Indudable...
estaban acabando... los gritos de mi esposa, los gemidos de é... Me la
imagino empalada con esa pija, aprieto mis manos contra la puerta del
dormitorio, crispo mis dedos... Deseo verlos...
El corazón parece que me va a salir
por la boca. Silencio, interminables minutos de silencio... Una voz
firme, es Guillermo, me dice :
- "¡Podes entrar!".
Entro al dormitorio, en
penumbras, enciendo la luz, estoy temblando... Mi esposa con el rostro
desencajado, la boca abierta, los ojos como dados vueltas, transpirada,
boca arriba en la cama, y él a su lado sonriente.
Me mira, se incorpora y le
apoya la pija en la boca. Aun chorrea leche. Mi esposa apenas si tiene
fuerzas para succionar, las gotas le caen en los dientes y en los
labios... Le refriega la pija por los ojos, la cara, la nariz... La
carita de mi mujer queda embadurnada de leche.
- "Acércate, tu esposa te
quiere decir algo", me dice Guillermo, y sonríe en forma sarcástica.
- "Dale Mabel, decíselo...".
Y mi amada esposa, con una
carita de degenerada que yo jamás en tantos años de matrimonio le había
conocido, me dice :
- "Límpiame la conchita amor,
con la lengua, quiero que me laves con tu boca y así te tragas mis
juguitos y sentís lo abierta que me la dejó".
Empiezo a lamer su concha,
está terriblemente dilatada y ensanchada, como inflamada y con
borbotones de leche que salen de su concha y mojan sus piernas. Con
desesperación y a punto de acabar, ella dice :
- "Seguí, seguí amor, trágate
la lechita de mi macho, límpiame bien, ¿viste que abierta que me la
dejó?... Ahora bésame, y siente el gusto a pija que tengo en la boca,
es la pija de mi macho.
La beso como nunca, es
indescriptible la sensación, en mi boca siento el gusto de los juguitos
de mi mujer y el sabor a la leche de Guillermo.
Él la ayuda a levantarse, la
abraza y entran al baño. Me llaman, abro la puerta del baño.
- "Ven, pasa, quiero que veas
como tu mujer me lava la pija y me la sostiene mientras yo meo".
Y así los veo, él orinando y
ella tomando la pija con su mano. Los dos me miran y sonríen. Ya no doy
más, me viene, me viene... Me tapo el pene con la mano y acabo ahí
parado en la puerta del baño, viendo como mi esposa le lava la pija a
Guillermo.
A pedido de ellos, bajo hasta
la cocina y subo con una bandeja con sándwiches de miga y gaseosas.
Golpeo antes de entrar al dormitorio, entro. Están abrazados besándose.
Me dicen :
- "¡A tu lugar!".
Cierro la puerta, salgo y me
siento en un sillón pequeño a 1 metro de la puerta, como vorazmente,
tengo sed y apetito. Escucho risas y arrumacos, me preguntan :
- "¿Qué se siente al ser
cornudo?".
- "Soy feliz de serlo",
respondo.
Ríen y juegan entre ellos.
Deben haber pasado dos o tres
horas, calculo, pues me quedé semidormido. Me despierta la voz de
Guillermo :
- "¡Cornuditooooooooo, podes
entrar!".
Ahí los veo, mi esposa boca
abajo, las piernas abiertas, él con una erección, que realmente me
asusta. No puedo quitar mis ojos de ese pedazo, grueso, largo, venoso,
un poco encorvado en la punta. El grosor del tronco es espeluznante...
un verdadero animal, pienso para mi.
- "Ve al baño, en el botiquín
verás un bote de vaselina, tráelo".
Cumplo la orden de Guillermo
velózmente.
- "Te imaginarás lo que
viene, ¿no?. Ponle vaselina en el culo a tu mujer , prepáramela bien,
dilátala con tus deditos...
- "¿Qué se siente estar
preparando el culo de tu esposa para entregárselo a otro hombre?".
- "Placer Guille, placer",
respondo con un hilo de voz.
Apoya la pija en el ano de mi
esposa, ya bien dilatadito y lubricado, coloca una almohada debajo de
ella, presiona un poco y le mete la punta. Habrá entrado la cabeza y un
poco más. Se queda quieto, mi mujer se tensa y exhala un gemido.
- "Bueno, ahora escúchenme
bien los dos : Mabel, yo no te voy a follar el culo, no... lo que voy a
hacer es romperte el culo, ¿entiendes?, lisa, llana y literalmente,
romperte el culo, sin piedad, aunque grites y me supliques que te la
saque, aunque llores y pidas por tu madre que la saque, que te lastima,
que te arde, aunque me putees y grites de dolor no te la voy a sacar,
¿entiendes?. Te la voy a sacar cuando pase media hora despues de haber
acabado, ¿entendiste bien?".
- "Si, mi amor", responde mi
esposa mientras él traba los brazos de mi mujer con los suyos.
Sus manos quedan cruzadas sobre la nuca de ella, las piernas bien
abiertas, el culo bien levantado y con la cabeza y unos centímetros más
de ese semejante pedazo adentro. Le susurra al oído :
- "Afloja el cuerpo,
relájate, tu esfínter se está acostumbrando al tamaño de mi pija,
resígnate, no tenés escapatoria mi putita... Y vos, cornudito, ¡a tu
lugar, detrás de la puerta!, ahora vas a escuchar como otro macho le
rompe el culo a tu mujer".
Salgo presuroso de la
habitación y me acomodo en mi lugar, pegado a la puerta y
masturbándome, escucho que él dice :
- "Mabel, dilo fuerte para
que escuche tu marido...".
- "¡Siiiiiiii, Guillermo,
quiero que me rompas el culo!".
- "¡Pedímelo por favor,
putita!".
- "¡Por favor Guille, rómpeme
el culo y que mi marido escuche!".
Un grito desgarrador de mi
esposa casi me paraliza el corazón. Imposible no darse cuenta, lógica
ecuación, todo ese enorme pedazo enterrado hasta el fondo del culito de
mi esposa... Lo demás fue : gritos, alaridos, pedidos de suplica ,
sollozos y llanto de ella, gemidos guturales de él...
Otra vez el silencio, solo se
escuchan la respiración agitada de él y los sollozos entrecortados de
mi esposa. Ya no necesito tocarme o masturbarme para acabar, la leche
directamente se me cae y salpica la puerta del dormitorio.
Deben ser como las 5 de la
mañana, estoy entre dormido y despierto, sentadito en el silloncito, me
sobresalta la llamado de él :
- "Podés entrar, quiero que
veas algo".
Sin quitarme la mirada
Guillermo, empieza a retirarse de arriba de mi mujer, y en forma muy
lenta, muy pero muy lenta, empieza a sacar la pija del culo de mi
esposa. Yo absorto veo como centímetro a centímetro va saliendo ese
bestial pedazo de carne del culo de mi amada esposa, no termina nunca
de salir.
No puedo creer que semejante
cosa haya podido entrar en el culo de Mabel, mi Mabel, mi adorada
esposa... y a tenor de describir fielmente la realidad, aunque sea
chancho, debo decir que la pija de Guille chorreaba leche, caca y
sangre. En la base del tronco de la pija, un anillo de sangrecina
viscosa mezclado con su semen...
- "Ven, acércate, abre con
suavidad las nalgas de tu esposa, quiero que veas como se lo dejé, ¿lo
ves?. Bueno, ahora límpiale el culo a tu esposa con la lengua, suave,
suave, cornudito, que le quedó sensibilizado".
El culo de mi mujer, ese culo
que era solo mío, ahora es una especie de flor abierta, por la super
dilatación de los esfínteres, el orificio anal es ahora una especie de
hueco oscuro, abierto, como de 5 cms de diámetro, como si tuviese
hemorroides, como con grietas llenas de sangre y semen que no termina
de salirle de adentro...
Debajo de ella, las sábanas
denotan un manchón de sangre, él la ayuda a incorporarse, van al baño,
dejan la puerta abierta para que yo mire, mientras ella le lava la pija
con agua tibia, casi no puede caminar.
- "¿Estás bien?" , pregunto.
Me abraza, me besa y me
susurra al oído :
- "¿Te gusta que otro macho
le haya roto el culo a tu mujer?, ¿te gusta como te estoy haciendo
cornudo?, ¿te gusta que sea la puta de otro?... Estoy cumpliendo el
sueño de toda mujer, tener una pija así , que te cojan bien y encima
con permiso de tu marido, sin necesidad de esconderse, y además verte
como gozas mientras te hago cornudo. ¿Qué más puedo pedirle a la vida,
mi amor?".
Se acuestan abrazados, apagan
la luz y otra vez la orden del macho de mi esposa :
- "Puedes ir a descansar,
nosotros vamos a dormir hasta el mediodía, tu prepara el almuerzo y nos
despiertas cuando la mesa esté servida, ¿entiendes cornudito?".
Preparo asado al horno, pongo
la mesa, los despierto, bajan alegres y abrazados, nos saludamos con un
beso, charlamos cordialmente, ella come sentada en las faldas de él, yo
en otra punta de la mesa, los atiendo, les sirvo las copas, y acordamos
salir, (luego de que yo termine de lavar los platos y limpiar la
cocina) de compras y de paso a conocer la ciudad los tres.
Vamos en el auto de él, mi
esposa adelante con él, yo en el asiento de atrás, mirando como se
besan y abrazan y ríen juntos. Estacionamos y comenzamos a caminar por
el centro comercial de la ciudad. Ellos caminan adelante mío, abrazados
y haciéndose mimos, yo unos 3 metros detrás de ellos. La orden de
Guillermo fue esa, que yo debo ir detrás viendo como él pasea del brazo
con mi mujer.
Entramos a algunos comercios,
mi esposa compra zapatos y carteras, él le regala algunos souvenirs o
recuerdos de la ciudad, se besan, se abrazan, hasta que ingresamos a un
local de lencería. Me llaman, y una vez los tres en el interior, él le
dice a una de las empleadas :
- "Buscamos ropa interior
para ella, que es la esposa de él, (señalándome). Las va elegir él, que
es el marido, pero para que las use conmigo".
La empleada sonríe, no
entiende mucho lo que sucede, pero se aboca a ofertar las prendas. Yo
elijo el color y el diseño de bombachas y corpiños, la empleada los
envuelve, y a todo esto, Guille dice :
- "Chicas , acérquense,
(dirigiéndose a las empleadas), él es el esposo de ella y esta
eligiendo la ropa interior que su esposa usará conmigo, porque es un
maridito complaciente que le permite a su esposa todos sus
caprichitos".
Las empleadas sonríen y,
hasta ese momento, lo toman como una broma extraña de turistas, hasta
que, con voz firme, Guille me dice :
- "Elígeme ropa interior a
mí, algunos boxer o slips, para que yo los use con tu esposa".
La chica, ya más seria, me
muestra algunos, elijo y se cierra la compra.
Al salir del local, ellos
abrazados y yo atrás, todas las miradas se clavaban en nosotros, las
empleadas, los dueños y las clientas.
Ya de regreso, me dice
Guillermo :
- "Tendrás que ir
acostumbrándote a ser un cornudo, es tu destino, lo que vos elegiste, y
que todo el mundo sepa que entregas a tu mujer para que se la coja
otro, ¿entendiste?. Aunque, a decir verdad, tú ya no tienes esposa,
ahora tu esposa es mi mujer, es mi puta, tú solo eres un cornudo
sumiso, complaciente... Cuando lleguemos a casa, vamos a hablar más
claramente de eso, ¿entendiste cornudito?".
Y les aseguro, que jamás
podría imaginarme lo que vendría despues, estaba en el prologo de lo
que sería mi condición de cornudo, no solamente por convicción u
obligación, sino ya de cornudo con todas las letras, legal y
jurídicamente hablando...