Querido
J....:
Te escribo porque es inútil tratar de hablar con vos cuando te ponés como
anoche, directamente no escuchás nada de lo que te digo y seguís
pensando lo que a vos se te ocurre y, lo que es peor, sin ningún
fundamento real. A lo mejor si te lo escribo podés tratar de razonar
serenamente y dejarte de hacerme esas escenas de celos, tan
desagradables e injustas. No soy la culpable de tus celos, es algo que
tenés que corregir.
No puede ser que porque llego tarde del trabajo me vengas con todo tipo de
preguntas y ridículas insinuaciones, desconfiando de todo lo que te
digo, enojándote y hasta levantando la voz para finalmente decirme
directamente que pensás que estuve haciéndolo con mi jefe porque tenía
el pelo desarreglado, la pollera arrugada, la media corrida o un botón
del escote roto. Peor, porque ya te había avisado que podía suceder que
llegara tarde, porque mi jefe tenía que entregar sí o sí el proyecto de
Brasil y necesitaba explicarme con detenimiento el nuevo diseño para
que yo pudiera incorporar su maravillosa idea en profundidad.
Sabés perfectamente lo importante que es para mí la posibilidad de
desarrollarme en esta gran empresa, más ahora que conseguí pasar a al
sector de mi profesión, después de tanto estudio y esfuerzo. Tampoco me
podés negar que para hacer posible mis sueños necesito trabajar la
relación con Marcelo mi nuevo jefe y aprovechar cada oportunidad para
mostrar mis condiciones y ser apreciada entre tanta competencia que hay
allí, especialmente la tarada esa de Silvina con sus minifaldas
escandalosas.
No puedo entender cómo se te ocurre pensar que sólo me interesaba
acercarme a él por lo atractivo que es o por la fama de buen amante que
tiene, cosas que yo misma te había contado con toda inocencia porque
creía que estaba más que claro qué clase de mujer soy. Desde ya te digo
que no pienso ocultarte nada ni mentirte, no tengo por qué hacerlo,
tenés que confiar más en mí, me lo merezco.
Así que te vuelvo a pedir que vayas acostumbrándote a la idea mi amor
porque este tipo de cosas va a seguir sucediendo, es más, si todo va
bien con el proyecto es muy probable que la semana que viene tenga que
viajar con mi jefe a Brasil para hacer la presentación final. Por
supuesto que voy a extrañarte mi vida pero como bien sabés se trata de
un proyecto muy importante para mí y, si se confirma lo del viaje,
significa que Marcelo realmente me valora y eso como te imaginarás- me
resulta muy gratificante.
En resumen, llegué tarde porque tuve mucha actividad en la oficina y si me
viste un poco desarreglada es precisamente por el apuro en volver a
casa lo más temprano posible. Lo de la media corrida, como te dije, fue
por el movimiento brusco al salir apurada del taxi que hizo que se
corriera la media al zafar del portaligas.
Y hablando de eso, resulta que todo lo que te digo lo tomás a mal y
entonces inmediatamente me saliste con que era una barbaridad que usara
portaligas para ir a la oficina, que es una prenda que solamente se usa
para seducir, que no es verdad que no se vea porque el tajo de la
pollera permite ver lo que llevo puesto cuando estoy sentada, que si
cruzo las piernas se me ve todo, que la pollera es medio transparente y
se marca lo que llevo puesto debajo y cosas por el estilo. Lo mismo con
eso de que el corpiño que llevaba puesto me levanta los senos y hace
que se me noten los pezones. No es posible que pretendas controlar qué
me pongo para ir a trabajar o a cualquier otro lado.
Me encanta usar portaligas y lencería sexy, me hacen sentir bien,
deseable, que es lo que toda mujer quiere y yo siempre te digo la
verdad mi cielo. Por otro lado alguna vez pasaste de sorpresa a
buscarme a la salida del trabajo con la intención de un encuentro
romántico y yo quiero estar linda para vos, mi amor.
Te repito que el botón de la blusa no era nada más que eso, mala suerte
que era justo el tercero y dejaba ver demasiado, pero obviamente que no
tenía modo de arreglarlo hasta llegar a casa y bastante sufrí para
tratar de tapar un poco cada vez que tenía que inclinarme en el
escritorio frente al jefe. Además no se si fue tan mala suerte porque,
como te dije, noté que Marcelo miraba justo ahí y quizás eso ayudó a
que pasara por alto algún error que cometí en las planillas, que a mi
me pareció grave pero él lo tomó de lo más bien e inclusive me sonrió
más de la cuenta.
Además ya te dije mil veces que Marcelo es siempre amoroso conmigo y no
solamente cuando se me rompe el botón de la blusa. Desde el
principio, como bien sabés, me dedicó una atención especial y me
estimuló para que le mostrara lo mío y por lo tanto no puedo menos que
retribuirle estando abierta para acompañarlo cuando el tema se pone tan
candente, como ayer, aunque sea después de hora cuando todos ya se
fueron.
Por supuesto que la seducción es un instrumento muy eficaz para llamar la
atención y ser reconocida en un trabajo. Vos mismo le llevás regalos a
tu secretaria, no tiene nada que ver que no sea linda, lo hacés para
seducirla y que se sienta bien trabajando para vos ¿verdad? Acordate
que vos mismo me contaste lo amable que tratás de ser con tu jefe en
cada oportunidad que se presenta y siempre me decís lo importante que
resulta caer bien. Acordate cuando lo trajiste a cenar a casa y me
pediste que me vistiera elegante, que fuera simpática con él y lo
colmaste de atenciones. Eso también es un tipo de seducción y funcionó
de maravillas.
Acordate lo bien que la pasó tu jefe. Realmente estaba fascinado con la
cena y la música suave que elegiste para la ocasión, al punto que se
quedó bailando conmigo hasta tan tarde que en un momento casi te
quedaste dormido en el sillón del living. ¡Cómo nos reímos de tu cara
de angelito! Y ¿Qué fue lo que pasó a las pocas semanas? Pasó que te
dieron la gerencia con ese sueldo fabuloso que ahora aprovechamos, cosa
que yo estaba segura que iba a ocurrir y te lo dije al día siguiente
¿te acordás? La verdad, maridito mío, es que desplegaste toda tu
seducción y tu jefe se sintió halagado con tu hospitalidad. ¿Entonces?
¿Es que si lo hacés vos está bien y si lo hago yo no?
Además te pedí mil disculpas por llegar tan tarde, porque odio hacerte
esperar mi amor. Pero vos mismo finalmente coincidiste en que era un
momento importante en la oficina, Marcelo me necesitaba, fijate que
estuvo tan excitado toda la tarde y apurado por terminar conmigo el
proyecto que en un momento pensé que algo podía salir mal.
Afortunadamente pude contenerlo, me acerqué y mirándolo a los ojos
desde mi posición de nivel inferior, recorrí su ansiedad y sin decir
grandes palabras le dí confianza en que su deseo podía concretarse,
porque yo también estaba saboreando la delicia del momento y el lo
comprendió. Entonces me sonrió, se serenó y tomó su tiempo para
enseñarme todo. Luego, con delicadeza puso manos a la obra para obtener
lo mejor de mí (de la cabeza a los pies, podría decirse), me transmitió
la misma pasión que él sentía por el proyecto, se entregó a mí con
energía y finalmente acabamos juntos la tarea. Fue un momento glorioso,
mi jefecito descargó toda su adrenalina y me llenó de satisfacción. La
verdad es que se me eriza la piel al recordarlo.
Tendrías que compartir mi alegría. Acordate que vos mismo reconociste que
el resultado había sido fabuloso para mi carrera, que mi tacto y
dedicación valieron la pena; que lo del posible viaje demuestra que mi
jefe me tiene presente. Te aseguro que a partir de lo de ayer va a
pensar todavía mucho más en mí y no tengo dudas de que me quiere con él
en Brasil. Por mi parte, no puedo sino sentirme halagada al ser
apreciada en mi profesión por un hombre tan brillante y prometedor.
Además Marcelo puede tener a la mujer que quiera, todas mueren por él y
se lo demuestran constantemente, si me elige a mí no será solamente por
mi lindo cuerpo y mi carita de muñeca ¿verdad?
Tenés que comprender que mi jefe tiene la más contundente y palpitante
virtud para penetrar mis limitaciones y darme la más increíble
sensación de superación personal que nunca imaginé posible. Fue tan
generoso que disfrutó a la par mía y en seguida quiso ofrecerme más,
pero yo me negué porque me proponía un giro en una dirección que es
nueva para mí. Con respecto a los textos, Marcelo quiso introducirse en
mi análisis y ampliarlo (porque es verdad que es estrecho), pero me dio
miedo permitirlo porque podía ser dolorosa para mi autoestima esa
dilatación en un aspecto que siempre cuidé tanto. Por supuesto que él
insistió y realmente estuvo a punto de convencerme con sus promesas en
el sentido de que la experiencia no me causaría ningún trastorno sino
todo lo contrario, pero ya se había hecho un poco tarde y vos me
estabas esperando. Le prometí intentarlo en otra ocasión. Sé que tengo
que poner todo para no malograr lo que conseguí, pero todavía tengo
algunas dudas. Por eso, en lugar de hacerme sentir culpable tendrías
que compartir mi dicha y ayudarme a liberar todo mi potencial ¿no te
parece?
Te aclaro que Marcelo está en todos los detalles y cuida mucho su
apariencia y la de sus colaboradores, es super profesional. Por eso
valora también mi elegancia y discreción en la vestimenta. Fijate que
estaba tan complacido que me dijo que para la reunión en San Pablo me
quería vestida exactamente igual que como estaba en ese momento, con el
mismo bleizer, la misma blusa, la misma pollera y los mismos stilettos.
También me pidió por cábala que usara la misma ropa interior, qué
loco!
No se cómo se dio cuenta, pero se refirió concretamente a mi corpiño de
encaje, adivinó que llevaba la tanguita y el portaligas de puntilla
haciendo juego y también ponderó las medias transparentes con costura
que destacan tan bien mis piernas (otras medias nuevas claro, porque
acordate que una se arruinó en el taxi, jajaja). O sea que lo de Brasil
es casi un hecho y quizás te lo tengo que agradecer en parte a vos, mi
amor, que con tu celosa obsesión no conseguiste sino hacer que
estuviera yo permanentemente pensando en mi apariencia, en el efecto
que podía causar en mi jefe y en lo que él deseaba de mí, potenciando
todo lo que ocurrió después, tal cual se concretó maravillosamente
anoche ¿viste?
Por eso gordi, te lo repito por infinita vez y realmente espero que sea la
última, porque ya estoy más que cansada de soportar tus ridículas
sospechas. Cuando no es por el jefe, es por el chico ese del gimnasio
que siempre me ayuda a perfeccionar mis movimientos, o por el profesor
del curso de computación que una noche lo viste cuando me trajo hasta
casa en el auto (¡qué amable!). Ni qué hablar del escandalete por el
vecino del edificio de al lado que siempre me espía por la ventana de
la cocina que da a nuestro dormitorio. Verdaderamente a veces me hacés
dudar si hago bien en contarte las cosas, pero es mi forma de ser y
adoro sentirte presente en cada momento, aunque después tenga que
soportar tus palabras hirientes.
Fue el colmo cuando el mes pasado juraste que era yo la mujer que viste en
la cocina de al lado mientras el vecino, parado detrás, la hacía gritar
de placer. No era mi voz! Yo estaba en el supermercado haciendo las
compras de la semana, como todos los domingos. ¿Cómo es posible que
imagines algo tan humillante de mí? Además reconociste que nunca le
pudiste ver la cara a la mujer esa. Tampoco es posible que te
justifiques porque ella llevaba puestas las mismas medias negras de red
y el mismo corset rojo con voladitos de tul que casualmente yo usaba
ese día. Cuando te ponés así, me tratás como si yo fuera una ninfómana
que se acuesta con cualquier hombre que se le cruza por el camino. Eso
es muy triste, además de injusto.
Y resulta que desde entonces estás como enviciado y te la pasás espiando
al vecino todos los domingos, haciendo precisamente lo mismo que vos le
criticás. Y todos los domingos me venís con la misma historia... como
el otro día que decís que la atenazó desde atrás, siempre de parados,
ella mirando hacia acá con las manos apoyadas contra el marco de la
ventana, con el vestidito beige subido hasta los hombros, sin corpiño y
con la vedettina por las rodillas. Todas tenemos un vestido beige y
alguna ropita interior con flecos y lentejuelas, mi amor. Mirá si voy a
hacer algo así sabiendo que vos estás enloquecido mirando, es absurdo
mi cielo! Además no creo que pudieras ver algo aunque la ventana esté
tan cerca, porque se interpone la mesita con el macetero de helechos
que colocó justo ahí y siempre tiene alguna toalla colgada. Vos mismo
dijiste que esa mujer se movía frenéticamente al compás y sabés
perfectamente que ese no es mi estilo, no te pueden quedar dudas.
Tenés que tranquilizarte mi vida. Ese vecino puede tenerme muchas ganas,
de hecho el otro día me estuvo siguiendo y se metió atrás mío en el
subte que estaba repleto, te imaginarás. Pero ya te dije que lo del
subte es cosa de todos los días, que hay muchísimos hombres que me
tienen ganas y que me la paso rechazando invitaciones, inclusive
algunas provienen de hombres casi tan atractivos y poderosos como mi
jefe. Acordate lo que pasó en la galería de arte con ese jóven actor
tan conocido, yo no lo provoqué, vos estabas a mi lado. Entonces, nada
de eso no te puede sorprender ni preocupar mi amor.
Vos me elegiste a mí para ser tu esposa tal como soy, pese a que desde que
nos conocimos en la facultad yo estaba siempre rodeada de los chicos
más lindos que revoloteaban alrededor tratando de llevarme a la cama,
pero igual me pediste matrimonio y me juraste que no eras celoso. Ahora
me estaba acordando del atrevido de Manuel, que cuando nos juntábamos
los tres para estudiar no hacía otra cosa que estar pendiente de mí y
no se perdía oportunidad de tomarme de la mano o la cintura para ir acá
o allá, e inclusive rozarme disimuladamente por debajo del escritorio
¿te acordás que te conté? Qué tonto era, no se daba por vencido nunca,
me hacía reir. Y vos super concentrado en los libros, siempre serio y
responsable, por eso te quiero tanto amor. En cambio Manuel nunca se
recibió y ahora trabaja de auxiliar en una empresita de segunda que nos
provee algún material para las presentaciones.
En este punto me parece que tenés que hacer un esfuerzo para superar tus
celos enfermizos y dejar de pensar tan mal de mí. Fue horrible lo del
sábado pasado cuando te apareciste en el cumpleaños de Claudia. Todas
mis amigas se dieron cuenta de que me estabas controlando. ¡Qué papelón
me hiciste pasar!
Ya ni siquiera me llevás al cine, que tanto me gusta, y todo desde aquel
ataque que te dio cuando te imaginaste que el hombre de al lado me
estaba acariciando entre las piernas. Era obvio que la pollera se me
había subido un poco por la cartera y el tapado que había puesto sobre
la falda ¿dónde si no? Lo más indignante fue cuando ahí mismo me
metiste la mano para comprobar que estaba toda mojadita. Tuve que
taparte la boca para que no hicieras un escándalo y poder explicarte
que mi estado de excitación respondía solamente a esas escenas
románticas de la película. Película que por otra parte vos mismo
elegiste porque actuaba mi galán favorito, ese que te ahorraba el
trabajo de ponerme a punto para tus planes.
Logré calmarte, pero fue sólo un espejismo ya que a los pocos minutos me
saliste con otro disparate, cuando notaste que el muchacho estaba
completamente pegado a mí y vos creías que yo lo estaba acariciando por
debajo del pantalón. ¡Qué imaginación retorcida tenés! Los hombres
también pueden excitarse con una película y era obvio que eso pasó con
el de al lado, que estaba como el Everest. Pero vos te enloqueciste y
me sacaste del cine, dejándome con las ganas. Lo pagaste y, por más que
te disculpaste y suplicaste, no obtuviste nada de mí esa noche.
Igualmente creo que todavía no te lo perdoné del todo.
Además, realmente no te entiendo. No entiendo por qué después de cada
ataque de celos, cuando ya no escuchás razones, cuando te ponés furioso
y parece que vas pegarme o algo así, de improviso te venís encima
completamente excitado y me querés hacer el amor. Veo que eso viene
pasando de un tiempo a esta parte y se repitió anoche cuando intentaste
toquetearme al mismo tiempo que continuabas con tus absurdos reproches
por el tema de mi jefe. ¿Qué es lo que te pasa mi amor? Decidite mi
vida: ¿me querés o desconfiás de mi?
Por supuesto que no puedo yo tener ganas de que me toques si hasta hace un
minuto me estuviste insultando y denigrando, cosa que ahora ocurre casi
todos los días. Te repito que yo estaba muy enojada y muy cansada como
para sentir deseos de estar con vos y por eso me di media vuelta y me
fui a dormir después de un día tan duro y excitante en la oficina. La
verdad es que yo tampoco podía entender la causa de esa repentina
erección tuya, tan fuerte además que parecía que el pantalón te iba a
reventar. Eso fue muy incomprensible y desagradable para mí, por eso te
grité que me dejaras en paz cuando te acostaste al lado mío.
Pero lo peor, y te lo tengo que decir aunque te avergüences, es que me di
cuenta perfectamente de lo que estuviste haciendo bajo las sábanas.
Prefiero tomarlo como que finalmente decidiste comprender mi negativa y
empezar a respetar mis puntos de vista. Y por eso te perdono, por esta
vez, pero ni se te ocurra volver a ensuciarme así mientras duermo.
Espero que esta carta te sirva para reflexionar. Quizás leyéndola
finalmente puedas entender que aunque tantos hombres atractivos se
fijen en mí- soy incapaz de mentirte y que lo mejor para los dos sería
que pudieras ser más comprensivo y, en lugar de enojarte, ponerte
contento si estoy feliz, por ejemplo, ante la posibilidad de acompañar
a mi jefe en el viaje a Brasil y gozar, por qué no, la experiencia de
asistirlo y conocernos mejor.
No te dejes confundir por los celos y quereme cada vez más, amor.
Un beso esperanzado de,
tu incomprendida mujer.
PD 1: Llegué recién, vi esta carta que te había dejado esta mañana en tu
mesa de luz y me pareció buena idea chequear si este mensaje tan
importante estaba perfecto o si hacía falta alguna corrección antes de
que lo vieras. Al leerla se me vino a la mente una idea y al instante
me di cuenta de muchas cosas amorcito. Tenías algo de razón y yo quiero
rectificarme porque sólo sos un chiquito travieso ¿ya lo descubriste?
Desde luego que estás perdonado por lo que sin duda vas a seguir
haciendo todos los días pensando en mi felicidad. Ahora entiendo que
podemos superar nuestras estúpidas represiones y llegar a una perfecta
armonía. Ya no tenés que avergonzarte de nada mi dulce adolescente,
espero que disfrutes mucho vos también y que nunca cambies.
PD 2: Acabo de recibir una invitación de mi jefe para ir a cenar y luego a
bailar, que esta vez acepté porque ahora sé que no te vas a enojar ni
un poquito. Lo pensé y estoy lista para abrirme completamente con
Marcelo aunque se me desgarre alguna inhibición, porque es mucho lo que
tiene para brindarme ¿sabés bebé? Yo también lo deseo y estoy ansiosa
por conocer esa sensación de plenitud interior. Te dejé en el horno tu
comida favorita. Si es que vuelvo esta noche va a ser muy tarde. Mañana
si querés te cuento. Dulces sueños corazoncito mío.
Un besito cariñoso de,
una feliz mujer.
Email.
|