdiera la timidez de una vez, no os preocupéis, es el colmo de la discreción y sabe perfectamente los límites de que solo se trata de divertirse sin ninguna obligación por parte de nadie".

 No podía creer que mi jefe hubiera invitado a su propio sobrino y menos sin consultarlo previamente con nosotros, y observé cómo Paquito se sonrojaba cada vez más sin poder evitar mirar a Susana lascivamente.

 -"Bueno... hemos venido de visita, ya veremos...", -contestó Susana, la cual aparentaba sentirse cómoda en aquella situación, sin que sentirse devorada por aquel chico pareciera disgustarla-

 Nos acomodamos en el salón tras agasajarnos con unas copichuelas de alcohol, sentándose “astutamente” mi jefe en el sofá junto a mi esposa, y Paquito y yo frente a ellos en un sillón cada uno.

 Se inició una conversación sin transcendencia, sorprendiéndome escuchar a mi esposa tratar en principio a Paco de “usted”, y con un respeto fuera de lugar tratándose de una cita de indudable contenido erótico, hasta que él mismo le “permitió” tratarlo de tú, y a Paquito haciendo lo propio con Susana, actitud con la que siguió hasta el final, ya que a pesar Susana le dijo que no la tratara así, siempre terminaba llamándola cómicamente de usted.

 Poco a poco el cariz de la conversación subió de tono, y ante el sonrojo de Paquito, mi jefe afirmó que su sobrino se trataba de una persona tan tímida, como para llegar a preocuparse por su integración social, y que incluso había sido idea de sus padres la posibilidad de que su tío lo llevara “de putas”, a ver si perdiendo la virginidad perdiera ese retraimiento de una vez.

 -"No me gusta la idea de que mi sobrino tenga su primera experiencia con prostitutas, prefiero algo más “natural”, desde que Juan me contó “lo que me contó”, no he dejado de darle vueltas al asunto, y... viendo a Susana, no cabe duda he acertado".

 Paco remató aquella frase posando la mano sobre los muslos de mi esposa, tras izarle el pliegue del vestido y poder hacerlo sobre sus medias, hecho que no pasó desapercibido por nosotros y menos por Paquito, al que le faltaba brotarle humo de las orejas.

 Susana y yo asentimos sobre el error que sería que Paquito tuviera su primera experiencia con alguna prostituta, cosa que ratificó el mismo Paquito, sin dejar de mirar a mi esposa con cara de desear saltar sobre ella en cualquier momento, pero sin osar lanzar a mi esposa la más mínima insinuación o comentario erótico, a pesar de que las caricias de su tío sobre los muslos de Susana, y la “sumisión” de la misma, despejaba cualquier duda sobre cómo podía terminar aquello.

 La reunión fue calentándose con bromas de tipo erótico cada vez mas subidas de tono, mientras la mano de Paco iba subiendo la posición hasta dejar a la vista las braguitas blancas de mi esposa, cosa que fue advertida por un cada vez más nervioso Paquito. El tono de voz y la actitud de mi esposa se fue inclinando a un rol de sumisión inauditos, y más cuando Paco bromeó con lo que haría con ella si se tratara de su secretaria, cosa que parecía excitarla enormemente. Sentada, mostrando las braguitas y con la mano de mi jefe en sus muslos, supe que mi esposa había llegado al límite de seguir adelante con lo que surgiera, y yo mismo incité al primer juego.

 -"Seguro que Paquito no sabe ni bailar agarrado, podrías enseñarle tú, Susana, ya sabes... como lo hiciste con Juan".

 Paquito abrió los ojos como platos cuando Susana, servicial, con una sonrisa en los labios, se levantó del sofá y con un lascivo movimiento, se deshizo del vestido, mostrándose en braguitas y sujetador blancos, así como unas medias color carne, invitándole a unirse a ella. Supe que Paquito hubiera preferido “retozar” con Susana a solas, cuando lo vimos desprenderse de su ropa avergonzado dándonos la espalda, pero no me habría perdido aquello por nada del mundo. De todas formas, su excitación demostró ser infinitamente mayor a la timidez, y cuando se dio la vuelta para abrazarse a mi esposa, mostraba una erección de caballo que provocó un “ohhh” en Susana.

 Paco y yo asistimos al primer contacto íntimo de su sobrino con el cuerpo de una mujer, cuando la abrazó con fuerza, yéndose sus manos directamente al culo de mi esposa, presionando al mismo tiempo su erección contra las braguitas de mi esposa.

 -"Mmm, que bien huele usted". –Dijo Paquito mientras le besaba el cuello, provocando una situación que habría sido cómica de no haberse tratado de algo tan morboso, al tratar de “usted” a una señora a la que estaba sobándole el culo, y a la que prácticamente podría desgarrar las bragas con su polla.

 Increíblemente, Paquito, no osaba a intentar introducir las manos bajo las braguitas de mi esposa, o a intentar sobarle el coño o las tetas, limitándose a sobarle el culo sobre las mismas, besarla en la boca con lengua en un beso húmedo interminable, y a “empujar” su miembro sobre Susana, todo ello... sin haber llegado a desprenderse aquellas gafas que portaba, y que le conferían un aspecto de empollón y pajillero.

 -"Joder, me he puesto a mil". - Dijo Paco, invitándome a desnudarnos también y presenciar aquello más“cómodos”-

 -"Susana, si fueras mi secretaria, con lo dura que me has puesto la polla, te doblaba el sueldo ahora mismo". – Volvió a decir señalando en dirección a su polla erecta.

 Mientras, mi esposa, apenas podía respirar ante el ímpetu del beso de Paquito, al tiempo que éste, cada vez más envalentonado, aunque por encima de las braguitas, se estaba atreviendo a sobarle el coño por fin. Paquito apenas dejó respirar a Susana para decir gimiendo alguna que otra frase lasciva, como “qué coño tan caliente”, o “que pezones tan duros”, siempre manteniendo el tratamiento de “usted” final.

 -"¡¡Paquito!!!, ¡¡¡fóllatela ya, que como sigas así te vas a correr y le vas a poner las bragas perdidas!!!". –Bramó su tío, que, por el tono de voz, más bien indicaba que lo que realmente deseaba es que Paquito terminara lo antes posible, para poder follarse a Susana después.

 Paquito la miró “pidiéndole permiso” para cumplir con lo que le solicitaba su tío, a lo que Susana respondió con una simple sonrisa. Obviamente conocía la distribución del domicilio, ya que la acompañó hasta el dormitorio conyugal de su tío, siendo seguidos por nosotros a unos pasos, ya que no deseábamos perder el más mínimo detalle.

 Podéis imaginar el morbo y la excitación que me embriagaba, viendo a mi esposa despojarse de la lencería, tumbada en la cama e invitando abiertamente a Paquito a follarla. Los pezones erectos y el brillo de su húmedo coño, habría vuelto inútil cualquier intento disimular cuanto lo deseaba, y Paco y yo, con las pollas a punto de explotar observamos cómo Paquito, tras mamar durante un rato de las tetas de Susana, apuntó la polla y la penetró de un solo golpe, provocando un enorme gemido de lo que podría tomarse tanto de placer como de dolor en mi esposa, por mucho que la humedad de su coño hubiera ayudado considerablemente a tan brutal penetración.

 -"Joder, qué ganas tenía de follarme a una mujer... Qué coño más caliente tiene usted... Qué gustazo, No la olvidaré jamás, Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida”. –Repetía entre gemidos lascivos Paquito, sin dejar de follarla rítmicamente-

 -"Para que luego te quejes, sobrino, he conseguido “lo mejor” para ti".

 Mi polla estallaba mientras veía el brillante cipote de aquel chico, que sin llegar a quitarse las gafas, y tratándola con un “respeto” casi cómico, entraba y salía del coño de mi esposa a su antojo.

 Me alegré de no encontrarme en mi domicilio, cuando los alaridos de placer de Susana resonaron con estridencia inaudita, o cuando poco después Paquito le inundó el coño gritando “Señora... me corro, me corro, me corro, ¡¡¡me corro!!!", lo que habría despertado las sospechas de nuestros vecinos.

 Con Paquito semidesfallecido con una sonrisa de oreja a oreja, y Susana reposando con el coño rezumando aún la leche del mismo, mi jefe se aproximó a ella, y señalándose el cipote dijo:

 -"Una buena secretaria mía tiene que saber mamarme bien la polla".

 Absorto, ya que a Susana no le había gustado jamás practicar felaciones, habiéndose limitado anteriormente a unos pocos “besos” o lametones sobre el miembro de Juan, observé que se incorporó de la cama, y sentada sobre la misma, procedió a mamarle la polla a “su” jefe, el cual, de pie frente a ella, ponía los ojos en blanco gozando introduciéndole el miembro hasta la garganta.

 -"Bien, muy bien, veo que te vas a llevar muy bien con “tu jefe” –Le decía, mientras Susana intentaba mirarle a los ojos sin dejar de mamarle la polla.

 Paquito volvió a empalmarse viendo aquello, lo que, sumado a la enorme excitación del momento, derrumbó cualquier reparo a acariciarnos la polla entre nosotros, en busca de una satisfacción mutua que aliviara tanta tensión. Noté la increíble dureza de su miembro, así como la humedad del coño de mi esposa que lo impregnaba aún, mientras éste, se regodeaba palpándome los huevos al marido de la mujer que acababa de follarse.

 Observé que Paco, tras gozar con la garganta de mi esposa, había decidido tomar posesión de su coño, y que, tras colocarla a cuatro patas, pretendía follarla al estilo perrito en esos momentos. No deseaba perder detalle y que las caricias de Paquito me distrajeran, el cual, desmelenado, había perdido cualquier tipo de rubor, por lo que, recordando lo que Juan había hecho conmigo en la anterior experiencia, me coloqué tras él y procedí a masturbarlo, manteniendo la mejor posición para ver cómo Paco iba a tomar posesión de “su secretaria”.

 Era enormemente morboso ver a un hombre algo gordo y de espalda peluda apuntar la polla en dirección al coño de mi esposa que se mantenía a cuatro patas completamente sumisa, esperando a ser penetrada por “su jefe”.

 Paco empujó su miembro sin encontrar oposición, ya que, completamente húmedo, aquel coño habría podido albergar cualquier polla por enorme que se tratara. Paquito y yo observamos el movimiento frenético de las caderas de su tio, follando a mi esposa mientras bramaba obscenidades.

 -"¡Joder!, ¡eres la mejor secretaria que me he follado en mi puta vida!, ¡no he probado un coño tan caliente como el tuyo!".

 Mi excitación llegó al límite, y redoblé la masturbación sobre el cipote de Paquito, el cual gozaba del mejor momento de su vida, tras haberse follado a mi esposa y ser pajeado mientras observaba aquel auténtico espectáculo pornográfico.

 Paco gemía y sudaba como un cerdo, cabalgando a “su secretaria” como un perro en celo. Susana, completamente sumisa, recibía sus embestidas entre jadeos lascivos.

 Fue ella la primera en obtener un orgasmo “gritado”, y algo más tarde, tío y sobrino, casi al mismo tiempo, se corrieron entre gemidos de placer, Paquito manchando el suelo del dormitorio, y Paco en el interior del coño de mi esposa, de forma tan abundante como para gotear entre sus muslos.

 No pude aguantar un segundo más, y con mi esposa completamente agotada, y con el rostro desencajado de placer, tras desengancharse Paco, la penetré en esa postura, sin “molestarme” en limpiar aquella enorme corrida de “su jefe”.

 Mi polla nadaba entre los restos de semen de tío-sobrino, así como de su propia humedad lujuriosa. La follé como un poseso, bramando las mayores barbaridades obscenas, hasta amalgamar mi leche con las otras dos en el interior de mi esposa, la cual se sintió tan llena como jamás habría podido imaginar ni en sus sueños más húmedos. Email.

 

 

 

La web de los cornudos

Sólo para adultos

   [Añadir a favoritos]

   [Recomendar esta web]

   [Envíanos tus fotos]