Convencer
a una mujer que te haga cornudo no es una tarea fácil, siempre se
encuentra con muchos prejuicios, que si no me quieres, que eso solo
pasa en las películas porno, que eres un salido, etc. Mil cosas que
dificultan poder empezar una relación cuckold. Lo mío no fue una
excepción y me costó bastante tiempo, iniciando por comentarios en la
cama, a ver películas porno juntos, a convencerla de vestir más
provocativa de lo normal y otros datos más que por no aburriros no
comentaré.
Mi culminación en el proceso de convencer a mi mujer vino con una
conversación seria que tuvimos un día después de cenar. En esa ocasión
muy seriamente le pregunté si había alguien que le excitase y le
pareciera atractivo a fin de intentar algo con él. Como buena mujer que
es al principio mantuvo que yo era el único, pero en un momento
conseguí que admitiese que había un chico en el trabajo que sí que le
gustaba.
Ella tiene 30 años al igual que yo, y el chico en cuestión es un compañero
de 28 años en el restaurante donde ella trabaja. Le propuse intentar
seducirlo a ver qué pasaba y después de admitir la vergüenza que le
daba, aunque con mucho morbo, aceptó mi propuesta. Como los hombres nos
conocemos le di algunos consejos que podrían ayudarla, como por ejemplo
en la barra del bar, ya que el espacio es pequeño, pues podría intentar
de vez en cuando rozar su culo con su miembro, intentar agacharse para
que él se fije en su culo en pompa, desabrocharse algún botón de la
camisa mientras hablaba con él o invitarle a tomar algo al salir del
curro.
Pasaron los días, y parece que mis consejos iban dando fruto. Ella me
comentaba que le había cogido gusto a eso de rozarse y que Sergio, su
compañero, parece que empezaba a gustarle todo aquello. María me
comentaba que siempre que se metía en la barra, parecía que inventaba
alguna excusa para ir también a la barra sabiendo que María se rozaría
con él. Lo del culo en pompa dice que también le había parecido
excitante pero que a veces se encontraba con más de un cliente mirando
y se le hacía todo muy descarado. No obstante de vez en cuando
aprovechaba su oportunidad para exhibirse.
Lo
de los pechos era lo que más gracia le hacía. Siempre que se
desabrochaba los botones veía como las pupilas de Sergio caían
vertiginosamente hacia abajo para después levantar los ojos y mostrar
cierto gesto avergonzado. Poco a poco fueron cogiendo confianza y
tomando copas algunas veces y que la amistad iba mejorando. Ahí fue
cuando la animé a dar el golpe final.
Así, conseguí que ella un viernes por la noche, ella y Sergio descansaban,
intentara acostarse con él. La idea era sencilla, yo me quedaría en
casa esperándola y luego me contaría que tal le había ido. Aunque me
hubiera encantado estar presente, consideraba que la primera vez era
mejor que ella fuera sola. De este modo, ellos iban a estar más a gusto
y desinhibidos y yo pues, evitaría si que ocurriese, un ataque de
celos. Por si acaso. Ese mismo día por la mañana fui al supermercado a
comprarles condones y de paso me pasé por una conocida línea de
lencería a comprarle un hermoso tanguita negro con transparencias que
supuse le agradaría a Sergio. Prácticamente le estaba arreglando el
polvo a un tipo que ni me conocía ni sabía que estaba en el ajo.
Le pedí a María que se arreglase delante de mí. Fue una sensación muy
morbosa verla salir de la ducha al tiempo que se secaba con el albornoz
y veía sus piernas firmes y suaves. No pude resistirme a lamerle su
sexo recién duchado y pensar que una polla distinta a la mía la
penetraría en unas horas.
Apenas
podía contenerme las ganas de follarme a mi mujer pero aquella noche
era para Sergio y no quería cansarla. No os podéis imaginar lo bien que
le quedaba el tanga que le compré y el morbo que me dio verlo subir
deslizándose suavemente por sus piernas hasta ocultar lo que iba a ser
el placer de Sergio aquella noche. Se puso un vestido también negro con
escote que la convertía en todo un deleite para los sentidos. También
tacones a juego y se maquilló minuciosamente para la ocasión. Mi mujer
no podía estar más hermosa. La amo con todas mis fuerzas.
Me despedí de ella con un beso algo corto para no quitarle el pintalabios
y la vi cerrar la puerta. Desde el balcón pude observar cómo se alejaba
en la distancia y una vez que la perdí de vista me puse a ver la tele y
a pensar como podía matar el tiempo hasta que llegase.
Estaba
nervioso y excitado, algo celoso pero con ansias de saber que por fin
era un cornudo. En más de una ocasión quise llamarla pero preferí no
hacerlo. La noche era para ellos dos, no debía interrumpir. De todos
modos, no me hizo falta, a las 22:30 recibí un mensaje de ella y la
foto de una ensalada de marisco muy apetitosa. Juan, cariño, Sergio se
está portando como todo un caballero. No puedo enseñarte el restaurante
donde estamos pero con lo ver lo bien montada que está esta ensalada te
podrás figurar al excelente sitio que me ha traído. Luego te cuento.
De momento la cosa parecía ir bien, pero tenía muchas ganas de que algo
sexual pasara entre ellos.
A la 1:00 volví a recibir un mensaje. Cariño, hemos estado tomando unas
copas y ya vamos a casa de Sergio. Besa muy bien. Te amo. En ese
momento me entró un cosquilleo por todo el cuerpo aunque también mi
miembro parecía querer despertarse. Besa muy bien había dicho. No
había pensando en los besos aunque pensándolo bien era algo lógico. Los
preliminares son los preliminares. Todo apuntaba a que realmente esa
noche iba a lucir unos hermosos cuernos. ¿Estaría preparado para ese
paso que tanto tiempo me había costado dar?
A las 3:00 volvió a vibrar el teléfono. No había podido pegar ojo en toda
la noche esperando que ella llegase y saber qué había pasado. El
corazón me dio un vuelco cuando leí el mensaje. Primero una foto de un
miembro de considerables proporciones sujetado por una mano que por el
color de las uñas sabía que era la de mi mujer. Abajo un texto:
Cariño, estoy cansadísima. Sergio es todo un campeón, en breve voy
para casa. Supuse que te gustaría la foto. No se ve mucho pero Sergio
no sabe que tú querías que esto pasase y no quería ser muy descarada
con la foto. Te amo precioso.
No daba crédito a lo que veían mis ojos, al fin había ocurrido. Por fin
era un cornudo. Mi miembro se despertó vigorosamente estaba súper
excitado aunque ligeramente dolido. Algo de mi estaba resentido con que
otro hombre había sido un campeón. No obstante, el morbo ganaba
terreno a ese resentimiento. No tardó en regresar, a las 3:40 según mi
reloj, noté que la puerta se abría lentamente y daba paso a María que
venía con los tacones en la mano, y entraba a hurtadillas. Se
sorprendió al verme despierto.
Caray Juan ¡qué susto! Como no me contestaste al whatsapp pensé que te
habías quedado dormido. Sé que lo viste por lo del tick azul pero digo
se habrá dormido otra vez.
¡Qué va! ¿Cómo iba a poder dormir con todo esto? Estaba deseando que
llegases.
Ay cariño, ¿te ha sentado mal que haya hecho algo? Pensé que te haría
ilusión pero si no lo ves bien lo dejamos. Yo más que nada quería
cumplir tu fantasía.
Y lo estás haciendo María, tranquila, no me siento mal. Estaba nervioso
porque quería saber todo lo que había pasado. Si te soy sincero me
calentó muchísimo tu último whatsapp.
¡Uf! Me has quitado un peso de encima. De verdad que estaba muy
preocupada por ti. Si quieres te hablo de nuestro encuentro.
Por favor, jaja, por favor, me muero de ganas por saber todo lo que ha
pasado. No te dejes detalles, eh.
Pues mira, cuando te dejé fui a la avenida donde habíamos quedado para
que me recogiera...
Cariño, perdona que te corte, pero me gustaría mucho si saltásemos a la
parte sexual jaja, no me aguanto.
Jajaja, perdona, tienes razón, me imagino que es verdad que el resto es
irrelevante. Bueno, ya sabes que en el bar de copas ya nos habíamos
besado. Sergio me robó un beso mientras me acariciaba la mejilla y yo
le seguí el juego. Lo cierto es que como precalentamiento me vino muy
bien. Ya te cuento lo que pasó llegando a su casa, que por cierto,
todos los hombres sois iguales, cuando entré había más de una cosa
desordenada y la mesa del salón tenía un vaso y un plato de lo que
supuse fue su almuerzo. Me pidió disculpas por el desorden y nos fuimos
directos a su habitación.
Su cuarto sí que estaba muy ordenado a conciencia, como si supiese o
hubiera dado por seguro que me traería ahí. Nos sentamos en la cama,
creo que los dos estábamos un poco indecisos o cortados porque parecía
que queríamos atrasar el acontecimiento con temas tontos de
conversación. Creo que notó que yo me estaba sintiendo rara de no hacer
nada porque me volvió a besar al tiempo que acariciaba mi pelo. Me
gustó, me gustó mucho. Yo por mi parte fui acariciándole el torso y su
cuello. Parece que lo cohibido se le había pasado pues antes de
finalizar la primera tanda de besos noté su mano recorriendo mi pecho.
Eso provocó que me excitase aun más y casi involuntariamente arqueé un
poco mi espalada como ofreciéndole mis pechos a él para que diera buen
uso de ellos.
Dejó de besarme y su boca fue a parar a ellos, los cuales besaba y mordía
con esmero, pero delicada y suavemente. Mi respiración y excitación
iban en aumento. Tenía mucha curiosidad de ver como era su miembro pero
me daba mucha vergüenza ir directamente al grano. Lo que hice fue
agarrar la mano que tenía libre y dirigirla a mi sexo, el cual empezó a
acariciar buscando mi clítoris con su dedo corazón. Ya llegados a ese
punto estaba súper caliente y deseaba empezar a hacer cosas mayores con
él.
Como imitándome, Sergio también me llevó una mano a la altura de su
miembro y estuve un buen rato acariciándole por encima del pantalón
notando el grosor de su paquete el cual pronosticaba un buen miembro.
La curiosidad me estaba matando y decidí dar el paso. Lo tumbé en la
cama y le desabroche los pantalones para luego quitárselos lentamente.
El bulto parecía aun mayor cuando se quedó solo en bóxers, los cuales
lamí con esmero alrededor del bulto que dejaba su miembro. No tardé en
apartar hacia abajo. Su miembro firme y erecto apareció como si hubiera
esperado toda la vida para ser liberado. No te ofendas Juan, pero me
encantó. Era realmente bonito y grande, no sé cuánto le medirá pero no
tenía nada que envidiarle a ese que sale en las películas que vemos,
sobre todo tú.
Me lo llevé a la boca. No podía aguantar más y tenía muchas ganas de
probarlo. Él soltó un gemido cuando notó la humedad de mi boca
devorando la cabeza de su miembro y yo no pude evitar hacer lo mismo.
Me sentía súper excitada con la situación y feliz de llevarme esa
polla, perdón por la palabra, a la boca. Quería darle su premio por lo
bien que me estaba tratando y por supuesto por tener un miembro de tan
considerables proporciones. Él me miraba muy morbosamente. Me encantaba
ver su interés en observar como su miembro iba desapareciendo y
apareciendo lentamente en mi boca.
Me gustaba mirarle a los ojos y preguntarle con la mirada si le gustaba lo
que estaba viendo. Que pusiera ambas manos en mi cabeza y empujase un
poco para abajo me dio la respuesta y me sentí orgullosa por saber que
le estaba haciendo disfrutar. De repente, me acorde de ti, cariño, y
tras no dar demasiadas excusas a Sergio salvo la de que me apetecía
guardar una foto de su espectacular miembro, decidí mandarte la foto
para que tú pudieras disfrutar también un poco.
Lo cierto es que esa foto me puso malito perdido... me calentó muchísimo
- le dije.
Creo que tardé más de la cuenta en apartar su pene de mi boca pero al
final lo hice. No quería que terminase y no haberle dejado tener la
oportunidad de penetrarme. Me separé de él y empecé a desvestirme
mirándole picarona para que intuyera lo que iba a suceder. Este Sergio
es todo un caballero, tenía preservativos ya preparados en un cajón,
pero por supuesto no le dejé cogerlos. Tú me habías comprado ya
condones y era justo que ese gasto saliese de ti, cariño. Me lo puse en
la boca para intentar ponérselo sin tocarlo con mis manos pero fue más
bien un desastre, jaja, no me salió. Aunque claro era la primera vez
que lo intentaba. Al final tuve que terminar de ponérselo con las
manos, pero se nota que no le importó mucho ya que su erección seguía
firme como siempre.
Me encantaba verlo tan excitado y quería ponerme a cuatro, pero tampoco
quería intimidarlo, así que decidí subirme y cabalgarle un poco. El
principio fue intenso, noté perfectamente cómo su miembro se iba
abriendo camino en mi interior ayudado por la lubricación del condón.
Fue irremediable que se me escapase algún que otro gemido pero eso lo
único que hizo fue aumentar más las ganas de Sergio, quien se incorporó
un poco para desvestirme por arriba y dejar mis pechos al aire. Le
agarré de las manos y empecé a moverme de arriba abajo. Lo hice
lentamente. Me encantaba cómo su pene me abría por dentro. Luego fui
más rápido pero Sergio me interrumpió. Me dijo que por favor que me
pusiera a cuatro, que era su posición favorita y que no quería correrse
tan rápido.
Si te soy sincera estaba deseando ponerme así. Dejar que él tomara las
riendas. Muy gentilmente me la introdujo en mi sexo pero en poco tiempo
cogió impulsó y empezó a embestirme cada vez con más fuerza. Se le
soltó una cachetada en mi culete y se disculpó. Yo le dije que no había
nada que disculpar que me estaba gustando mucho lo que hacía, así que
durante el tiempo que estuvimos lo repitió varias veces. Me encantó, la
verdad. Notaba cómo estaba sudando y parecía cansado pero aun así no
quería dejar de embestirme con toda su fuerza y eso lo que conseguía es
excitarme aun más.
No pensé que en la primera noche consiguiera soltarme un orgasmo, pero lo
consiguió, me corrí que no veas, casi con las piernas temblando. Estaba
exhausta, así que me puse boca arriba. Sin perder de vista mi sexo
volvió a introducirla, está vez más fácil gracias a la dilatación.
Empezó de nuevo con sus embestidas, primero lentamente y luego más
rápido tras haber recobrado un poco las fuerzas.
De repente noté su miembro más duro de lo normal, intuí que iba a
correrse, así que le dije que no parase y le agarré de los brazos.
Empezó a gemir y a cerrar los ojos deduje que se estaba corriendo. Tras
un instante, empecé a moverme para escurrirle bien el poco semen que
quedase en su pene. Se apartó de mí y pude ver su pene relajándose con
el condón aun ceñido a él y blanquecino en la punta. Ufff, fue
excitante verlo rendidito en la cama. El condón se lo saqué, lo anudé
muy bien y me lo metí en el bolso. Luego nos duchamos y con su miembro
limpito no pude evitar volver a metérmelo en la boca. Sergio no se lo
esperaba y no veas cómo lo disfrutó. Eso fue después de llamarte para
decirte que venía para acá. Luego ya me trajo aquí y aquí tienes el
condón como prueba de tu fantasía cumplida y tus ansiados cuernos.
Bueno
no es de mucha utilidad un condón usado y tampoco era necesario,
pero supongo que por lo que me has contado, hasta el condón me da
morbo, jaja. Anda, vamos a tirarlo a la basura y vámonos a la cama.
Quiero que me repitas lo bien que te lo has pasado mientras hacemos el
amor, que estoy que no me aguanto.
Así hicimos. Ella estaba cansada pero aun así mostró ganas e interés por
hacer el amor. De hecho, le dije que si estaba cansada mejor que no,
pero insistió. Yo por mi parte disfruté de lo lindo. Dejé la luz
apagada lo cual me ayudaba a imaginarme a Sergio mientras embestía a mi
mujer. Me resultaba súper morboso que ella hubiera probado otra polla
que no fuera la mía y más aun que hubiera disfrutado de un tío con
mejor tamaño y más potencia que yo. No podía estar más caliente. Me
corrí como nunca.
Echado en la cama y cogiendo el sueño María me dijo algo que si no hubiera
acabado de hacerlo, me hubiera provocado otra erección: Juan, me
encantaría volver a ver a Sergio.
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