.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "Un beso con gusto a semen (4)".

 

 Indudable... estaban acabando... los gritos de mi esposa, los gemidos de é... Me la imagino empalada con esa pija, aprieto mis manos contra la puerta del dormitorio, crispo mis dedos... Deseo verlos...

 El corazón parece que me va a salir por la boca. Silencio, interminables minutos de silencio... Una voz firme, es Guillermo, me dice :

 - "¡Podes entrar!".

 Entro al dormitorio, en penumbras, enciendo la luz, estoy temblando... Mi esposa con el rostro desencajado, la boca abierta, los ojos como dados vueltas, transpirada, boca arriba en la cama, y él a su lado sonriente.

 Me mira, se incorpora y le apoya la pija en la boca. Aun chorrea leche. Mi esposa apenas si tiene fuerzas para succionar, las gotas le caen en los dientes y en los labios... Le refriega la pija por los ojos, la cara, la nariz... La carita de mi mujer queda embadurnada de leche.

  - "Acércate, tu esposa te quiere decir algo", me dice Guillermo, y sonríe en forma sarcástica.

 - "Dale Mabel, decíselo...".

 Y mi amada esposa, con una carita de degenerada que yo jamás en tantos años de matrimonio le había conocido, me dice :

 - "Límpiame la conchita amor, con la lengua, quiero que me laves con tu boca y así te tragas mis juguitos y sentís lo abierta que me la dejó".

 Empiezo a lamer su concha, está terriblemente dilatada y ensanchada, como inflamada y con borbotones de leche que salen de su concha y mojan sus piernas. Con desesperación y a punto de acabar, ella dice :

 - "Seguí, seguí amor, trágate la lechita de mi macho, límpiame bien, ¿viste que abierta que me la dejó?... Ahora bésame, y siente el gusto a pija que tengo en la boca, es la pija de mi macho.

 La beso como nunca, es indescriptible la sensación, en mi boca siento el gusto de los juguitos de mi mujer y el sabor a la leche de Guillermo.

 Él la ayuda a levantarse, la abraza y entran al baño. Me llaman, abro la puerta del baño.

 - "Ven, pasa, quiero que veas como tu mujer me lava la pija y me la sostiene mientras yo meo".

 Y así los veo, él orinando y ella tomando la pija con su mano. Los dos me miran y sonríen. Ya no doy más, me viene, me viene... Me tapo el pene con la mano y acabo ahí parado en la puerta del baño, viendo como mi esposa le lava la pija a Guillermo.

 A pedido de ellos, bajo hasta la cocina y subo con una bandeja con sándwiches de miga y gaseosas. Golpeo antes de entrar al dormitorio, entro. Están abrazados besándose. Me dicen :

 - "¡A tu lugar!".

 Cierro la puerta, salgo y me siento en un sillón pequeño a 1 metro de la puerta, como vorazmente, tengo sed y apetito. Escucho risas y arrumacos, me preguntan :

 - "¿Qué se siente al ser cornudo?".

 - "Soy feliz de serlo", respondo.

 Ríen y juegan entre ellos.

 Deben haber pasado dos o tres horas, calculo, pues me quedé semidormido. Me despierta la voz de Guillermo :

 - "¡Cornuditooooooooo, podes entrar!".

 Ahí los veo, mi esposa boca abajo, las piernas abiertas, él con una erección, que realmente me asusta. No puedo quitar mis ojos de ese pedazo, grueso, largo, venoso, un poco encorvado en la punta. El grosor del tronco es espeluznante... un verdadero animal, pienso para mi.

 - "Ve al baño, en el botiquín verás un bote de vaselina, tráelo".

 Cumplo la orden de Guillermo velózmente.

 - "Te imaginarás lo que viene, ¿no?. Ponle vaselina en el culo a tu mujer , prepáramela bien, dilátala con tus deditos...

 - "¿Qué se siente estar preparando el culo de tu esposa para entregárselo a otro hombre?".

 - "Placer Guille, placer", respondo con un hilo de voz.

 Apoya la pija en el ano de mi esposa, ya bien dilatadito y lubricado, coloca una almohada debajo de ella, presiona un poco y le mete la punta. Habrá entrado la cabeza y un poco más. Se queda quieto, mi mujer se tensa y exhala un gemido.

 - "Bueno, ahora escúchenme bien los dos : Mabel, yo no te voy a follar el culo, no... lo que voy a hacer es romperte el culo, ¿entiendes?, lisa, llana y literalmente, romperte el culo, sin piedad, aunque grites y me supliques que te la saque, aunque llores y pidas por tu madre que la saque, que te lastima, que te arde, aunque me putees y grites de dolor no te la voy a sacar, ¿entiendes?. Te la voy a sacar cuando pase media hora despues de haber acabado, ¿entendiste bien?".

 - "Si, mi amor", responde mi esposa mientras él traba los brazos de mi mujer con los suyos.  Sus manos quedan cruzadas sobre la nuca de ella, las piernas bien abiertas, el culo bien levantado y con la cabeza y unos centímetros más de ese semejante pedazo adentro. Le susurra al oído :

 - "Afloja el cuerpo, relájate, tu esfínter se está acostumbrando al tamaño de mi pija, resígnate, no tenés escapatoria mi putita... Y vos, cornudito, ¡a tu lugar, detrás de la puerta!, ahora vas a escuchar como otro macho le rompe el culo a tu mujer".

 Salgo presuroso de la habitación y me acomodo en mi lugar, pegado a la puerta y masturbándome, escucho que él dice :

 - "Mabel, dilo fuerte para que escuche tu marido...".

 - "¡Siiiiiiii, Guillermo, quiero que me rompas el culo!".

 - "¡Pedímelo por favor, putita!".

 - "¡Por favor Guille, rómpeme el culo y que mi marido escuche!".

 Un grito desgarrador de mi esposa casi me paraliza el corazón. Imposible no darse cuenta, lógica ecuación, todo ese enorme pedazo enterrado hasta el fondo del culito de mi esposa... Lo demás fue : gritos, alaridos, pedidos de suplica , sollozos y llanto de ella, gemidos guturales de él...

 Otra vez el silencio, solo se escuchan la respiración agitada de él y los sollozos entrecortados de mi esposa. Ya no necesito tocarme o masturbarme para acabar, la leche directamente se me cae y salpica la puerta del dormitorio.

 Deben ser como las 5 de la mañana, estoy entre dormido y despierto, sentadito en el silloncito, me sobresalta la llamado de él :

 - "Podés entrar, quiero que veas algo".

 Sin quitarme la mirada Guillermo, empieza a retirarse de arriba de mi mujer, y en forma muy lenta, muy pero muy lenta, empieza a sacar la pija del culo de mi esposa. Yo absorto veo como centímetro a centímetro va saliendo ese bestial pedazo de carne del culo de mi amada esposa, no termina nunca de salir.

 No puedo creer que semejante cosa haya podido entrar en el culo de Mabel, mi Mabel, mi adorada esposa... y a tenor de describir fielmente la realidad, aunque sea chancho, debo decir que la pija de Guille chorreaba leche, caca y sangre. En la base del tronco de la pija, un anillo de sangrecina viscosa mezclado con su semen...

 - "Ven, acércate, abre con suavidad las nalgas de tu esposa, quiero que veas como se lo dejé, ¿lo ves?. Bueno, ahora límpiale el culo a tu esposa con la lengua, suave, suave, cornudito, que le quedó sensibilizado".

 El culo de mi mujer, ese culo que era solo mío, ahora es una especie de flor abierta, por la super dilatación de los esfínteres, el orificio anal es ahora una especie de hueco oscuro, abierto, como de 5 cms de diámetro, como si tuviese hemorroides, como con grietas llenas de sangre y semen que no termina de salirle de adentro...

 Debajo de ella, las sábanas denotan un manchón de sangre, él la ayuda a incorporarse, van al baño, dejan la puerta abierta para que yo mire, mientras ella le lava la pija con agua tibia, casi no puede caminar.

 - "¿Estás bien?" , pregunto.

 Me abraza, me besa y me susurra al oído :

 - "¿Te gusta que otro macho le haya roto el culo a tu mujer?, ¿te gusta como te estoy haciendo cornudo?, ¿te gusta que sea la puta de otro?... Estoy cumpliendo el sueño de toda mujer, tener una pija así , que te cojan bien y encima con permiso de tu marido, sin necesidad de esconderse, y además verte como gozas mientras te hago cornudo. ¿Qué más puedo pedirle a la vida, mi amor?".

 Se acuestan abrazados, apagan la luz y otra vez la orden del macho de mi esposa :

 - "Puedes ir a descansar, nosotros vamos a dormir hasta el mediodía, tu prepara el almuerzo y nos despiertas cuando la mesa esté servida, ¿entiendes cornudito?".

 Preparo asado al horno, pongo la mesa, los despierto, bajan alegres y abrazados, nos saludamos con un beso, charlamos cordialmente, ella come sentada en las faldas de él, yo en otra punta de la mesa, los atiendo, les sirvo las copas, y acordamos salir, (luego de que yo termine de lavar los platos y limpiar la cocina) de compras y de paso a conocer la ciudad los tres.

 Vamos en el auto de él, mi esposa adelante con él, yo en el asiento de atrás, mirando como se besan y abrazan y ríen juntos. Estacionamos y comenzamos a caminar por el centro comercial de la ciudad. Ellos caminan adelante mío, abrazados y haciéndose mimos, yo unos 3 metros detrás de ellos. La orden de Guillermo fue esa, que yo debo ir detrás viendo como él pasea del brazo con mi mujer.

 Entramos a algunos comercios, mi esposa compra zapatos y carteras, él le regala algunos souvenirs o recuerdos de la ciudad, se besan, se abrazan, hasta que ingresamos a un local de lencería. Me llaman, y una vez los tres en el interior, él le dice a una de las empleadas :

 - "Buscamos ropa interior para ella, que es la esposa de él, (señalándome). Las va elegir él, que es el marido, pero para que las use conmigo".

 La empleada sonríe, no entiende mucho lo que sucede, pero se aboca a ofertar las prendas. Yo elijo el color y el diseño de bombachas y corpiños, la empleada los envuelve, y a todo esto, Guille dice :

 - "Chicas , acérquense, (dirigiéndose a las empleadas), él es el esposo de ella y esta eligiendo la ropa interior que su esposa usará conmigo, porque es un maridito complaciente que le permite a su esposa todos sus caprichitos".

 Las empleadas sonríen y, hasta ese momento, lo toman como una broma extraña de turistas, hasta que, con voz firme, Guille me dice :

 - "Elígeme ropa interior a mí, algunos boxer o slips, para que yo los use con tu esposa".

 La chica, ya más seria, me muestra algunos, elijo y se cierra la compra.

 Al salir del local, ellos abrazados y yo atrás, todas las miradas se clavaban en nosotros, las empleadas, los dueños y las clientas.

 Ya de regreso, me dice Guillermo :

 - "Tendrás que ir acostumbrándote a ser un cornudo, es tu destino, lo que vos elegiste, y que todo el mundo sepa que entregas a tu mujer para que se la coja otro, ¿entendiste?. Aunque, a decir verdad, tú ya no tienes esposa, ahora tu esposa es mi mujer, es mi puta, tú solo eres un cornudo sumiso, complaciente... Cuando lleguemos a casa, vamos a hablar más claramente de eso, ¿entendiste cornudito?".

 Y les aseguro, que jamás podría imaginarme lo que vendría despues, estaba en el prologo de lo que sería mi condición de cornudo, no solamente por convicción u obligación, sino ya de cornudo con todas las letras, legal y jurídicamente hablando... 

 

 

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