.:: RELATOS DE CORNUDOS ::.

  "A mi mujer siempre le ha gustado ponerme los cuernos (5)".

 

  Después de las aventuras que he contado, pasamos una buena temporada sin que Elena quisiera hacerlo con nadie.

 El caso es que un año se juntaron varias circunstancias que nos hicieron estar un poco alejados, y más bien con una crisis en nuestro matrimonio. Por necesidades del trabajo, tenía que estar mucho tiempo fuera, prácticamente de lunes a viernes, sin que pudiera hacer un traslado por problemas de los hijos (es difícil cambiar de colegio y esas cosas).

 Lo normal, llegada del fin de semana, algunos que podía ir y otros no, o simplemente que no me apetecía. En algunos unos polvos, y en otros ni olerlos. A finales de ese año, la crisis se hacía más notable. No contaba absolutamente nada, así que no nos hacíamos preguntas de ningún tipo. Sé que Paco alguna vez pasaba por casa, pero no hacía nada, pues me lo hubiera contado (era un amigo, y habíamos quedado en eso, al tener mi  consentimiento). Pero me puso al tanto, que alguna vez se había encontrado a otro chico de la empresa, que de vez en cuando visitaba a mi mujer. Estaba soltero, y era vecino de una intima amiga de Elena.

 Llamaremos a este chico Modesto y a su amiga Carmen.

 Un fin de semana, en el cual habíamos estado bastante mal, vi que llegó la factura del teléfono móvil. Al estar al loro, pude comprobar como Elena había realizado un montón de llamadas al móvil de Modesto. En algunas de ellas la duración eran una pasada, más de una hora, y sobre todos las horas eran muy tardías, cuando a nadie se le ocurre llamar.

 Ante mis preguntas, que reconozco que realicé en forma brusca, ella se derrumbó y me confesó que se había enrollado con Modesto. Como me tenía que ir de viaje, de nuevo hasta el lugar de trabajo, exageré mi molestia y monté el numerito de que me había engañado y que no quería saber nada de nada. Así me fui de casa. Durante el viaje Elena me hizo un montón de llamadas, pero apagué el móvil.

 Por la noche, al hablar de nuevo, me confesó que con lo mal que estaba conmigo, había llegado Modesto, quién estaba separado, y le había calentado la cabeza diciéndole cosas bonitas, que a una mujer le gusta escuchar.

 Me contó que la primera vez, estando en casa de Carmen, esta le pidió que se pasara a la casa de Modesto para ver si quería venir a tomar café. El caso es que Elena pasó y se puso a hablar con él. En un momento dado, cuando estaban en el pasillo de la casa, él la beso y ella le correspondió. Se estuvieron besando apasionadamente, y se metieron mano por encima de la ropa. Cuando él le pidió que se fueran a la habitación, ella le dijo que en otro momento, pues Carmen podría sospechar. Así se fueron a casa de Carmen a tomar el café. Después Elena se lo contaría a Carmen, por lo que la amiga se convertía en una cómplice y encubridora.

 Así pasaron una temporada. Se veían en una casa u otra, y se metían mano y se besaban… hasta que una noche Modesto se quedó a cenar, y después de acostar a los niños, se quedó con Elena en el salón. Cerraron la puerta con el pestillo, y se pusieron a besarse en el sofá. Se metieron mano, y se desnudaron. Estando él sentado, ella se puso encima y se metió su polla. Mientras cabalgaban, él le chupaba sus pechos, y ella le tocaba los huevos por detrás. Cambiaron de postura, ella se tumbó y él terminó de follársela encima de ella. Él se quiso quedar a dormir con ella, pero no le dejo.

 En otra ocasión, de la misma forma y hora, empezaron a besarse y meterse mano… pero esta vez le dijo Elena que se fueran al dormitorio. Estando desnudos, esta vez Elena se dejó chupar el chochín… y después terminaron follando en la postura del misionero. Esta vez se quedó a dormir, marchándose muy temprano.

 Así las cosas, y una vez que me lo había contado, me comentó que se había quedado muy bien por poder contármelo. Quedamos en que no volvería a suceder, y que siempre nos contaríamos las cosas.

 Un sábado, que estaba en casa, me dijo Elena que Modesto le había llamado por teléfono. Yo le comenté que podía llamarlo, que no fuera tonta, que mi cabreo había pasado. Se pusieron a hablar, y vi que ella se marchaba a la cocina para hablar con tranquilidad. En una ocasión, entré y le dije que parecían tontos, que en vez de gastar, que podía quedar con él, y así hablar con tranquilidad. Ella me preguntó que si de verdad no me molestaba, a lo que le dije que no. Elena se lo comentó a Modesto (quién se debió de quedar alucinado, pues sé que le decía a ella que se moría de corte si me tuviese que mirar a los ojos). El caso es que le dijo él que la esperaba en casa, pero que trajera cervezas, pues se las había acabado.

 Reconozco que algo me volvió a mosquear… me decía que no me preocupara, que no volvería a follar con él (cosa que yo estaba deseando que no cumpliese) y a la vez la veía como una niña cuando tiene que ir a su primer baile. No paraba… marchaba de la habitación al baño… me decía que olía mal y que se tenía que duchar… me preguntaba que qué se ponía de ropa. Yo alucinaba, pues simplemente le había dicho que podía ir a hablar, en vez de gastar por el móvil, pero bueno. El caso es que encima le dije que me bajaba a la tienda para ir a comprarles unas cervezas.

 Cuando regresé a casa, se había duchado y se había puesto una faldita bien corta. Sabía que en el fondo estaba más caliente que una perra en celo. Cuando se acercó para darme un beso de despedida, le levanté la falda, y pude ver que se había puesto incluso un tanga de los que usa para momentos especiales.

 Así fue, y así me lo contó. Me reconoció que estaba muy nerviosa. Llegó a casa de Modesto, y este le estaba esperando en la puerta. Se fueron al salón y se pusieron a hablar, mientras bebían las cervezas que les había comprado. Cuando él puso música, se pusieron a bailar… había puesto Mana, que le encanta a ella. Modesto empezó a meterla mano por debajo de la falda, tocándole bien el culito. Cuando se empezaron a besar, fue ella quién le dijo que se marcharan a su habitación, pues tenía que ser una cosa rápida, para que yo no sospechara. Ella se tumbó, levantándose la falda y quitándose el tanga, y él le metió la polla de un golpe. Así se corrieron.

 No me digáis el motivo, pero al principio me contó que no había sucedido nada. Al parecer tenía miedo que la crisis volviera a surgir. Esto me lo contaría al paso de unos meses.

 En cuanto me lo comentó, me dijo que evitaba estar con Modesto, pues no podía evitar que le apeteciera follar con él. Quedamos en que simplemente me contaría lo que sucedería, pero que podía hacer lo que quisiera. Así las cosas, me pidió permiso para ir una noche a unas fiestas de una ciudad cercana, pues se lo había pedido Modesto. Me dijo que si sucedía algo me lo contaría. El caso es que era como decirme que sucedería algo.

 Modesto había sido destinado a otra ciudad, así que se entendía que esa noche sería la despedida. Elena se volvió a poner una  faldita (je, je, eso hacía que dijera sin decir nada), y se volvió a poner muy guapa. Se despidió de mí, cogió el coche y se fue a buscar a Modesto a su casa. En las fiestas se llegaron a morrear en algún bar, estando como si fueran una pareja más. De regreso a casa, en el coche, ella le pidió que parara, pues se estaba haciendo pis (de regreso conducía él). Elena aprovechó para quitarse sus braguitas y volvió al coche… donde empezó a besar a Modesto. Ella se abrió de piernas, mostrando que no tenía bragas, por lo que él empezó a tocarla el chochín. Una vez calientes, se pasaron al asiento de atrás, y empezaron a follar. Como ella se puso encima, me comentó que algún camión que pasaba por ahí les veía y les tocaba el claxon… entonces ella levantaba bien el culo para que pudieran vérselo. Mientras las follaba, Modesto le tocaba las tetas y se las chupaba. Se corrieron y regresaron a casa.

 A los días, Elena me llamó para decirme que estaba en casa de Carmen con los niños. Que al día siguiente se marchaba Modesto, por lo que este le había pedido que se quedara con él la última noche. Le dije que me parecía bien, pero a ver si de verdad era la despedida.

 Fui a casa de Carmen. Por sorpresa, pues no me esperaban tan rápido, entré y me encontré con todos ellos tomando café en la cocina. Carmen me sonrió, pero Modesto se puso rojo y con una excusa se marcho para su casa. Elena me volvió a preguntar que si de verdad no me importaba, pues si fuese así se marchaba conmigo. Le dije que no. Me dio un beso y se marchó hacía la casa de Modesto. Me quedé hablando un rato con Carmen, quién me dijo que alucinaba con lo permisivo que era, que si su marido se enterase de cuando ella le ponía los cuernos, le mandaba de patitas a la calle. Cuando le conté como eran mis gustos, me dijo que eso le contaba Elena, pero que no se lo podía creer, que era un chollo de hombre. Después me fui a casa.

 Elena me contó que estuvieron cenando y escuchando música. Que cuando se fueron a la cama, ella le dijo que tenía la regla, así que le estuvo haciendo una paja. Pero por la mañana temprano, él la despertó y le dijo que la quería follar, que le daba igual la regla, así que se dejo y este le metió la polla. Antes de terminar, llamaron a la puerta. Era Carmen, quién venía a avisarles para que él no perdiera el tren. Elena se duchó, y después él. Estuvieron por la casa en bolas, mientras Carmen les hacía el café. Elena le acompañó a la estación y allí se dieron el último muerde.

 No sería la última vez que vimos a Modesto, pero ya no volvería a follar con él. Con el paso del tiempo, es ella la que dice que no lo entiende, que más o menos se enganchó a él, pero que tiene claro que fue por la crisis que pasamos nosotros.

 Después de esa aventura pasaría un buen tiempo sin que se acostará con otros.

 Ella se puso a trabajar, y con eso mi deseo de que volviera a tontear con algún hombre volvió a entrar en mi cabeza. Ella decía que no pensaba, pero que nunca se podía decir que de esa agua no beberé.

 Un chico de su trabajo le había enviado varios mensajes por medio de su correo. Poco a poco fue subiendo el tono, y le decía cosas bonitas. Elena me decía que no sabía quién era, así que estuvimos una temporada estudiando quién podría ser. Reconozco que aquello me ponía más caliente que un burro delante de una burritas en celo. Así quedó aquello, no sin pasar una temporada donde ella pensaba que era yo.

 En unas navidades, nos encontrábamos con los niños en casa de la madre de Elena. Habíamos pasado la nochebuena, y nuestro pensamiento era estar allí hasta casi la nochevieja. El caso es que le llamaron del trabajo de Elena y le pidieron que si podía regresar, ya que alguien se había puesto enfermo y tenía que cubrir su puesto. Ante mi cabreo, ella me pidió que fuese quién regresara a casa, para ir a trabajar, pero que me quedara yo con los niños en el pueblo de su madre. Así lo hicimos.

 Una tarde, Elena se encontraba en casa con un amigo común. Me lo había dicho, y tenía muy claro que con ese no follaba, pues era de los que tenía novia y los que respetaban la fidelidad. Después de tomar un café, Elena recibió un mensaje, pero esta vez en el móvil, donde le decía que era su amigo secreto, y que sabía que estaba sin mí, que si quería se podrían conocer esa tarde-noche. Elena se puso muy nerviosa, pero a la vez con ese espíritu femenino de coquetería y deseo de saber quién era quién estaba detrás. Le contestó que bueno, que dijese donde y a qué hora.

 Una vez que Elena se quitó al amigo común, con varias excusas, se preparó a conciencia para conocer a su admirador secreto. Le podía todavía más la curiosidad. Quedaron en un centro comercial. Al llegar allí se encontró con un chico joven, el cual efectivamente trabajaba en su empresa, pero con el que no había hablado nada. Se saludaron y se fueron a tomar unas copas a un bar. Después de hablar, ella le contó que a mí me daba igual si ella se acostaba con otro. Aún así este le pidió que no me dijera nada, pues se podría morir de corte si me veía y yo lo sabía. Ella le dejó tranquilo. En un momento, él le besó, contestando ella… dice que besa muy bien. Él la pidió ir a su casa, y Elena, sin saber el motivo, le dijo que no. Al rato, él, al que llamaremos Admi, le pidió ir a un hotel, a lo que todavía más sorprendente Elena le volvió a decir que no.

 Después de tomar otras copas, y besarse alguna vez más, volvieron al centro comercial donde Elena había dejado el coche. Antes de salir del coche de Admi, se besaron. Como ella se tumbó encima de él, pensó que este le metería mano, y cuando vio con sorpresa que no era así, por lo que fue ella quién empezó a tocarle por encima del pantalón su paquete. Al rato, fue cuando se decidió Admi a empezarla a tocarla por encima de los pechos, lo que calentó todavía más a Elena. Sin pensárselo, fue ella la que se quitó la parte de arriba, dejando sus tetas al aire. Mientras, empezó a tocarle la polla con fuerza, y le pidió que se pasaran a la parte de atrás.

 Ella de un salto se pasó a los asientos traseros, mientras él salía del coche, y apartando el asiento, pasaba a la parte de atrás. En eso Elena había aprovechado para quitarse el pantalón y las braguitas. Le ayudó a desnudarse a él, y comenta que esta vez fue él quién empezó a tocarla muy suavemente los pechos… mientras le mordía los pezones sin hacerla daño… que eso la calentó muchísimo. Cuando no podía más, le hizo sentarse y se puso encima de él… se metió su polla y así se pusieron a follar. Al rato, cambiaron de postura, haciendo que ella se tumbara en el asiento, mientras él se la volvía a meter. Elena me reconoció que se corrió muchísimo. Cuando él lo fue a hacer, le sacó la polla de su chochín y se corrió agarrándosela con la mano. No le había dicho que se podía correr dentro, que tomaba precauciones, y no le dio tiempo a evitarlo. Se quedaron agarrados mientras hablaban.

 A los días, una vez que me había contado Elena todo, me dijo que le había vuelto a escribir Admi, y que estaba deseando volver a quedar con él, para que esta vez se corriera dentro de ella.

 En la salida de un turno, Elena se encontró con Admi, y este le pidió que le acompañara a su casa. Me llamó por teléfono y me dijo que volvería más tarde. Al llegar a su casa, Admi se metió en la ducha. Elena estaba en el salón, esperando. Al salir este con una toalla, se pusieron a besar. Admi le comentó, mirando hacía la parte de su pene, que como la estaba poniendo. Entonces Elena se quitó el pantalón… y le quitó la toalla a él. Se volvieron a besar, por lo que ella se quitó la blusa y el sujetador, apretando sus tetas al pecho de él. Estando solo con el tanga, él se puso a besarla por todo el cuerpo. De un golpe, le dio la vuelta, haciéndola que le diera la espalda. Le empezó a besar por la espalda. Elena me dice que lo hace muy bien, con suavidad, lo que hace que se caliente como una verdadera puta.

 Al llegar cerca del culo, es Elena la que se baja el tanga y se lo quita. Admi, de un golpe, hace que ella ponga sus manos encima de un sillón… le hace apoyar sus rodillas y le abre bien el culo. Ella se encuentra temblando. Él la empieza a chupar el chochín… ella se deja y se abre más. Sin decir nada, Admi le mete su polla y empieza a follarla… ella se vuelve loca.

 Sin saber el porqué, en un momento dado se le pone la polla blanda, así que agarra a Elena y le da la vuelta. La sube con sus brazos, agarrándola por las piernas… así hasta la habitación. Allí la tumbó en la cama, le abrió bien las piernas, poniéndolas en sus hombros, y le volvió a meter toda su polla. Ella se corrió como una loca, aunque cree que él a medias.

 Después de dormir un rato, ella empezó a tocarle de nuevo los huevos y la polla… Admi la puso boca abajo, haciendo que levantara un poquito el culito, y así se la volvió a meter, hasta que se corrieron de nuevo.

 Se volvieron a quedar dormidos, y esta vez fue él quién la empezó a tocar… y estando uno frente al otro, agarrados, este le volvió a meter la polla y así se corrieron de nuevo, esta vez de lado.

 Ya no volvería a follar con Admi, aunque siempre he pensado que alguna vez volverá a caer. Pero eso es otra historia. Hasta la siguiente, que Elena continúo con sus provocaciones y sus deseos de que fuera uno de los mayores cornudos. Saludos.  Email.

 

 

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