Mi
mujer y yo nos definimos como una pareja liberal y sexuálmente
abierta a nuevas experiencias. Nos gusta probar cosas nuevas y
llevar a cabo nuestras fantasías siempre que tenemos ocasión.
Incluso no dudamos en incluir terceras personas en nuestros
juegos de cama.
No me importa que mi mujer,
Araya, folle con otro hombre, siempre y cuando yo esté presente.
Lo encuentro muy morboso y excitante. Y lo mejor es cuando a la
tercera persona no le importa que yo tome parte y acabamos
gozando de un fabuloso trío. Y esos tríos son increíbles cuando
no existe ningún límite de por medio y se convierten en
bisexuales.
Algo que nos gusta hacer es poner
anuncios en páginas de contactos contando alguna fantasía. Y lo
hacemos porque de este modo encontramos gente dispuesta a
participar en ella. Así que nuestro método es sencillo: cuando
tenemos una fantasía la compartimos en Internet en forma de
anuncio de contactos. Y gracias a esto hemos conseguido cumplir
alguno de nuestros deseos.
En cierta ocasión Araya me comentó
que quería probar la experiencia de practicar sexo a cambio de
dinero. Las condiciones serían que todo ocurriría en mi
presencia, porque de ese modo disfrutaríamos los dos: ella
follando y yo observando. Y también le sugerí la posibilidad de
que pudiéramos tomar fotos de aquella experiencia.
No lo dudamos y pusimos un anuncio en
espera de candidatos. En los días sucesivos empezamos a recibir
propuestas. Mi mujer estaba encantada de sentirse tan deseada.
Dejé que fuera ella misma la que eligiera a su candidato. Me
encanta que nos escriban emails calientes donde nos cuentan todo
lo que le harían.
Entre todos los que le hicieron
propuestas, Araya encontró a uno que le gustó. Además el chico
estaba dispuesto a viajar a nuestra ciudad. Después de hablar
por teléfono con él acordamos la cita: sería en un hotel de
nuestra ciudad. Yo estaría presente y además al chico no le
importaba que tomara fotos de mi mujer con él. También acordamos
el precio: 400 euros por toda la noche. Él también puso sus
condiciones: quería que mi mujer se vistiera con un vestido de
una pieza, medias, liguero, tanga y zapatos de tacón.
Llego el día de la cita. Era un
sábado por la tarde. Nos citamos primero en un restaurante antes
de ir al hotel. El chico había reservado una mesa en un
rinconcito. Le presenté a mi mujer. Vi cómo la miró de arriba
abajo. Me encantó que esa mirada tan libidinosa: se notaba que
tenia ganas de follarla.
Nos sentamos a la mesa, que era
redonda. Durante la cena observé cómo el chico miraba con puro
deseo a mi mujer. La desnudaba con la mirada. Mientras
esperábamos el segundo plato él dijo:
- "¿De qué color es el tanga que
llevas?".
- "Blanco", dijo mi mujer.
- "¿Lo podría ver?".
Araya se quedó sorprendida por aquella proposición que no se
esperaba.
- "Sólo tienes que levantarte el vestido y yo miraré por debajo
de la mesa", dijo el chico.
Después de aquella explicación acerca de cómo quería que le
mostrara su tanga, ella accedió a seguir el juego.
Más tarde,
cuando estuvimos a solas, ella me confesó que se quedó dudando
al principio con esa propuesta porque pensaba que él quería que
se pusiera de pie y se levantara el vestido a la vista de todos.
Pero que cuando le explicó cómo debía hacerlo, aceptó de buen
grado porque solo la vería él por debajo de la mesa.
Observé cómo ella llevaba sus manos por debajo del mantel y por
los movimientos de sus brazos sabía que se estaba subiendo el
vestido. Luego el chico dijo:
-
"Ahora separa las piernas".
Vi cómo el chico se agachaba y metía su cabeza por debajo de la
mesa. Mientras él contemplaba la escena agachado, Araya y yo nos
miramos.
- "Me gusta el morbo de este chico", le dije a ella, que
me sonrió. Luego el chico se incorporó a la mesa.
- "Me gusta mucho tu tanga. ¿Por qué
no me lo regalas como recuerdo de esta noche?".
- "No tendré inconveniente en dártelo al final de la velada",
dijo mi mujer.
- "¿Y por qué no me lo regalas ahora?.
Quiero oler el coñito que luego me comeré en el hotel".
- "¿Quieres que vaya al baño, me lo quite y te lo dé?".
- "Preferiría que te lo quitaras aquí. Es más morboso".
- "Pero la gente se puede dar cuenta", dijo ella.
- "Nadie se fijará".
De nuevo veía a mi mujer pensativa. Yo también estaba
sorprendido por lo que estaba ocurriendo. Jamás pensé que nos
sucedería esto. De hecho nunca habíamos vivido una situación
igual.
- "Te compro el tanga por 10 euros", dijo él, mientras sacaba del
bolsillo un billete rojo y se lo ofrecía a Araya.
Observé como mi mujer dudó apenas unos instantes. Vi el morbo en
sus ojos de realizar aquello a cambio de dinero. Luego cogió el
billete y dijo:
- "Muy bien, te lo daré".
Seguí sus manos, que volvían por debajo del mantel. Se incorporó
un poco de la silla, lo suficiente para sacar el tanga por
debajo de sus nalgas. No pude evitar inclinarme por debajo de la
mesa para ver cómo se sacaba su ropa interior por los pies.
Luego ella colocó el tanga dentro de su puño cerrado. Yo subí de
nuevo la cabeza y vi cómo le daba el tanga. Después fue el chico
el que se inclino por debajo de la mesa. Cuando se incorporo de
nuevo dijo:
- "Que bien huele tu coñito. Estoy deseando comértelo".
Y se
guardó el tanga en el bolsillo a continuación.
Le cena continuó. Yo notaba cómo nuestro invitado estaba cada
vez más caliente. No dejaba de mirar a mi mujer. Empecé a
imaginarme que estaría empalmado mientras la miraba. Y de
pensarlo el que se empalmó fui yo.
Antes de marcharnos propuso
que le hiciera una foto junto a mi mujer, para guardarla de
recuerdo de aquella cena. Así que ambos arrimaron sus sillas y
se colocaron justo enfrente de mí. Mientras preparaba mi cámara
observé que mi mujer cerraba los ojos. Y supe lo que estaba
ocurriendo porque conozco perfectamente a Araya y sé que pone
esa cara de excitación cuando la meten mano.
El chico aprovechó
su cercanía para poner la mano en sus muslos y más tarde meter
la mano en el coño. Y si hay algo que le pone caliente a mi
mujer es que la toquen de ese modo. Por eso ponía aquella cara
de gusto en esos momentos. Les hice la foto.
-
"¿Por qué no haces una foto por debajo de la mesa, mientras tu
mujer se sube el vestido?", propuso a continuación.
Aquella idea me encanto y decidí llevarla a cabo. Araya se
levantó el vestido. Coloqué mi cámara por debajo de la mesa.
Hice un hueco entre mis piernas y la situé encima de la silla.
De este modo quedaría a la altura perfecta. Hice la foto.
Cuando
subí de nuevo la cámara y observé el resultado me quedé
sorprendido: había en esa algo que no esperaba. A mi mujer se le
veía todo el coño, pero es que, además, el chico había sacado la
polla por la bragueta de su pantalón y también aparecía en la
foto con un enorme empalme. Le mostré la foto a mi mujer y le
encantó.
-
"Ahora la ves en foto pero dentro de unos minutos verás mi
polla al natural y la probarás y sentirás en los tres agujeros
de tu cuerpo", dijo con una sonrisa desafiante.
Tras la cena abandonamos el restaurante en dirección al hotel.
Una vez allí el chico pidió en recepción la llave de la
habitación que había reservado. Subimos. Colocamos el cartel de
no molestar en la puerta y luego cerramos por dentro con la
llave. Nos esperaba una noche muy excitante.
Habíamos acordado que simularíamos en la habitación una
negociación del precio que tendría que pagar por acostarse con
mi mujer. Araya quería experimentar la sensación de sentirse
prostituta por una noche. Así que yo me senté en una silla que
había en la habitación y me limité a escuchar la negociación
entre ellos.
- "Dime preciosa, ¿cuánto pides por
pasar una noche contigo?".
- "Eso depende de lo que quieres que
te haga".
- "Con el cuerpazo que tienes quiero
algo completito".
- "Bueno pues... Una paja con la mano: 30 euros. Mamada, 80
euros. Y un polvo 100 euros. Si quieres mamada y polvo son 200",
dijo mi mujer.
- "¿Follas por el culo?", preguntó él.
- "Si, pero eso tiene un precio
especial".
- "¿Cuánto pides?".
- "200 euros", respondió mi mujer.
- "Quiero follarte por los dos agujeros y que me la
chupes. ¿Cuánto me pides por ello?".
- "400", respondió Araya.
- "Ok", dijo el chico.
Después de esta conversación el chico llevó una de sus manos al
bolsillo del pantalón y sacó su billetera, en la que pudimos ver
un fajo de billetes. Estaba claro que el chico tenía dinero y no
le importaba en absoluto gastarse 400 euros en una noche. Sacó
cuatro billetes verdes y se los dio a mi mujer. Ella los cogió y
los guardó después en su bolso.
Inmediatamente después el chico le hizo un gesto con el dedo a
Araya indicándole que se acercara a él. Entonces, él la cogió
por las caderas y se la acercó más aún. Comenzó a besarle el
cuello mientras ella se abrazaba a él. Después observé cómo
colocaba sus manos en el culo de mi mujer y le estrujaba sus
nalgas.
Yo saqué mi cámara y empecé a hacer fotos. Cuando él se
dio cuenta levantó el vestido de mi mujer. Comenzó a estrujar de
nuevo sus nalgas pero esta vez sin vestido de por medio.
Seguidamente, deslizaba una de sus manos por la raja del culo de
ella. Buscó su ojete y se lo empezó a frotar con el dedo.
Araya
no pudo evitar suspirar profundamente. Entonces, le pidió a mi
mujer que se girara mientras que él se quedaba detrás, pegado
como una lapa. Puso sus manos sobre sus pechos. Se los estrujó
con sus manos, y no tardó mucho en encontrar los abultados
pezones de mi mujer y frotárselos con los dedos por encima de la
tela del vestido. Eso es algo que le excita muchísimo a Araya.
La observé y tenía los ojos cerrados para disfrutar del momento.
Mientras tanto, sus manos recorrían las caderas del chico.
Este estaba muy caliente y lo siguiente que hizo fue meterle la
mano en el coño. Como el vestido le estorbaba un poco introdujo
su mano por debajo del vestido y se lo magreo directamente.
Con
semejante movimiento en el coño Araya no podía evitar echar el
culo para atrás, con lo que lo acercaba al paquete del chico. Yo
estaba seguro de que en aquellos momentos ella estaba sintiendo
aquella polla en sus nalgas, pero por si acaso no era así, él
empezó a restregar su paquete en el culo de ella. Mientras tanto
seguía tomando fotos de todo aquello y tenía un empalme de
impresión.
Después de aquel magreo el chico bajó la cremallera del vestido,
se lo sacó por los hombros y lo dejó caer al suelo. Mi mujer
quedó casi desnuda, solo llevaba puesto el liguero, las medias y
los zapatos. Observé que tenia los pezones en punta y me imagine
que tendría el coño todo mojado. El chico le dijo que se subiera
a la cama. Así que mi mujer se quitó los zapatos y se subió a la
enorme cama que tenia la habitación del hotel.
- "Quiero que te imagines que estás en un sex-shop, dentro de una
de esas camas rodeadas de cabinas con espejos donde los hombres
se meten a pajearse mientras ven a una chica exhibirse desnuda.
Quiero que te exhibas para mí encima de la cama. Y así tu marido
aprovechará para hacerte unas fotos fantásticas", dijo él.
Pensé que aquella idea era genial. Cogí mi cámara y empecé a
fotografiar a mi mujer en multitud de posturas y poses. Ella se
tumbaba boca arriba y se abría de piernas, se masturbaba, se
abría el coño, se ponía de rodillas y se frotaba los pezones. El
chico le sugería toques morbosos como sacar la lengua y
relamerse los labios o meterse el dedo en el coño y chupárselo
después. También se puso a cuatro patas y se abrió el culo, se
acarició el ojete con el dedo, se frotó el coño y se metió de
nuevo los dedos...
Yo estaba como loco haciendo fotos. Durante
la sesión de exhibicionismo encima de la cama mi mujer se
despojó también de los ligueros y las medias según le iba
indicando el chico.
- "Creo que este show que nos está montando tu mujer se merece al
menos una paja, ¿no?", dijo el chico dirigiéndose a mí.
Aquello era justo lo que estaba esperando oír porque tenía la
polla a reventar y me sentía incómodo con semejante presión
dentro del pantalón. Me quité los zapatos, el pantalón y los slips. Por fin mi polla estaba libre. Y no pude evitar darle
unos meneos a mi rabo. Sin embargo, me di cuenta de que el chico
no se había quitado nada de ropa. Yo decidí quitarme también la
parte de arriba y quedarme desnudo.
- "¿Tú no te desnudas también?", preguntó Araya, que también se
había dado cuenta del detalle.
- "Yo me reservo para ti, preciosa.
No he pagado 400 euros para hacerme una paja. ¿O es que tienes
ganas de polla?".
- "Con lo cachonda que estoy... no pienso ahora en otra cosa",
dijo ella.
El chico había estado observando el show de mi mujer sentado en
una silla. Pero después de escuchar aquello se quitó los zapatos
y luego se puso en pie. Se desabrochó el pantalón y se bajó la
cremallera mientras se acercaba a la cama.
- "Ponte a cuatro patas junto al borde de la cama", le dijo a mi
mujer.
Mientras ella se colocaba así, él se quito el pantalón. Yo estaba
deseando de ver la polla que se iba a follar a mi mujer. Luego
se quitó el slip y quedó a la vista su pene empalmado. No pude
evitar darle unos meneos a mi polla porque ver aquel rabo me
había excitado mucho. El chico agarró su polla con la mano y
mientras la aproximaba a la cara de mi mujer le dijo:
- "Abre la boquita preciosa. A ver cómo te ganas el dinero que
he pagado por ti".
Mi mujer abrió su boca y el chico se la metió dentro. Ella
empezó a chupársela y yo a hacer fotos. Estaba tan caliente que
necesitaba tocarme la polla de vez en cuando. Aquel rabo tenía
una pinta exquisita y sentía envidia de la mamada que le estaba
haciendo Araya.
Mientras ella chupaba, el chico aprovechó para
despojarse de la parte de arriba de la ropa. Ahora estábamos los
tres desnudos. Después de un rato el chico decidió hacer otra
cosa.
Le dijo a mi mujer que se tumbara en la cama con las piernas
abiertas. Luego él se arrodilló entre sus piernas. Empezó a
acariciar su coño, y le metió un dedo dentro. Cuando lo sacó se
lo llevó a la boca y lo chupó.
- "Que coño más delicioso tienes".
Y dicho esto acercó su boca al coño y se lo empezó a lamer y
chupar con verdadera dedicación. Observé cómo se lo abría con
los dedos y luego metía su boca y su lengua todo lo que podía.
También vi cómo Araya se retorcía de gusto cuando el chico
atrapó su clítoris con los labios y lo succionó sutilmente.
Ella
no pudo resistir más aquello sin correrse. Tiene mucha facilidad
para correrse porque es multiorgásmica. Y aquél fue el primero
de los orgasmos que tuvo a lo largo de la velada.
Después de la comida de coño el chico comenzó a lamer el cuerpo
de Araya en dirección a sus pechos. Empezó besando y lamiendo su
vientre, luego su ombligo y después poco a poco fue subiendo
hacia arriba hasta llegar a uno de sus pezones. Araya tiene unos
pezones muy prominentes cuando está excitada y el chico se
volvió loco lamiéndolos. Y disfrutó mucho cuando se los metió en
la boca y empezó a juguetear con su lengua. A esos pezones dan
ganas de darles mordisquitos y eso es algo que excita le
muchísimo.
El chico estaba excitadísimo y sabía que no tardaría mucho en
metérsela a mi mujer. Y no me equivoqué porque poco después
agarraba su rabo con la mano y lo apuntaba hacia el coño. Y
luego aquel pene entró dentro de su coño. Después se tumbo
encima de ella y empezó a hacer el mete y saca. Los dos jadeaban
y gemían mientras yo sacaba fotos de la follada.
Empezaron
follando en la postura del misionero pero luego él decidió
cambiar de postura. Se tumbó boca arriba en la cama y le pidió a
Araya que cabalgara su polla. Ella se colocó encima y metió la
polla dentro de su coño. Luego colocó sus manos en el pecho del
chico y empezó a moverse con ritmo. El chico primero pellizcaba
sus pezones, pero luego colocó sus manos en las caderas de mi
mujer para ayudarla en la cabalgada. Ella tuvo otro orgasmo
mientras cabalgaba al chico.
El chico decidió otro cambio de postura. Colocó a mi mujer
tumbada boca arriba y él se puso de pie para luego colocarse en
cuclillas sobre su cara.
- "Lámeme el culito un poco", dijo, mientras se abría el culo con
las manos y lo colocaba sobre la boca de mi mujer.
Ummm... a mi mujer le encanta lamer culitos. Y puedo asegurar
que lo hace de gloria. Sabe muy bien cómo preparar el mío para
luego hacer juegos morbosos.
- "Que gustazoooooooo", exclamó, mientras sentía la lengua de mi
mujer en su ojete.
Así estuvo un buen rato gozando de esa lamida. Pero no solo de
culo, porque mi mujer también le comió los huevos. Le puso a
mil.
- "Necesito correrme. Tengo los huevos a reventar", dijo.
Mientras decía esto colocó una de sus rodillas sobre la cama y
se inclinó hacia delante y colocaba su polla cerca de la boca de
mi mujer. Ella la recibió y el chico le metió de nuevo el rabo
dentro. Empezó a mover la cabeza para hacerle la chupada.
- "Deja que te folle la boca".
Araya recostó la cabeza sobre la cama
y dejó la boca hueca. Sólo se limitaba a aprisionar la polla con
sus labios y a mover la lengua. Pero el movimiento frenético de
meter y sacar la polla de la boca lo hacía el chico con
movimientos de cadera.
Aquello no era una mamada sino una
follada de boca en toda regla. Él cada vez jadeaba con más
intensidad. Su corrida era cuestión de segundos. Y así fue: sacó
inmediatamente su polla de la boca de Araya y le echó toda su
leche en la mejilla, barbilla y cuello. Su corrida fue abundante
y yo aproveché para tomar unas magníficas fotos de mi mujer con
la cara manchada de semen. Luego el chico se tumbo en la cama
boca arriba.
- "Cariño, ¿has visto como me ha
dejado?, deberías limpiarme", me dijo Araya.
Entré al baño y cogí papel higiénico.
Me acerqué a la cama, pero Araya me dijo:
- "Con papel no, ya sabes como me
gusta que lo hagas".
Me
quedé sorprendido, pues eso son cosas que sólo hacemos entre
nosotros, nunca lo había hecho con otro semen que no fuera el
mío... Dudé un segundo, miré a mi mujer y... empecé a limpiarla
con la lengua. Recogí todo el semen que el chico había
depositado en su cuerpo, para posteriormente dárselo a probar a
Araya de mi boca. Cuando estaba acabando el chico dijo:
- "¿Podrías limpiarme también a mí?".
Mi mujer le había hablado en los
emails de mi bisexualidad, pero no pensé que me fuera a proponer
algo así porque yo pensaba que solo estaba interesado en mi
mujer. Pero lo cierto es que desde que vi su rabo sentí ganas de
llevármelo a la boca.
Me acerqué al chico y agarré su polla
con la mano. Había perdido dureza y la tenía morcillona en esos
momentos. Acerqué mi boca y se la empecé a comer. Sentí un
regustillo a semen en mi boca. De no haber sido porque el chico
había metido la polla en la boca de Araya después de follársela
habría podido apreciar su sabor a coño en la polla que estaba
mamando. Me quedé con ganas de hacerle un buen trabajo, pero la
polla del chico fue perdiendo fuerza debido a que se acababa de
correr.
- "Tranquilo, que luego cuando la
tenga lista de nuevo te la dejaré mamar", me dijo.
Les propuse ver las fotos que les
había hecho a lo largo de la noche. A mi mujer le encantó verse
en plan actriz porno, follando y mamando. Nos gustan mucho las
fotos. Nos hemos hecho montones de ellas, e incluso hemos
publicado varias en esta página.
Cuando acabamos de ver las fotos el
chico me preguntó si yo quería que él me hiciera alguna en
recuerdo de esta noche, a lo que contesté que naturálmente, que
sí. Me pareció una gran idea. Así que dejé que el chico me
tomara algunas fotos por delante, por detrás, primeros planos de
mi rabo, mi culo abierto,...
Pero después de aquello el chico tuvo
otra idea:
- "Con lo bien que chupas y el buen
culo que tienes, podrías ser también una buena putilla. ¿Por qué
no te vistes para la ocasión?".
- "En casa le gusta ponerse mis
braguitas", dijo mi mujer.
- "Bueno, hoy bragas no tenemos, pero
puedes ponerte las medias, el liguero y el vestido", dijo el
chico.
Y eso fue lo que hice. Primero me
puse las medias y el chico me hizo unas fotos. Luego me puse el
liguero y me hicieron más (mi mujer también se animó; así que
ambos se intercambiaban la cámara). Por último me puse el
vestido. Y me hicieron alguna foto más. Incluso el chico nos
hizo unas fotos a mi mujer y a mí donde ella me chupaba la polla
mientras yo me subía el vestido para arriba.
Pero lo mejor de la noche
llego a partir de ese momento. Cuando ya estaba vestido con la ropa de mi
mujer el chico me dijo:
- "Ven aquí guapa,
prepárame la polla para que me tire de nuevo a la putita que me he traído
esta noche al hotel".
Él se tumbó boca arriba en
la cama con las piernas separadas. Yo me arrodillé entre sus piernas y me
puse a mamarle el rabo. De nuevo la tenía morcillona, pero a diferencia
de antes se iba poniendo cada vez más dura a base de hacerle una buena
mamada. Fue maravilloso sentir cómo crecía dentro de mi boca.
Mientras yo chupaba, el
chico le dijo a Araya que se colocara en cuclillas cerca de su cara y que
la pusiera el coño en su boca. Y devoró de nuevo el coño de mi mujer.
Podía escuchar sus suspiros de placer mientras yo se la chupaba al chico.
Luego él hizo que ella se
levantara y le diera la cámara de fotos, y me estuvo haciendo fotos
mientras yo se la chupaba vestido de mujer. Luego fue mi mujer quien hizo
fotos de esa mamada. Más tarde él chico pidió de nuevo la cámara y le
pidió a mi mujer que se pusiera a mamar junto a mí. Y ambos compartimos
la mamada. Se la chupábamos alternativamente, o mientras uno chupaba su
capullo el otro lamía el tronco de aquel rabo. Pero lo mejor era lamer al
mismo tiempo el capullo mientras nuestras lenguas se tocaban.
Cuando terminó con las
fotos, quiso seguir lamiendo coño así que le pidió a mi mujer que se
colocara sobre él en la postura del 69. El chico siguió con esa agradable
tarea mientras Araya y yo compartimos de nuevo mamada. Mi mujer se corrió
una vez mas durante aquella comida de coño. Y el chico lamió toda su
corrida.
Poco después, mientras aún
le estábamos mamando la polla, Araya, de repente, exclamó: ohhhhh. Y es
que el chico le estaba hurgando en el culito con el dedo y se lo quería
meter. Mi mujer es muy sensible a que la toquen el ojete del culo porque
le excita muchísimo. Me di cuenta de que estábamos preparándole la polla
al chico para que éste la sodomizara y eso me excitó enormemente.
Al rato, él nos pidió que
dejáramos de comerle la polla. Yo me quité el vestido porque me quedaba
justo y no quería estropearlo. También le pidió a mi mujer que se
colocara a cuatro patas encima de la cama. Y a mí me dijo:
- "Quiero que le prepares
el culo para que pueda follárselo".
La mejor forma de
prepararlo para que luego lo enculen es con una buena lamida. Eso relaja
mucho el ojete para que luego lo puedan penetrar. Y la saliva hace
también de lubricación. Me coloqué detrás de Araya y me puse a lamerle el
culo. Se lo ensalivé bien y empecé a meterle un dedo para preparar el
camino a la polla que quería follárselo.
Cuando el chico vio que le
metía el dedo dentro del culo quiso participar también. Me subí encima de
la cama y me coloqué a un lado de mi mujer. Mientras yo le abría el culo
él chico metió su dedo dentro. Y así le folló el culo durante unos
instantes.
- "No aguanto más. Quiero
encularla ya mismo. Dale una última ensalivada a ese culito tan hermoso
que tiene tu mujer que me lo voy a follar rápidamente", dijo él.
Apliqué de nuevo mi lengua
al culo de Araya. Lo dejé ensalivadito y listo para recibir la polla del
chico dentro. Luego él se colocó detrás de ella. Separé el culo con mis
manos. Pero cuando pensé que se la iba a meter por el ojete... se la
clavó de nuevo en el coño.
- "Tranquilo, que verás a
tu mujer enculada ahora mismo. Esto es sólo para lubricarme el rabo",
dijo él.
Cuando sacó su polla del
coño le brillaba de mojada. Ya estaba lista para encularla.
- "Coge tu mismo mi polla y
apúntala en el ojete de esta putita", me dijo.
Cogí su rabo con la mano.
Lo tenía a reventar. No iba a tener ningún problema en clavársela hasta
el fondo. Coloqué el capullo de su polla en el agujero del culo. Luego
coloqué mis manos en las nalgas de mi mujer y le abrí el camino.
El chico agarró su polla
con su mano derecha y comenzó a empujar. Fue increíble ver en primerísimo
plano como el capullo de su polla desaparecía dentro del culo de mi
mujer. Y luego pude ver como todo aquel rabo entraba lentamente allí
dentro. Se lo clavó entero.
- "Ohhhhhh", exclamó mi
mujer.
El chico sacó su polla
lentamente y cuando comenzaba a aparecer el capullo se la metió de nuevo
otra vez. Era alucinante ver cómo desaparecía en el culo de Araya.
Durante unos segundos folló lentamente su culo. Luego sacó su polla y
ambos pudimos ver la dilatación que aquella polla había provocado.
Instantes después el chico
se la metió de nuevo, ahora sin ninguna dificultad. El agujerito de mi
mujer tenía forma de O. Y a partir de entonces inició una follada
frenética. Mi mujer agarraba fuertemente las sábanas de la cama para
aguantar las embestidas del chico.
Yo cogí mi cámara de fotos
e hice varias fotos. También hice un pequeño video de aquella enculada.
Eran increíbles los gemidos y los jadeos de Araya. El chico parecía un
toro desbocado. No estuvo mucho así porque si no se habría corrido
enseguida. Aunque el que estaba con los huevos llenos era yo, que me
había pasado la velada viéndolos follar, mamando la polla del chico y
dándome meneos a la mía.
El chico sacó su polla del
culo de Araya. Tenía en mente hacer una cosa más... me pidió que me
tumbara en la cama, boca arriba. Luego le dijo a mi mujer que se metiera
mi polla en el coño. Ella se sentó sobre mí, cogió mi polla, la dio unos
pequeñas sacudidas y se la metió donde el chico le había pedido.
Vi cómo él se ponía de pie
sobre la cama. Puso sus manos en la espalda de mi mujer y la inclinó
hacia delante, quedando recostada sobre mi pecho. Luego él se inclinó
sobre ella. Sujetaba su polla con la mano, dirigiéndola de nuevo hacia el
culo de Araya. Y comprendí lo que quería hacer: un bocadillo de mi mujer.
Escuché cómo ella soltaba un gemido de placer a la vez que la polla del
chico entraba de nuevo en su culo.
En esos momentos tenía dos
pollas dentro de su cuerpo. Él continuó con la tarea de follar el culo de
Araya. Yo intentaba mover mi polla pero apenas podía; lo poco que mi
polla entraba y salía de su coño era por los movimientos de ella.
Estaba excitadísimo por
todo lo que había sucedido a lo largo de la noche. Mi corrida iba a ser
inminente. Notaba como los músculos de la vagina de mi mujer aprisionaban
mi polla. Pero lo que más me excitaba era que podía sentir el pene del
chico entrando y saliendo del culo de mi mujer.
Mi polla sentía la del otro
hombre entrando y saliendo. Los tres jadeábamos y gemíamos
ostensiblemente. Y yo no pude aguantar mas y solté todo mi semen dentro
mientras emitía un sonoro y profundo gemido. Me invadió una enorme
relajación después. No podía sacar mi polla del coño de mi mujer porque
ella estaba encima de mí recibiendo aún las embestidas del chico por el
culo. Mi polla iba perdiendo dureza e imaginaba mi semen resbalando hacia
fuera del coño.
Mi mujer seguía jadeando,
recostada sobre mí. El chico embestía su culo una y otra vez. Poco
después el cuerpo de mi mujer sufrió un pequeño espasmo. Se había vuelto
a correr. Estaba exhausta. Tras su corrida se limitó a permanecer tumbada
sobre mí, jadeando, y dejando su culo a merced del chico hasta que
acabara.
El chico jadeaba cada vez
más. Se iba a correr pronto. Tras unos segundos vi como el chico sacaba
su polla del culo de mi mujer, se la agarraba con la mano, se la meneaba
e instantes después se corría sobre la espalda de ella. Después se tumbó
en la cama junto a nosotros totalmente agotado también. Y así
permanecimos durante unos minutos para recuperarnos del alucinante
encuentro sexual en que habíamos participado.
Después de aquello pasamos
por la ducha y nos arreglamos para abandonar la habitación. La velada
había concluido y había sido maravillosa. Poco antes de salir de la
habitación el chico le dijo a mi mujer:
- "Eres muy buena en la
cama, vales mucho más de lo que pagué por ti. Muchas profesionales del
sexo no hacen ni de lejos lo que hiciste tú esta noche. Podrías ganarte
perfectamente la vida de puta. Si quieres repetir de nuevo la experiencia
volveré a pagar el precio que me pidas para que me hagas gozar de nuevo".
Y luego dirigiéndose a mí:
- "Y tú también podrías
ganarte la vida de putita. Hay muchos hombres dispuestos a pagar por
follarse a una zorrita como tu. La chupas de vicio y seguro que tienes un
culo muy tragón".
Sacó de nuevo su billetera
del bolsillo del pantalón y extrajo un billete de 50 euros. Me lo dio a
mí mientras decía:
- "A las putitas hay que
pagarlas por su trabajo. Esto es por la buena chupada de polla que me
hiciste".
Cogí el billete y realmente
me sentí una zorra al saber que había conseguido aquel dinero a cambio de
proporcionar placer sexual. No solo mi mujer había experimentado aquella
noche lo que se sentía al follar por dinero...
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